miércoles, 8 de agosto de 2018

No traigan la carta

Vuelvo a los lugares a los que iba con mis amigos, pido el mismo té, pero ya no sabe igual, parece jugo de tamarindo, en cada sorbo exprimo mi lengua y doy patadas sin descanso, busco ese sabor que me enloquecía, pero no está como tampoco lo están mis amigos.

Cuesta vivir esta Caracas vacía, cuesta mirar hacia arriba, ver el concreto y no hallar respuestas. Sé que debo encontrar nuevos sabores o juro que no podré.

Necesito de vuelta los colores, el helado como me gustaba, volver a ocupar el Mc Donalds hasta la madrugada, necesito poder pagar el helado de nuevo, recobrar la libertad o juro que no podré.

Aunque ellos no regresen más, necesito ver gente y no estas mesas vacías, necesito que el niño también pueda comer helado y sea feliz. No necesito recuerdos, necesito momentos que me hagan sentir viva, necesito que mis pies vayan a donde quieran porque ahora en esta silla solo me apetece llorar.

No traigan la carta.


El Hilo de Ariadna

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