Cada día encuentro que duermo peor. A un costado de la cama, en el borde casi en el suelo, en el lateral derecho con la cara pegada a la pared. No doy vueltas, casi no hago movimientos al dormir, solo soy tan rebelde que hasta le llevo la contraria al cuerpo cuando en las noches se mete en su cama.
A veces encojo las piernas, sin darme cuenta me he quedado en la contorsión más insegura para la cervical.
Casi nunca hay centro, todo es a la derecha o a la izquierda. Dormir no es un acto placentero, es cobardía, te vas, te vas por unas horas de este horrible mundo o de este mundo horrible. Me resisto a irme aunque sea un instante. Mantengo las luces encendidas como ordenándoles que el día no acaba nunca.
Esta resistencia tajante y radical se ha vuelto eso, todos los días, cada noche, cada día. En mi cuerpo lo gobierno todo, en esta casa lo gobierno todo, en mi cabeza, en esta cama.
Soy el gobierno aquí y ahora.
El Hilo De Ariadna
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