martes, 11 de diciembre de 2018

Yo + turbada

No había reflexionado sobre lo que me parece "tabú" hasta que hace un par de días las palabras: masturbación femenina, se me metieron en la cabeza con una imposición tan férrea que comencé a cuestionarlas. A hacerme preguntas.


El tabú no existe para mí porque de alguna manera creo que se acaba cuando hablamos, cuando desafiamos la norma, cuando decidimos no pedir permiso para expresar nuestras opiniones. Deslastrarse de eso es fácil, basta con atrevernos a explorar lo que nos es desconocido, basta con mentarlo, tentarlo y descubrirlo. Basta con desnudarlo y dejarlo como la punta de un pezón helado a la vista de todos.


Después de tantas inquisiciones llegué a una conclusión: la masturbación femenina es un tabú. Está vetada, resguardada como los secretos de la iglesia. Está esperando por salir de la gaveta para hacer una fiesta.

Desde adolescente recuerdo a mis compañeros de clase hablar de la masturbación. Se reían, hacían chistes completamente públicos sobre "Manuela" y los cinco dedos. Para los hombres hablar de este tema estaba más que permitido. Era normal, natural.


Los penes dibujados en las paredes de los baños de las escuelas también estaban presentes ¿dónde estaban metidas las vaginas? ¿por qué las mujeres no dibujamos vaginas en las paredes? ¿qué se oculta dentro de nuestras conchas? ¿qué es lo que no debemos decir?


Llegué a la masturbación como a los 9 años. Sola, sin educación, ni estímulos externos. Nadie en casa me habló del tema. Mis dedos me llevaron a él. Las primeras masturbaciones son las más intensas, nada de lo que vendrá después podrá igualarse. Todo está más sensible, tu clítoris se pone tan rojo que terminas por creer que se posó alguna avispa mientras te explorabas.


Los roces son inevitables. Una vez que pruebas quieres estrujarte con la sábana, con los peluches, con las almohadas. Masturbarse es riquísimo. Sí, las mujeres también nos masturbamos y nos + turbamos al creer que eres la única que lo práctica porque nadie habla de eso. A los 9 años lo piensas y pasan muchos años para que descubras que: ¡sorpresa! es normal.


Masturbase es también el camino para conocer tu cuerpo, lo que te gusta y lo que no. Es entender tu vagina, recorrer sus dimensiones, ver cómo los labios se ensanchan cuando están satisfechos y cómo disminuyen cuando están tranquilos. Es saber de qué tamaño son tus líquidos, qué tan fuertes pueden volverse tus pezones.

La masturbación es un hilo que empieza con tus dedos. Es el poder de decir aquí, ¡ah!, sí, no, más, menos, un poco, otro poquito más, así. Es un acto de libertad, que te lleva a donde querés, a donde puedes ser un poco más, ese más que se convierte en un gel cristalinozo que te enloquece.


La masturbación femenina tiene nombre de vulva, cara de vulva, vellos de vulva. Tiene un rostro que se ha mantenido cautivo por muchísimo tiempo, pero que ya no aguanta más y quiere salir. Quiere mostrarse y decirte en la pared de algún baño público: las vaginas existimos, sentimos y no nos ocultamos más.




¡Quiero +!


Ariadna García

lunes, 26 de noviembre de 2018

Segundo García

Hoy se fue mi tío Gundo, hermano de mi abuelo paterno. De esos cuatro hijos solo queda una, mi tía Aída. Al caminar hacia mi trabajo lo recordé, sobre todo, sus manos que eran tan suaves. Los García o esos García tenían algo en común: el temple de la voz.

Uno hablaba con mi tía Elba y sentía que todas las noticias en el mundo eran buenas, mi abuela Ana Lucía igual, siempre con la misma esperanza, la misma fortaleza. Algo en ellos te hacía sentir íntegro, fuerte, lleno de vida. Era como si por un minuto sus achaques desaparecían, no tenían voces de viejos ¡no! tenían un vozarrón como cualquier cantante de ópera.

Cuando mi tía Elba llamaba a la casa (de Maracay a Yaracuy) me gustaba atender el teléfono, escucharla era eso, llenarse de algo bueno.

Mi tío Gundo tenía la fama de extenderse muchísimo, mi tía Odalys y yo bromeábamos con eso. Eran iguales, conversaban por horas, ninguno de los dos tenía noción del tiempo. Mi tío Gundo era cariñosísimo, a pesar de que no compartimos mucho, atesoro los momentos en los que coincidimos, estar con mi tío era como estar con mi abuelo. Escuchar a mi tío era escuchar a mi abuelo.

Una vez celebramos su cumpleaños y yo no podía dejar de tocar sus manos, le repetía: tío tienes las manos más suaves del mundo.

Al conocer la noticia tenía una serenidad como alguien a quien ya no le espanta la muerte. Con los años el corazón se curte y ves las cosas de otra manera. La muerte de mi abuelo me enseñó muchísimo y la de mi abuela Ana Lú fue la que hizo que entendiera que ellos, nosotros, todo lo que alguna vez amamos un día se irá.

Sin embargo, sentí nostalgia, dije: ya se nos han ido casi todos los viejos. Es como si de alguna forma los retratos más antiguos empiezan a desaparecer, desde luego, solo en este plano.

Recordaré a mi tío como el hombre de las palabras más dulces, como Segundo García, el de los ojos atigrados que siempre decía: cómo está mi vida linda, mi vida querida.

De esas voces ya no me queda ninguna, por eso creo que cada día las atesoro más.


Ariadna García

domingo, 25 de noviembre de 2018

Resistir en las noches

Cada día encuentro que duermo peor. A un costado de la cama, en el borde casi en el suelo, en el lateral derecho con la cara pegada a la pared. No doy vueltas, casi no hago movimientos al dormir, solo soy tan rebelde que hasta le llevo la contraria al cuerpo cuando en las noches se mete en su cama. 
A veces encojo las piernas, sin darme cuenta me he quedado en la contorsión más insegura para la cervical. 
Casi nunca hay centro, todo es a la derecha o a la izquierda. Dormir no es un acto placentero, es cobardía, te vas, te vas por unas horas de este horrible mundo o de este mundo horrible. Me resisto a irme aunque sea un instante. Mantengo las luces encendidas como ordenándoles que el día no acaba nunca.
Esta resistencia tajante y radical se ha vuelto eso, todos los días, cada noche, cada día. En mi cuerpo lo gobierno todo, en esta casa lo gobierno todo, en mi cabeza, en esta cama.

Soy el gobierno aquí y ahora.


El Hilo De Ariadna

viernes, 23 de noviembre de 2018

La palabra tumor

No sabes lo impactante que suena la palabra "tumor" hasta que te dicen que tienes uno. Después de eso no quieres volver a usarla, ni escucharla. Te parece realmente fuerte, implacable, seca. La palabra tumor no es amigable.

El 4 de julio fue mi diagnóstico. Tumor de ovario de siete centímetros en el ovario derecho, en la boca de la doctora no sonaba tan aterradora, pero en la mía, en la mía no quise tenerla más.

Sin embargo, la utilicé en más de una ocasión para explicar mi situación de salud. Todavía lo hago cuando recuerdo que hace apenas dos meses me operaron y que debo llevar las cosas con calma.

El 6 de septiembre la doctora retiró el quiste de mi cuerpo, prefiero la palabra quiste, suena menos letal. La biopsia arrojó que era benigno. No hubo que quitar el ovario. Mis órganos se volvían a acomodar.

Pero lo que importa ahora no es nada de eso, lo que importa ahora es esa palabra hostil, que carece de simpatía, que no sabe del viento, ni de la risa.

La palabra tumor es estéril, no te lleva a ninguna parte, es mezquina, es puntiaguda. Te carcome la cabeza por las noches, se te mete en el esternón y no se sale.

La palabra tumor no se acaba después. Es como una mordida que deja la marca de sus dientes para siempre. La palabra tumor no se va de tu cabeza, se queda como una intrusa, es macabra, es mentirosa. Es una conspiración.

La palabra tumor no quiere a nadie, solo sabe hacer daño. La palabra tumor te persigue. Hace trampas, nunca se calla. La palabra tumor está allí a la espera para atacar de nuevo.


El Hilo de Ariadna

sábado, 20 de octubre de 2018

Ser niño, pobre y estudiar en Venezuela

Algo que me abruma de esta crisis es la magnitud de la pobreza. Crecí en una familia pobre, en un pueblo bastante pequeño, donde casi todo el mundo tenía las mismas posibilidades. Tuve la dicha de conocer cada municipio del estado Yaracuy, gracias a la agrupación de danza a la que pertenecía.

En esa época (2001-2005) visitamos zonas rurales, poblaciones muy vulnerables y jamás vi lo que me cruzo hoy. En Guama, Urachiche, Chivacoa, Yaritagua, Arístides Bastidas, etc, recuerdo niños con parásitos, hidrocefálea, quizá algún tipo de desnutrición, pero a pesar de que yo también era una niña, tengo la certeza de que no eran la mayoría.

Nunca vi tanta miseria, nunca vi tanto sufrimiento, nunca vi tantos pequeños desnutridos como los que me consigo ahora en las calles de Caracas, lo sé por sus cabellos amarillentos que delatan la malnutrición.

Pienso en esa niña que fui, en mi alimentación, pienso en esa niña que logró ir a la escuela, siempre con un plato de comida. Recuerdo la alimentación del comedor de mi escuela (1996-1998), era rica, saludable. Era una escuela pública. Solo una vez tuvimos un caso de un niño que no llevaba desayuno y lo supimos porque un día se desmayó, como buena niña precoz que era, llegué consternada a contarle a mi mamá y ella y otras madres, en más de una oportunidad le mandaban comida con nosotros. Era un señor de Caracas con dos hijos que había perdido a su esposa y no les iba muy bien. No sé qué pasó con ellos, pero esa historia jamás la olvidé.

Las casas de mi pueblo no eran llamativas, la gente no tenía grandes lujos, pero nunca faltaba: caraotas, pasta, arroz, queso blanco, huevos, azúcar, pan y café. No recuerdo a ningún vecino paliducho, ni mal alimentado. No nos tocó acostarnos sin comer y éramos "pobres".

A mí mi mamá me enseñó que uno debía ir a la escuela así fuera con los zapatos rotos. Más de una vez me tocó, pero ella me mostró lo que era la dignidad y esto nunca fue motivo para amilanarme, además yo amaba ir a estudiar. Cuando pasaba un mes de vacaciones ya quería que volviéramos a clases.

A pesar de las carencias, mi madre se esmeraba en arreglarme los cuadernos. Elegíamos un forro que me gustara y me combinaba los sacapuntas con la cartuchera y cuanto perolito encontrara. Los cuadernos y los lápices nunca faltaron, tampoco el morral. Sí mi mamá era una heroína.

Miro atrás y veo esa niña yendo a su escuela en Yaracuy, esa niña que logró llegar a la universidad y trabajar muy duro, esa niña que tuvo oportunidades para formarse y salir de la pobreza.

Veo el panorama hoy y sé que los niños pobres como yo, no tendrán comida en sus escuelas, ni en sus casas. Que no habrá morrales, ni lápices, ni cartucheras, mucho menos zapatos.

Ellos ya no van a la escuela.

Ariadna García

jueves, 13 de septiembre de 2018

Mi amigo mexicano

Acabo de notar que extraño tener WhatsApp por una razón. Conocí hace unos meses o tal vez un año a un periodista mexicano del que sé poco o casi nada. Usa seudónimo en Instagram, nunca publica fotos de él. La primera vez que conversamos, tuvimos una charla extraña, hablamos no recuerdo de qué, pero me sorprendió su arrojo y la forma en la que articulaba las palabras. Creí que se trataba de una broma de alguien, insistí en que me dijera su nombre hasta que dijo "Jorge", todavía dudo que se llame así.

Sin embargo, meses después compartimos algo de literatura y algunas fotografías, siempre me pide que le regale las que tomo en los mercados y verdulerías, las publica sin darme el crédito, me da algo de rabia y después recuerdo que fue un regalo. Una vez intercambiamos teléfonos y le pregunté cosas sobre México, sobre el PRI y AMLO, también llegamos a compartir percepciones sobre la violencia en nuestros países, la normalización de los secuestros, los asesinatos, la corrupción: la violencia. En varias ocasiones nos enviamos por WhatsApp artículos o trabajos que publicaríamos y servimos de editores.

Descubrí que extraño esa mensajería virtual para leer a mi amigo que bien podría tener otro nombre u otra cara. A menudo encuentro que voy construyendo relaciones misteriosas, particulares, inesperadas, que me dejan algo de nostalgia, como si todos se fueran a alguna parte o como si de pronto solo están en mi cabeza, en mis recuerdos. Gracias a él conocí a Pedro Lemebel y a otros autores que ahora indago.

Jorge o como se llame, a veces me leía poesía, las enviaba por notas de voz, eso me parecía extremadamente raro. Solo una persona había leído antes algo para mí y aquella vez tuve la misma sensación.

No sé ni siquiera si Jorge me cae bien o si en persona seríamos amigos, me cuesta estrechar lazos cuando siento desconfianza o cuando simplemente no tengo claro lo que tengo en frente. Si algún día llego a ir a México, muy probablemente compartamos un café o mezcal, mientras tanto seguiré deseando que no le pase nada a mi amigo mexicano cuando escriba de corrupción.


El Hilo de Ariadna

martes, 11 de septiembre de 2018

No me avergüenza mostrar la herida

Escribir de lo incómodo y lo doloroso ha sido algo que me ha ayudado a sanar, o al menos eso creo. La madurez también le da uno cierta licencia para hablar de lo que se quiere. 


Hace cuatro días me operaron, desde que lo supe me asustaba un poco lo de la anestesia y los exámenes posteriores ¿lo demás? Lo demás solo serían elementos para crear una crónica o alimentar alguna novela futura.


Tras la cirugía, las personas me preguntan por la herida y el tamaño. Me dicen cosas en tono de consuelo: "bueno, eso se borra", "... es pequeña", "... que tanto", etc, etc. 


Entiendo esas inferencias en un diálogo y sobre todo, si el emisor hace alusión a "la herida". En mi caso ese asunto no representó, ni representa ninguna preocupación y sin embargo, recibo palmaditas como alguien que acaba de perder una pierna, un brazo o que se volvió menos sexy.


Aún ni siquiera yo la he visto. Sólo un adhesivo con una venda blanca que parece hecha con un algodón muy fino y perfectamente doblada.


Desde luego que supe que tras la operación no sería la misma, en especial porque eso reposa ahora en mi historia médica y cuando toque volver al doctor, no seré la jovencita que respondía no a todo y que sólo mencionaba el largo historial de cáncer en su familia y la diabetes de las abuelas. 


No me avergüenza mostrar la herida, las que se ven y las que no, porque de ellas me compongo. 
Guardamos muchísimo más adentro que lo que puedan decir nuestros cuerpos. 
Nuestros cuerpos no dicen nada, pero sí nuestras almas y nuestros corazones. La lucidez de nuestra mente. 


Entiendo de dónde pueden venir esos temores: una palabra hiriente, algún amante que se quejó de la herida, de la estría o del pezón más grande. Entiendo que ese consuelo que me dan sea el recuerdo de un pasado amargo. A ustedes mujeres les agradezco.


Si cuando esta herida sane y pueda ser mostrada, la persona que meta en mi cama llegase a opinar, a cuestionar, a criticar esa raya que está metida en mi vientre, sabré que no es digna de compartir ni la cama, ni las heridas, ni la nada. 

martes, 28 de agosto de 2018

Caminar una Caracas sin transporte cuando se está "enfermo"

No he escrito mucho sobre mi salud porque no quiero hacer del tema un drama (tampoco lo es afortunadamente). En este blog escribí un relato titulado "El diagnóstico" en donde cuento cómo fue el día en que lo supe y cómo me sentí. 

Los primeros días fueron de miedo hasta que descartamos lo más importante y seguí, seguí con mi vida sin reproches, sin ansiedades, sin sobresaltos. 

Ya pasó más de un mes y en estos últimos días los analgésicos no han hecho mucho, la molestia se ha vuelto más intensa, el dolor en el vientre también. 

Este domingo me descubrí en el baño más abultada, aquello que era casi imperceptible de pronto salió y me recordó que está allí siendo un ajeno en mi cuerpo, lloré, lloré al sentir que estas últimas semanas han sido las más difíciles, lloré al ver mi cuerpo diferente, lloré otra vez por mi amiga que se fue del país gracias a este régimen que se ha propuesto echarnos, lloré al sentirme sola y ser mezquina porque sé que hay personas que han estado para mí, creo que lloré por todo. 

Una de las cosas que me ha generado más sinsabores es movilizarme por Caracas, el transporte está colapsado, entonces cuando no te toca ir de pie (90%) en el Metro, te toca caminar porque la estación está abarrotada y no hay efectivo para pagar autobús. 

Han sido muchos los días en que he ido agarrada con fuerza de la manilla y apretando los labios porque siento dolor, pero ¿Quién me ofrecerá el asiento? ¿Quién se va a imaginar que esa muchacha joven no se siente tan bien? Esto último me hace pensar constantemente en las personas que tienen alguna discapacidad, ¿Cómo será el día a día para ellos? Ir de un lado a otro en una ciudad donde a todas las vías les cayeron a porrazos.

Nos movemos en una Caracas sin acceso a ninguna parte, nos desplazamos en escaleras paralizadas y ¡como cansan! Caminamos con prisa cuando no queremos, ni podemos correr, por mal alimentados o por salud como mi caso. La movilidad en Caracas para los enfermos es en verdad una tortura. 




El Hilo de Ariadna

miércoles, 22 de agosto de 2018

Septiembre

Septiembre es posiblemente el mes más importante para mí este 2018. Ocurrirán dos cosas que me cambiarán la vida o quizá exagero y no pasa tanto.

Pero es que en septiembre me operan, sí, me sacarán un intruso que se alojó en mi ovario derecho. En septiembre también sabré si mi libro que envié a la Filuc quedó entre los finalistas o no.

En septiembre me preparo para dos noticias que desde ya me ponen muy ansiosa. Primero, quiero saber qué se siente no tener ese intruso en mi cuerpo, si se irá el dolor en la cintura y en el vientre, si ya no me cansará tanto subir escaleras, si se salvará mi ovario izquierdo, si será maligno o benigno. No sé, no quiero llenarme de preguntas, pero me da curiosidad todo aquello.

Lo segundo es por ese libro que escribí en menos de 48 horas porque soy un desastre de persona y lo envié casi al cierre de la convocatoria. Me inquieta saber si gustará al jurado y sobre todo, si llegará a publicarse, si las 80 páginas danzarán por las manos de lectores desconocidos que nadarán en todo lo que he hecho para ellos.

Me agrada la idea de pensar en que mis palabras andarán por sus huellas dactilares, me emociona saber que #elhilodeariadna ha creado una historia que guarda mares, dictaduras y libertades.

Ya quiero que sea septiembre, quiero saber qué sentirá mi cuerpo y quiero saber qué sentirán ustedes cuando lean ese poemario chiquito que he ideado.

La vida es un libro fascinante, una historia por descubrir, un sendero que pisar. Es un huésped extraño, una montaña llena de nubes, un camino lleno de flores y lodo. Es lo que no sabemos, pero que ansiamos.


El Hilo de Ariadna

miércoles, 8 de agosto de 2018

No traigan la carta

Vuelvo a los lugares a los que iba con mis amigos, pido el mismo té, pero ya no sabe igual, parece jugo de tamarindo, en cada sorbo exprimo mi lengua y doy patadas sin descanso, busco ese sabor que me enloquecía, pero no está como tampoco lo están mis amigos.

Cuesta vivir esta Caracas vacía, cuesta mirar hacia arriba, ver el concreto y no hallar respuestas. Sé que debo encontrar nuevos sabores o juro que no podré.

Necesito de vuelta los colores, el helado como me gustaba, volver a ocupar el Mc Donalds hasta la madrugada, necesito poder pagar el helado de nuevo, recobrar la libertad o juro que no podré.

Aunque ellos no regresen más, necesito ver gente y no estas mesas vacías, necesito que el niño también pueda comer helado y sea feliz. No necesito recuerdos, necesito momentos que me hagan sentir viva, necesito que mis pies vayan a donde quieran porque ahora en esta silla solo me apetece llorar.

No traigan la carta.


El Hilo de Ariadna

martes, 24 de julio de 2018

About that faces

I always believed that the skin of black people was made in a special way. In my
country the black people were tanned, shiny, and smooth, without any wrinkles,
just a simple beautiful skin, even the oldest did not have marks of their ages.

Really, the black people that I saw in the subway, on the street, in the juice shop or
in the hair extensions shop at Capitolio were happy people, without traces of
suffering or calamities. With white teeth, very white with a friendly smile.

Everything has changed. Now I see their emaciated faces, haggard, skinny. There
are no traces of those shining skins that evoked the tastiness of our tropical drums,
which just with their looks could catch you and bring to the coast.

Their laugh, light and hope is gone. The black people of my country are no longer
the same people, no one is already the same. The dictatorship has destroyed
everything, taking life, joy, kindness, dreams, smiles and even the desire to live; it
became a pandemic capable of damaging their faces and make them
unrecognizable.

The black people of my country are no longer the beach of the Caribbean Sea,
neither the sun, nor our toasted sugar cane. Today they are a bunch of scars, of
nights without sleep, hunger, cold and anger. Their faces are the proof of a
devastated and wounded nation, they are the skins of all of us, the cry and shout
that goes inside, the despair, they are our history and our present.

They are the faces.


Autor: Ariadna García
Translation: Ángel M. Borges
The original version: Sobre las caras 

miércoles, 18 de julio de 2018

El diagnóstico

No había síntomas, solo un pequeño dolor de vientre de lado izquierdo que comenzó a hacerse sentir desde hace un par de meses. Al principio lo asocié con la menstruación, luego noté que no se iba, sin embargo, no fue eso lo que me llevó a ver a la ginecóloga.

Hacía dos años que no pasaba por allí, en 2016 estaba muy ocupada rehaciendo mi vida y buscando empleo y en 2017 vinieron las protestas y eso lo ocupó todo, no tenía tiempo para pensar en mi salud, solo en Venezuela.

Algunos cambios en mi cuerpo me hicieron pensar muchas veces en lo peor, la verdad es que fueron varios los días que me dije: tengo cáncer, eso me hacía posponer aún más la ida al médico, tenía miedo, me paralizaba. Un olor insoportable me hizo enloquecer y decir iré a ver un doctor ¡ya! Según Google era gonorrea, yo esperaba que se tratara de una infección.

A la semana siguiente pedí cita, 4 de julio, 3:30 pm. Estaba tranquila, dije: esto seguro es una infección y ya está. Pasé al consultorio, me llamó la atención la hermosa y enorme taza que la doctora tenía en el escritorio, era de color negra y parecía mexicana, evocaba a las catrinas, aunque la ginecóloga aclaró que la había comprado en EEUU en una de esas tiendas por departamento.

Comenzamos a hacer la historia médica, me preguntó si algún miembro de mi familia había padecido cáncer u otras enfermedades crónicas, cuántas parejas y toda esa clase de cosas de rutina. Al pasar a la camilla, y empezar a examinar a través del eco transvaginal indicó que mi ovario derecho estaba "muy bonito", yo pensé: wow, los médicos si son raros ... ovario, ¿bonito? De igual forma me alegré y dije esto va bien.

Al cabo de unos minutos siguió explorando con más ahínco, no decía nada más, hasta que soltó: tienes un tumor en el ovario derecho, aquí está, ¿lo ves? Yo solo veía una sombra densa en la pantalla, no distinguía nada, hacía un esfuerzo para ver, pero nada, hasta que me señaló y más o menos entendí, me quedé callada, algo perpleja, me vestí, respiré profundo.

La doctora señaló que debía volver el lunes y tomar un enema para repetir el estudio y confirmar que no eran heces. Lo hice. Esa noche me resfrié, llovía y se lo achaqué a la humedad, estaba aterrada, no dormí casi nada. El fin de semana, estuve algo asustada, pero al mismo tiempo confiaba en mí y en que todo saldría bien,

El lunes regresé en compañía de mi tía quien quería pasar conmigo adentro pero le insistí que no, que yo quería entrar sola. Una vez más frente al monitor allí estaba, con más claridad, 7 centímetros. Terminamos, fuimos al escritorio para que me diera los pasos siguientes, allí sí permití que mi tía pasara. "Hay que operar a la brevedad posible o pudieras perder el ovario izquierdo", estaba claro lo que había qué hacer. Exámenes de laboratorio, tomografía, evaluación con el gastroenterólogo. Dos lagrimitas salieron de mi cuerpo y a partir de allí me dije: saldremos de esto.

Aunque mi tía y la doctora insistieron en que todo estaba bien, la certeza no estaría completa hasta tener los resultados que lo descartaran, una semana después, llegaron los exámenes y arrojaron que no había cáncer en mi cuerpo. Ese día me alegré tanto, llamé a todo el mundo, tenía una sonrisa que era imposible de ocultar. Tenía tantos motivos para agradecer y para reír.

He sido afortunada, he aprendido a amar cada segundo, he cultivado la serenidad y la paciencia, he encontrado las respuestas dentro de mí para salir ilesa.

Esa es la vida, una noche estás de cabeza por el tío que te gusta y al otro día estás pensando en que debes sacar una pelota de tu cuerpo.

La vida es una noticia inesperada, un giro de 360 grados, un momento importante, una sorpresa dulce o amarga. Es el no reprochar sino afrontar, es vivir, ir hacia adelante, es caminar confiados, es tener una sonrisa y pensar que todo estará bien.


Y todo estará bien.


El Hilo de Ariadna

lunes, 16 de julio de 2018

Sobre las caras

Siempre creí que la piel de los negros estaba hecha de una manera especial. En mi país los negros eran de tez curtida, brillante, tersa, sin ojeras, sin líneas de expresión, ni siquiera los más adentrados en años tenían surcos evidentes.

Realmente los negros que veía en el metro, en la calle, en el puesto de tizanas o en las tiendas de extensiones de Capitolio eran gente alegre, sin huellas de sufrimiento, ni calamidades. De dientes blancos, muy blancos y de sonrisa abierta.

Esto ha cambiado. Ahora veo sus rostros demacrados, ojerosos, con bajo peso. No hay rastro de esas pieles brillantes que evocaban la sabrosura de nuestros tambores, que con sus miradas te llevaban y te traían de la costa.

Se les fue la risa, la luz, la esperanza. Los negros de mi país ya no son la misma gente, nadie es ya la misma gente. La dictadura se lo llevó todo, arrasó la vida, la alegría, la bondad, arrancó los sueños, la sonrisa y hasta las ganas de vivir, se convirtió en una pandemia capaz de curtir sus caras hasta volverlas irreconocibles.

Los negros de mi país ya no son la playa, ni el sol, ni el papelón tostado. Son hoy un manojo de cicatrices, de noches sin dormir, de hambre, de frío, de rabia. Las caras de ellos son la prueba de una nación devastada y herida, son las pieles de todos, el grito que va por dentro, el llanto, la desesperanza, son nuestra historia y nuestro presente.


Son las caras.


El Hilo de Ariadna

domingo, 8 de julio de 2018

Una nueva crisis

Me pregunto si es esta una nueva crisis como las anteriores. A las 10 de la mañana del 3 de julio se fue la luz mientras esperaba el Metro. Todo quedó a oscuras, estaba tranquila pero al mismo tiempo sentía pánico, no por ese momento sino por pensar en quienes manejan el país, en la precariedad de los servicios. Voy montada en un autobús que es conducido por un sordo que también es ciego, voy sentada allí con cinturón de seguridad puesto, sin embargo, sé bien que lo que pueda hacer yo sola, no podrá salvarme, al menos mientras siga dentro del autobús.

Lo que vi durante todo el día me hizo cuestionarme seguir aquí, entonces me decía: tal vez, es uno de esos episodios como los anteriores en los que terminas hallando algo que te hace aferrarte, querer quedarte y seguir y seguir intentándolo a pesar de que el camino sea muy amargo.

"No todo puede ser tan horrible", me repetía. En la tarde salí de la oficina a hacer una entrevista a Bellas Artes, durante el trayecto recordé a una amiga con quien siempre caminaba esa zona, me vinieron miles de imagénes, en otro momento le habría pasado un mensaje para encontrarnos en Parque Carabobo, pero eso no sería posible porque hoy ella vive en otro país, una venezolana más arrojada al exilio, entonces ahí comencé de nuevo a echar de menos y a sentir esa sensación devastadora que lo embarga todo.

Hice una parada en el lugar para comer un helado y así intentar convencerme de que no todo era tan horrendo.

Me vi sentada en un McDonalds completamente vacío, los precios eran exorbitantes, terminé comprando uno, lo pagué con dos tarjetas para engañar a una y a la otra de que no eran tan pobres. Varias moscas me acompañaron alrededor de la mesa, de nuevo me recordaron el caos, el horror y la basura. Saqué una libretita y comencé a escribir. Hice el intento de llorar pero no pude, estaba tan cansada que ni siquiera podía empujar mis propias lágrimas.

También hice tiempo para no tomar el tren tan abarrotado, planeaba agarrar un libro de Murakami que llevaba en el bolso y leer en las horas siguientes.

Era probable que fuera como las crisis anteriores, donde seguro hallaré la sonrisa de alguien, la palmada del vecino, las caricias de mi gato, el azul del cielo, algún apamate rebelde y coleado. Y así mientras sigo en mi terquedad encontraré motivos para quedarme.

Quedarme.


El Hilo de Ariadna

miércoles, 20 de junio de 2018

Lorenzo Mendoza le dice otra vez No a Miraflores

Ariadna García - El Centro Empresarial Polar se llenó este 20 de junio con más de 800 líderes sociales en el marco del VI Encuentro de Organizaciones Comunitarias. Durante la cita, expertos de la encuesta Encovi detallaban sus hallazgos. Luego se presentaron tres modelos de acción exitosos cuyos protagonistas contaron cómo han logrado organizarse y sacar adelante a sus comunidades.

A media mañana, se anunció que el siguiente en intervenir sería Lorenzo Mendoza, la cabeza de la empresa anfitriona, el hombre que consiguió los derechos de transmisión del Mundial Rusia 2018 para televisión abierta como un "regalo" para los venezolanos -dijeron sus acólitos-, la figura que buena parte de Venezuela clama como Presidente.

En el escenario su presencia fue total, ataviado con jean, camisa blanca, saco azul marino y zapatos negros perfectamente pulidos. El podio resaltó su altura, menor a la que puede asumirse al verlo en fotografías, pero le sirvió para dar rienda suelta a una elocuencia impensada. Con una voz enérgica y palabras cercanas, incluso groserías de uso común, Lorenzo se soltó ante a un público que lo miraba con profunda admiración.

Mendoza se expresa sin eufemismos. Su verbo se acompaña de claridad en los planteamientos, aliciente que enciende a sus seguidores y los lleva a considerarlo como un líder y figura presidencial para el momento que atraviesa el país. Su discurso, además, es integral. Incluye datos, valores, llamados, esperanza. En la cita del miércoles 20 se refirió en reiteradas ocasiones a la familia y su importancia en la sociedad. Agradeció a su madre, quien estaba presente, por haberlo forjado y la describió como su heroína, la autora de una frase que afirmó fue un impulso para la prole: “El país está por encima de todo”.

Sus palabras emocionaron a los presentes. Tanto, que se atrevieron a hablarle. Unas seis mujeres -o más- pidieron la palabra para agradecerle por su trabajo y por el apoyo que Fundación Polar brinda a las comunidades; más de uno gritó: "Lorenzo te amo"; otros mostraron cariño y admiración, hubo quienes lanzaron preguntas ambiciosas como si tuviesen al frente a un mesías. Lorenzo Mendoza no dio tesis salvadora. Se limitó a responder con franqueza sobre los valores que lo han llevado a convertirse en un empresario exitoso: trabajo, trabajo y trabajo.

Y así llegó la exigencia que muchos tenían en la punta de la lengua. Un hombre encaró al caraqueño nacido en 1965 para exigirle que asumiera el reto que le pone Venezuela en el campo del liderazgo político. La respuesta de Mendoza fue sin cavilaciones: “Yo estoy en lo que sé hacer y en lo que puedo serle útil al país”.

La frase no complació a los asistentes que aspiran fervientemente que el hombre de la harina PAN elija el camino de la política. Pero él tiene un objetivo manifiesto: producir, seguir generando empleo y promover la empresa privada como motor para las transformaciones positivas de una nación como Venezuela que atraviesa una economía en bancarrota.
“Soy un hombre profundamente esperanzador”, dijo al ser consultado sobre el futuro del país
Mendoza reconoció la labor de cada líder comunitario pues, a su juicio, tienen un gran impacto positivo en la sociedad: “La pela está ruda y dura pero veo que hay esperanza, valores y si todo eso lo unimos tendremos una actitud positiva”. Entre anécdotas y reflexiones más íntimas, Mendoza habló de lo duro que puede ser la pérdida de un ser querido, por lo que reiteró que lo único que puede salvar es la actitud.

“Venezuela nos necesita a todos. Ustedes (los líderes comunitarios) están orientados a la acción y no a la discusión. Están activados, están construyendo”, agregó. El empresario que tras cada intervención terminó accediendo a más preguntas, manifestó que “la miseria no es la vía para que el venezolano pueda vivir". "Venezuela es un país que merece más y que sí tendrá la posibilidad de ser un país en desarrollo”.

“El país no necesita a Lorenzo Mendoza de Presidente, necesita de muchos Lorenzos Mendoza para cambiar”, bramó en contraste un hombre que tomó el micrófono. El empresario agradeció los elogios y aseguró que si cada quien hace la parte que le toca, la nación caminará en otra dirección.

Pese a las insistencias, Lorenzo Mendoza volvió a decirle No a Miraflores.

viernes, 15 de junio de 2018

Sí al aborto, sí a las mujeres y #quesealey

La emoción, la alegría, la fuerza y la esperanza que me produce lo que lograron este 14 de junio las mujeres en Argentina, es algo que no sé describir muy bien. De aprobarse o no el proyecto de ley en la Cámara de Diputados, el mensaje era más que claro, es una lucha de años, es un movimiento que cada día cobra más fuerza en el mundo entero. Tenemos voz mujeres, estamos unidas, claras. Esto no tiene retorno. 

Su lucha es la de todas, lo que nos demostraron estos últimos días es un mensaje que nos abraza a todas, que nos inspira a luchar, a hablar, a trabajar por nuestros derechos, a levantar la voz y a exigir los cambios con los que hemos soñado desde que éramos niñas que no son más que se nos eduque con igualdad de derechos y oportunidades para todxs. 

Ver sus expresiones tras conocer la noticia, es algo que 24 horas después aún me conmueve y me llena de alegría, puedo entender lo que sienten, lo que deseaban, lo que soñaban porque su lucha mujeres argentinas también es la mía. 

Gracias, gracias por su valentía, gracias por fuerza, su unión, su trabajo duro, esto lo han logrado luego de muchas, muchas batallas. Son cientos de vidas las que se han perdido no solo por prácticas de abortos ilegales, sino también por la violencia machista. 

Son miles de noches esperando este momento, soñando con este momento, y hoy desde aquí, desde allá, desde cualquier parte lo celebramos con ustedes ¡Gracias una vez más mujeres argentinas! 

Cuando era una niña me preguntaba por qué los hombres y las mujeres de mi familia no compartían las mismas tareas del hogar, por qué mi familia estaba compuesta por más mujeres que por hombres, por qué tantos de ellos habían renunciado a su paternidad. Parecía que criar los hijos y tender la casa era una responsabilidad exclusiva de las mujeres. Crecí con dudas, también con rabia para qué mentir. 

Odiaba que mi tío no fregara los platos o que ni siquiera un día se atreviera a hacer el almuerzo. Odiaba los maltratos de mi padre hacia mi madre. Crecí en una familia machista donde estas preguntas no se explicaban, se sepultaban. Pero crecí, crecí fuerte y crecí clara de que sí habría un mundo para mí, de que no estaba tan equivocada y de que en el futuro existiría una sociedad distinta para mí. 

El mensaje de estas mujeres me hace ver esa sociedad cada día más cerca. El patriarcado se va a caer. Se está cayendo ¡Gracias mujeres! 

El 14 de junio la Cámara de Diputados de Argentina, discutió la propuesta de despenalización del aborto, en una sesión que se extendió por 22 horas, la Cámara Baja del Congreso argentino le dio luz verde al proyecto de ley con 129 votos a favor y 125 en contra. Ariadna García

jueves, 17 de mayo de 2018

A pocos días de las elecciones esto piensan los venezolanos

Los comicios se desarrollan en un contexto de profunda crisis social y económica, un escenario muy distinto al de 2013 cuando Nicolás Maduro sucedió al fallecido Hugo Chávez

Ariadna García - Venezuela vivirá este domingo 20 de mayo la primera elección de 2018, en ella se decidirá quién ocupará la Presidencia durante el periodo 2019-2024. Con una inflación anualizada de más de 13.000% según la Asamblea Nacional, fallas en los servicios y una migración masiva de venezolanos hacia países vecinos, se llevarán a cabo estos comicios; un escenario muy distinto al de 2013 cuando Nicolás Maduro resultó electo.
Varias personas fueron entrevistadas para este trabajo en la Gran Caracas, para conocer los ánimos a solo horas de los comicios que se desarrollarán en todo el territorio nacional. En la elección presidencial de 2013 la participación de los electores fue del 80%.
Jorge Leal tiene 37 años, sin titubear responde que “no irá a votar”. “No creo que estas elecciones sean justas y además son inconstitucionales; siempre he sido votante, aunque esta vez no estoy de acuerdo”, dijo, además señaló que esta es la primera que no acudirá a un proceso electoral.
Entre los candidatos se encuentran Nicolás Maduro quien aspira a una reelección, el pastor evangélico Javier Bertucci y el opositor Henri Falcón, exgobernador del estado Lara.
“Son elecciones cuando tu eliges cuando eligen por ti no”, dice tajante un joven de 30 años en la Plaza Francia de Altamira. Explica que es la primera vez que se abstiene y que no se identifican con ningún candidato
Otro hombre al ser interpelado con la pregunta ¿votará este 20 de mayo? dijo: “No lo sé. Ni por una cosa, ni por la otra sino por todo lo contrario.
Las elecciones de este domingo están fuertemente cuestionadas por la comunidad internacional, en ese sentido, la Unión Europea, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas Para los Derechos Humanos, el Grupo de Lima y la OEA, han declarado en varias ocasiones que no reconocerán los resultados del 20 de mayo.
“Me gustaría, pero no tengo por quién votar, lamentablemente no hay un candidato por el que se pueda votar. No confío en el CNE; ahora menos que nunca. Jamás en mi vida había dejado de votar y creo que esta será la primera vez”, indica Ángel Alvarado, un obrero de 57 años, mientras hacían reparaciones en la Plaza Francia.
Más adelante otro sujeto expresa que “sí votará” y que siempre estuvo seguro de asistir a sufragar. El chavismo lleva 18 años en el poder, Maduro cinco, tras suceder al fallecido expresidente Hugo Chávez; cuando Maduro llegó al poder, el salario de los venezolanos era de 300 dólares, hoy es de unos tres dólares aproximadamente.
Una joven de 18 años contó que no podrá votar en estos comicios debido a que “el CNE nunca hizo nada para que las personas nuevas se inscribieran”, esta se convertiría en su primera elección.
La nación lleva cinco años en una recesión económica, agudizada por una espiral inflacionaria que cada día destroza el poder adquisitivo de los venezolanos. La falta de materias primas, así como los estrictos controles de precio han obligado a las empresas a cerrar sus puertas, el caso más reciente es el de la trasnacional Kellogg’s que anunció esta semana que cesaba sus operaciones.
El jefe de Estado ha insistido públicamente que la crisis se debe a una “guerra económica” en su contra por parte de Estados Unidos y otros países, hasta ahora Maduro y su gabinete no han admitido ninguna responsabilidad, no obstante, el candidato a la reelección pide a la población que le den su voto este 20 de mayo para mejorar la economía.
“No voy a ir a votar, porque no estoy convencida por ningún candidato”, manifiesta una mujer como de 60 años, otro hombre da la misma respuesta, mientras que un joven de 27 años aseguró que no irá “porque las elecciones son fraudulentas. Es primera vez que me abstengo”.
La debilitada credibilidad del Poder Electoral se profundizó cuando en agosto de 2017 la compañía Smartmatic, denunció que los resultados en las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente fueron manipulados con una diferencia de más de un millón de votos. En abril de 2017 la fiscal General luisa Ortega Díaz, reconoció públicamente la “ruptura del orden constitucional”, desde entonces la legitimidad del Gobierno de Maduro se ha desmoronado y se le ha acusado de violar los derechos humanos en el país.

lunes, 2 de abril de 2018

Romperlo todo

"No puedes volver atrás y romperlo todo"...

A veces estamos tan heridos que nos vamos al pasado a hacer añicos lo que hubo, lo que fue, solo para aumentar ese dolor que nos hace miserables, esa frase de allá arriba no es más que una verdad que llevo días sintiendo/viviendo. Vuelvo atrás y rasgo todo, con las uñas, con mis pensamientos, con el verbo, vuelvo para romperme y empezar de cero.

Tal vez no es la manera más idónea de arreglar las cosas, pero es la que conozco. Si fuese un animal sería un caballo, siempre voy hacia adelante, sin pausas, sin tomar aliento, sobrevivo como puedo, solo sé que debo levantarme y continuar, no me quedo en las derrotas, ni en los lamentos, cicatrizo a trompicones, pero cicatrizo, me coso sin anestesia y regreso entera.

Por estos días he llorado, he gritado, he dibujado, he vuelto al pasado para revivir a los muertos, he removido emociones viejas, he buscado lo que no se me ha perdido y ahora solo deseo cerrar la puerta.

Reconozco el dolor, uno que no buscaba, pero cuando se junta todo, es difícil encontrar el cauce de nuevo.  Estoy convencida de que todo lo que lastima no llega solo, es necesario haberle dejado la ventana abierta al huésped y solo tu puedes sacarlo.

Este duende que me recorre las venas debe marcharse, debe entender que soy una mujer feliz, completa, debe llevarse lejos su hedor y su torpeza, debe dejar quieto a este corazón sensible que se abre como árbol frondoso, debe dejar de atormentarme con recuerdos y volver al zapato viejo donde se ocultaba.

Debe entender que este dolor será el puñetazo que lo lleve lejos, porque a mí, a mí ya no me asusta.


El Hilo de Ariadna

martes, 6 de febrero de 2018

Desayuno con un chavista

Lo esperaba en casa porque me traería un par de hallaquitas que con cariño su esposa había preparado para mí, se trata de los que alguna vez fueron mis suegros, par de chavistas, unos ancianos. 

En aquella época les tenía paciencia y respetaba su ideología política, muy distinta a la mía, cuatro años más tarde, me doy cuenta de que ya no tengo ni la paciencia, ni las ganas, ni el corazón, ni la razón para entenderlos o para mantenerlos cerca de mi vida.

Los precios suben por "la especulación", no hay pan porque "han abierto más panaderías", lo que rebasó mi cabeza fue esta frase que resumo: "la vecina está más flaca porque es muy floja para la cocina". ¿Cuánto nivel de maldad cabe en un chavista? ¿Cuánto resentimiento? ¿Cuánta cobardía? 

Les hablo de dos profesores con varios posgrados, él me resumió el panorama económico de los países de la región, no es un desinformado, ni una persona sin educación, un desalmado tal vez. Hace mucho decidí sacar de mi lado a esa gente que no suma, esa gente que no hace empatía con los demás, a esa gente que lleva camisas rojas y saben ¿por qué? Porque ese rojo representa la sangre de los venezolanos que mueren hoy por obra y gracia de "su revolución".

Ariadna García