Entró a la Maternidad Santa Ana con la convicción de que todo saldría bien, por la seguridad que le brindaba su médico tratante y salió con una serie de problemas en la vejiga y con la sensación de horror de quien acaba de estar en el infierno.
Andreina Gavidia, estuvo viendo su parto los nueve meses con un ginecobstetra, que tiene consultas privadas en el Centro Clínico Fénix. A principio de año, los partos en ese centro costaban 150.000 bolivares, Gavidia y su pareja accedieron a hacerlo allí, ya que tenían el dinero ahorrado, sin embargo, no contaban con que la inflación los haría mella y meses antes, el precio dio un salto a 600.000 bolívares, por lo que les era imposible.
El galeno también trabaja en la Maternidad Santa Ana, así que les garantizó que la atendería allí y que no habría ningún problema, Gavidia confió en él y dejó el nacimiento de su hijo en las manos de este doctor que parecía sincero.
El 16 de septiembre en su última consulta, el médico le dijo que se fuera a la Santa Ana, porque ya era hora de dar a luz y que él le induciría el parto, relata que llegó a eso de las 8 de la noche, le pidieron que pasara sola, sin nada, este se encargó de que le abrieran la historia para que la pasaran a la sala de partos.
Una vez que le colocaron pitocín para acelerar el alumbramiento, el doctor se quedó solo una hora, después de eso se desapareció. "Pensé que iba a volver y no lo hizo" expresa Andreina.
Vinieron las contracciones, los dolores, las heces y nadie la limpió, al igual que las otras mujeres de la sala, la precariedad las arropa a todas. Explica que luego de seis horas cuando sintió la cabeza de su bebé, la pasaron a un cubículo donde la esperaba un médico que jamás había visto, le pidió que por favor pujara fuerte, ella lo intentaba, sin embargo, le resultaba difícil, así que este la amenazó y le dijo que si no pujaba fuerte la trasladaría de nuevo a la sala de partos.
Se sometió a la solicitud del médico y esta vez lo hizo como él le indicaba, dice que este "para ayudarla" le ponía el brazo sobre el abdomen, para que el neonato saliera rápidamente, la advertencia volvió, luego de esto a las 4 de la mañana nació su hijo, se lo mostraron y se lo llevaron.
A las 8 en punto le pidieron que se sentaran en una silla, pues las camillas que existen en el lugar, son solo para las mujeres que se encuentran dando a luz, a esa hora apereció su médico de cabecera, la familia de Gavidia no sabía nada de ella, pues este le aseguró que les avisaría, pero se fue a dormir y no lo hizo.
A esa hora comenzó la pesadilla, les dijeron que las trasladarían a otro hospital por la falta de camas y comenzaron a dar a los bebés, a Gavidia no le entregaban el suyo, así que le dio el nombre a una enfermera que le dijo que lo buscaría, esta regresó sin el niño. Le dió nuevamente los datos y, volvió sin ningún éxito, explicándole que de seguro el pequeño se encontraba en hospitalización.
La madre no entendía nada, pues su bebé había nacido sano, así que se fue a recorrer toda la maternidad, ya que nadie le daba respuesta. Trató de conseguir ayuda de su médico tratante, pero este ya se había marchado, luego de tres horas apareció su hijo, todo se debió a que habían escrito mal los nombres.
La mujer estalló en llanto al tener a su bebé en brazos, después de eso finalmente la trasladaron a un hospital en El Valle. Pensó que el horror terminaría allí, pero faltaba todavía más.
Intentó orinar y no pudo, fue alrededor de cinco veces al baño y nada, llevaba 12 horas sin orinar, habló con una doctora y le colocaron una sonda, así fue que lo logró. La dieron de alta el domingo y le quitaron la sonda, al llegar a su casa notó que seguía sin poder orinar, una vez más, estuvo 12 horas así.
El día lunes vio a su doctor nuevamente, porque debía ser el médico tratante quien se encargara del caso, este no vio nada "raro" así que llamó a una urólogo, quien decidió colocarle una sonda hasta el día viernes y mandarle tratamiento médico.
Ha pasado una semana y su estado sigue igual, por lo que le dijeron que debía hacerse dos estudios: una urodinamia y una cistoscopia, para ver la vejiga y la uretra y determinar qué ocurre.
Gavidia asegura que se siente tranquila porque su bebé se encuentra bien de salud, pero lamenta el trato inhumano que reciben las mujeres que dan a luz en ese centro público. Denuncia la mala praxis, la irresponsabilidad de los médicos, y desea que ninguna otra mujer, viva lo que ella padeció.
Sin embargo, la realidad del sector salud en Venezuela es esa, está colapsado, la falta de insumos, de medicinas, de electricidad y de personal, ha llevado la situación a su punto más crítico, poniendo en riesgo la vida de los pacientes y también de sus trabajadores.
Sin embargo, la realidad del sector salud en Venezuela es esa, está colapsado, la falta de insumos, de medicinas, de electricidad y de personal, ha llevado la situación a su punto más crítico, poniendo en riesgo la vida de los pacientes y también de sus trabajadores.
Ariadna García
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