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martes, 6 de febrero de 2018

Desayuno con un chavista

Lo esperaba en casa porque me traería un par de hallaquitas que con cariño su esposa había preparado para mí, se trata de los que alguna vez fueron mis suegros, par de chavistas, unos ancianos. 

En aquella época les tenía paciencia y respetaba su ideología política, muy distinta a la mía, cuatro años más tarde, me doy cuenta de que ya no tengo ni la paciencia, ni las ganas, ni el corazón, ni la razón para entenderlos o para mantenerlos cerca de mi vida.

Los precios suben por "la especulación", no hay pan porque "han abierto más panaderías", lo que rebasó mi cabeza fue esta frase que resumo: "la vecina está más flaca porque es muy floja para la cocina". ¿Cuánto nivel de maldad cabe en un chavista? ¿Cuánto resentimiento? ¿Cuánta cobardía? 

Les hablo de dos profesores con varios posgrados, él me resumió el panorama económico de los países de la región, no es un desinformado, ni una persona sin educación, un desalmado tal vez. Hace mucho decidí sacar de mi lado a esa gente que no suma, esa gente que no hace empatía con los demás, a esa gente que lleva camisas rojas y saben ¿por qué? Porque ese rojo representa la sangre de los venezolanos que mueren hoy por obra y gracia de "su revolución".

Ariadna García

viernes, 18 de agosto de 2017

Las marcas de una guerra

Hoy se sentó a mi lado (en el autobús) un joven con muletas, tenía un yeso en su pierna derecha, mi cabeza estaba muy activa en ese momento, todo comenzó desde que salí del centro Cultural Chacao y caminaba hacia Chacaíto, me era raro ver todo “en calma”, sin olor a gases lacrimógenos y sin restos de Maalox en el piso, decía: hace unos meses atrás sentía que eso era irreversible y que las protestas en las calles no tendrían retorno.

Al ver al muchacho me preguntaba ¿Cómo llegó su pierna a ese estado? ¿Será acaso una de esas personas que quedó lesionada por la represión del Estado? ¿Será uno de esos jóvenes que tantas veces vi recogiendo y devolviendo bombas? ¿Por qué su pierna lleva un yeso? Quería preguntarle y aclarar mis inquietudes pero eso habría sido un poco intimidador. 

Luego por la ventana vi a otro hombre, delgado, como de 30 años con una venda en la mano, creo que en la izquierda, las interrogantes regresaron ¿Será él otra víctima de la represión? ¿Quién indemnizará su mano? ¿Su vida? ¿Qué le pasó? ¿Comenzaré a ver a más gente con las marcas de una guerra? Aunque debo admitir que a estos los veo a diario, en las calles, en el metro, a las víctimas de este genocidio me las cruzo todo el tiempo.

Finalmente me bajé del autobús sin preguntar, pero con una leve certeza de que ellos sí estuvieron allí, de que las marcas en su cuerpo son el recordatorio de una brutal represión que duro más de tres meses, que aunque la calle se mueva con su ritmo habitual y se mantenga en silencio, las secuelas de esos días no los olvidaré jamás. 


El Hilo de Ariadna

jueves, 10 de agosto de 2017

La venganza de Delcy

Nicolás Maduro asomó la asamblea nacional constituyente (anc) en el mes de mayo (lo escribo así, en minúsculas, porque no reconoceré algo espurio), en ese momento citaba a Chávez, recuerdo que estaba de guardia ese domingo. En la redacción corrimos y me dijeron: "Maduro anunció una asamblea constituyente", en el video que había compartido VTV se tergiversaba la información, al escuchar el audio completo, comprobamos que en efecto, este citaba al fallecido expresidente.

Corregí la nota y quedó como un dejo de algo, una cosa que debía hacerse en algún momento, según las palabras del presidente, hoy dictador. Ese anuncio que parecía lejano, era la sentencia de la República, era la demolición de algunos poderes legítimamente constituidos, era el secreto a voces que venía a quitarle el velo al gobierno chavista, era la prueba irrefutable de que en Venezuela se había consolidado una dictadura.

Aunque la anc haya llegado para usurpar las funciones de los poderes y legalizar cuanta barbarie se les ocurra, considero que esto es una venganza: es la venganza de Delcy, es el desquite por ese 6 de diciembre que no pudieron soportar, es por los cuadros del difunto que les sacaron del Palacio Federal. No pudieron soportar que la gente eligiera la libertad y la democracia, que los venezolanos entregaran una mayoría absoluta a diputados de oposición. Ellos no lo vieron como unos comicios limpios, donde ganó el civismo y la Carta Magna, ellos lo vieron como una afrenta, una burla, como un desaire y ahora han llegado para cobrárselas, han llegado a ajustar cuentas con todo el arsenal.

Otra humillación que dejó muy afectada a Delcy fue la de los cancilleres en Argentina, imagino que esto la envió a un hospital durante varios días y luego seguramente se fue a París a pasar el mal rato, a hacerse el manicure y comer Pain Perdu. A este hecho se suma el de la OEA en donde la mujer no se cansó de hacer berrinches.

Esta anc es el último castigo que deseaban imponer a los venezolanos, la última miga de pan, la última aspirina vencida que tenían escondida en la despensa de medicinas que no llegan al seguro social. Esta anc consuma el horror de 18 años de destrucción. Finalmente el mundo le puso cara a un mito, un mito que creó Hugo Chávez y que endulzó a los países de la región, a la ONU, a la FAO, al mundo entero, un mito que se erigió sobre petróleo y muerte.

Hoy tenemos anc, el último telón, la última estocada, el último zarpazo a la democracia que quedaba en Venezuela, hoy sobrevivimos a un gobierno de facto que se muestra ante nosotros con la voz de esa insoportable mujer. Lo peor del chavismo no es su maldad, es su cinismo y su risita incómoda, es decir la palabra paz cuando es mejor que digan plomo, lo peor del chavismo no es que nos caigan a trompadas cada día, es su mala dicción y su falta de inteligencia, es tener que escuchar nada y luego escribirlo.

Lo peor de la anc no es su anc, es la mujer que escogieron para conducirla, creíamos que la anc venía a acabar con la propiedad privada, la autonomía universitaria, encarcelar a los disidentes, que traería más hambre y miseria, sí, la anc es todo eso, pero todo eso ya existía, lo que no se ha dicho es que la verdadera anc es la venganza de Delcy que viene con todo.



El Hilo de Ariadna

miércoles, 26 de abril de 2017

Una bomba que detiene un corazón

Una bomba lacrimógena detuvo este miércoles el corazón de Juan Pablo Pernalete, un joven de 20 años, imagino a Juan entre la multitud, entre las banderas tricolores y las camisas blancas, lo veo allí en la calle, parado, sudando, aguerrido, luchando por Venezuela, luchando con todas sus fuerzas por rescatarla y llevarla a un lugar mejor.

Imagino los brazos de juan, brazos fuertes, los de un atleta, esquivando bombas, devolviéndolas a las manos de la Guardia Nacional Bolivariana, corriendo de un lado a otro, huyendo del humo, de ese humo que pica en los ojos y en la garganta hasta hacerte vomitar.

Imagino a Juan ayudando a una señora que se asfixia, lo veo tomando algo de aire para regresar con más fuerza, lo veo allí en esa calle totalmente vulnerable, solo con sus ideales y con la convicción de que está cambiando la historia de su país.

Imagino a Juan corriendo con fuerza junto a sus amigos, imagino la bomba venir con furia y él solo tiene su pecho para detenerla, para pararla en seco y decirle: basta, aquí estoy yo, todo esto soy yo, no tengo miedo, no hay más, solo mi pellejo. La bomba no cede, impacta fuerte contre él, la bomba golpea su corazón hasta detenerlo.

Imagino a Juan en una camilla, luchando, luchando por vivir, porque sabe que su misión no está completa, Juan quiere salvar a Venezuela y no tiene ganas de perder, imagino su corazón henchido de alegría y de tristeza, imagino su pequeño corazón tomando de la mano a Venezuela, imagino a Juan diciéndole: no te rindas que yo no te defraudé, no te rindas que yo seguiré aquí entre tus recuerdos, no te rindas que yo te daré la fuerza, no te rindas que yo no lo hice.

Una bomba detuvo la vida de Juan, la congeló en un segundo, detuvo sus sueños y la esperanza de los que anhelan ser salvados, una bomba detuvo su sonrisa que debió de ser hermosa, detuvo la carrera de un estudiante, su beca, detuvo una juventud que no conoció la libertad. Una bomba detuvo un corazón que latía con fuerza, porque Juan no estaba dispuesto a perder: “Unas veces se gana, otras se pierde, pero esta vez, no estoy dispuesto a perder. TE AMO VENEZUELA”.

En memoria a Juan Pablo Pernalete, asesinado el 26 de abril en una protesta contra el gobierno de Nicolás Maduro.



Ariadna García

sábado, 22 de abril de 2017

A los que salen en defensa de Venezuela y de Hans Wuerich el joven desnudo en una protesta

Hace rato entendí de qué manera ser activa, eficiente y constructiva en mi país y no es precisamente desde la crítica, me sabe si la gente se va, se queda, si marcha, si cacerolea, si grita, nada de eso me interesa, tampoco los miles de audios que envían a diario por WhatsApp, ni las fotografías y vídeos que se vuelven virales, pero hoy recibí una cadena sobre el joven que se desnudó en una concentración, Hans Wuerich, con quien por cierto creo vi clases en la Universidad Santa María. 
El texto estaba escrito por la profesora Juymar García, docente de esa casa de estudios. Uno debe cursar Servicio Comunitario con García porque es la única profesora que lo da o al menos en el momento que yo estudié. 
Recuerdo el primer día de clases, humilló delante de todos nosotros a una muchacha que supuestamente se expresó de forma incorrecta hacia ella en el grupo de Facebook que había para esa cátedra, el reclamo me pareció desmedido, siguió y siguió, hasta ridiculizarla frente a todos, quise salir corriendo de allí, pero tuve que quedarme para pasar esa materia obligatoria, además ya me habían advertido sobre su trato. 
Hoy escribe en defensa de un estudiante, esos que ella misma ha vilipendiado en la Universidad Santa María, tantas veces, no creo en sus palabras hacia ese muchacho que, sin duda, es más que valiente al quitarse sus ropas frente al mundo. 
Hans fue símbolo de paz, de valentía y de libertad en medio de tantas vejaciones para los venezolanos, sin embargo, no dudo de que existan personas aprovechándose de la situación para ganar fama y lucrarse de esta terrible crisis. 
A los que salen a las marchas a cazar buenas tomas para hacerse famosos, a los que escriben sobre Venezuela para viralizarse, a los que actúan bajo esa premisa les digo esto: detrás de esas marchas hay mucho dolor, muchas familias destruidas, niños con hambre, enfermos, gente muriendo, hay un río de sangre también, que ha crecido en estos lamentables 18 años, hay gente llorando, impotente, hay luto, hay un dolor que debe respetarse y en momentos así es mejor guardar silencio, respetar, respetar a las víctimas, respetar el dolor y respetar a Venezuela.
Ariadna García

sábado, 4 de marzo de 2017

Un día de playa en Venezuela (crónica)

El día lunes 27 me fui a la playa con un amigo argentino que lleva casi dos años viajando por toda América Latina en su camioneta bautizada "La Vagabunda". En Venezuela ya lleva tres meses. Salimos dispuestos a celebrar los carnavales en busca de las hermosas playas de este lado del trópico. Al bajar a La Guaira nos encontramos mucha cola y alcabalas de rutinas. El carro de Diego lleva un cartelito que dice: me ayuda con un galón de gasolina o una ducha, por lo que varias personas nos sonreían y en un momento de la cola, un joven se acercó a ofrecernos un baño, nos dejó su número de teléfono y se marchó. Dos días después le escribió a mi amigo y nos enteramos que se habían ido hasta Todasana a ver si nos conseguían. Gracias Víctor.

Una hora más tarde entramos al pueblo de Osma, decidimos quedarnos allí porque La Vagabunda se estaba recalentando, teníamos más de cuatro horas manejando. Estábamos cansados, paramos en una bodega compramos algunas cosas para comer y al llegar nos instalamos plácidamente en la playa. 

Las olas subían como la espuma y varios niños no se separaban de ellas, tomamos Fernet Branca, vimos muchas aves pasar, jugamos Uno y aunque yo misma le había enseñado a Diego las reglas del juego cada tanto me perdía y las olvidaba. 

Nos sentamos en dos sillas a tomar el sol que quedaba, a conversar sobre las cosas más tontas e importantes de la vida, esperamos a que cayera la noche y vimos cómo las estrellas aparecieron como un show de luces para nosotros. Diego buscó su guitarra, tarareamos un par de canciones, entre esas Volver y Por una cabeza, fueron horas de paz y de disfrute en aquel paraíso oculto entre las montañas.

En la noche preparamos un par de arepas en su camioneta, hasta yucas chips, yo observaba todo con curiosidad porque era la primera vez que acampaba en la playa y la primera vez que compartía ruta con un viajero. Un viajero que esconde tesoros maravillosos en esa furgoneta, latas que contienen té, esencias aromáticas y música.

Al lado de nosotros había una familia de mariachis que más tarde tocaron junto a Diego temas alegres que nunca faltan en las fiestas. Pasamos una noche tranquila, el día martes la lluvia nos dio los buenos días, pero el sol saldría más tarde con toda su fuerza causándome una insolación que todavía me hace arder las rodillas. 

Estando en la playa Diego me hace una pregunta inusual "¿Ari yo estoy muy drogado o ashllá hay un perrito azul?". Yo pensé: a este cuate ya se le fundieron las neuronas, pero al virar la mirada comprobé que efectivamente se trataba de un perrito azul.

Estuvimos bajo el sol casi tres horas, entre entradas y salidas al mar y al río, vimos a un hombre con pinta de jeque árabe tropical y a muchos niños surfear con sus maravillosas tablas. Compramos cervezas en un kiosco que tenía los niños más obedientes del mundo, ayudaban a sus papás en los quehaceres del negocio con tanta diligencia que me asombraba y hasta le hice el comentario al padre.

Nos despedimos de esa playa sin ningunas ganas, pero al día siguiente yo debía estar temprano en Caracas. Cogimos carretera hacia La Guiara, al pasar por Los Caracas nos detuvimos a admirar ese inmenso azul que es capaz de arroparlo todo, Diego subió al techo de la camioneta y lo seguí, nos hicimos un selfie y luego continuamos el viaje entre charlas honestas y melodías radiales.

La Vagabunda no tenía caucho de repuesto así que decidimos parar en una cauchera. Eran las 5:30 de la tarde, al salir de allí Diego dio una vuelta en U y nos incorporamos a un elevado, en ese momento aparecen de la nada dos hombres en una moto, le muestran la pistola a mi amigo y le dicen que se detenga, él me dice "Ari nos van a robar pásame la cámara". Le paso el bolso con todo, allí veo por el parabrisas que tenemos a los dos hombres al frente, uno llevaba una camisa roja y el otro una negra, -vestían de civiles- automáticamente pensé: nos van a robar, nos van a matar.

Diego no les hizo caso y giró como pudo al final del elevado, sin importar que venían carros en sentido contrario, más tarde me diría: lo hice para salvar la vida, solo pensaba en eso. Estacionó el carro en una calle y se lanzó del vehículo, yo me quedé adentro con la cabeza entre las rodillas, hablando con Dios, implorándole que nos ayudara porque sentía que nos iban a matar. Los hombres se bajaron de su moto y apareció otro en su defensa, en total eran tres. Cerca había una licorería y salieron alrededor de diez personas, en ese momento me sentí más "segura" y salí del carro, los hombres me gritaron "¿quién más está allí?" -Yo, nada más estoy yo, nada más estoy yo- les dije.

Estaban muy alterados y agresivos, repetían continuamente "si nos hubieran matado, ah, cómo vas a dar esa vuelta así, eres loco". Diego les pregunta ¿Quiénes son ustedes? "Somos funcionarios y te vamos a detener el vehículo, te vamos a poner una multa y si no lo puedes manejar, me lo llevo yo", respondieron.

Uno de los hombres se acerca al carro y comienza a registrarlo por la puerta del piloto, Diego se sube por el otro lado y le pide que por favor no revise su carro, el hombre se enojó mucho más y lo agarró por el cabello, le estrujó la cabeza hacia abajo. Mi amigo se bajó del carro y le dije que me dejara hablar con ellos para ver si conseguía calmarlos.

-Cuál es el problema, no te hicimos nada, venimos de un día de playa no queremos causar ningún inconveniente- les digo. El tercer hombre que salió de la nada era el más insistente de todos y seguía con que los hubiésemos podido matar. Horas más tarde Diego me contó que esos hombres nunca estuvieron en el mismo canal que nosotros, de hecho iban en sentido contrario.

En el momento que estoy tratando de mediar con ellos, una de las personas que había a nuestro alrededor le dijo a Diego que al lado quedaba un módulo policial, él corrió hasta allá y regresó con dos policías, estos desenfundaron sus armas, detuvieron a dos de los hombres y se los llevaron hasta la unidad. Estuvimos allí como una hora. Aparecían más y más policías, uno que llegó de último, dijo: "esos querían pegarles un quieto. Quiébralos porque yo no voy a apoyar sinvergüenzuras". En ese momento sentí que se me helaba todo el cuerpo, a Diego le hacían muchas más preguntas que a mí, -qué cuanto tiempo tenía en Venezuela, si era argentino, si tenía los papeles en regla-. No veíamos la hora de que todo aquello terminara.

Al cabo de un rato, comencé a avisar a mi familia, a mi jefa que también es periodista y le expliqué en qué lugar exacto estábamos, mandé el número de pasaporte de Diego, la placa del carro, mi número de cédula, no podíamos confiar en la policía, puesto que minutos antes habíamos sido emboscados por unos supuestos policías, todo podía pasar, incluso sembrarnos droga y aparecer al día siguiente en la prensa como: dos turistas que traficaban droga en Venezuela se enfrentaron a una banda criminal.

De allí tuvimos que ir a un cuerpo de investigaciones de un municipio cercano, nos tomaron las declaraciones, un oficial le habló a Diego en inglés, otro le preguntó que qué era lo que más le había gustado de Venezuela, él respondió que no quería ser descortés pero que no estaba de ánimos para hablar de eso -Solo quiero llegar a salvo a Caracas oficial perdónémé-.

Lo peor había pasado, pero seguíamos allí, yo sabía muy bien que habíamos salido "barato" como decimos en Venezuela. Solo podía agradecer a Dios por estar bien y estar con vida, sentía una suerte de alegría, en un momento le di un abrazo a Diego y le dije -estamos bien, vamos a salir bien-.

A pesar de los vicios evidentes que existían en ese cuerpo de seguridad, los oficiales nos ayudaron, nunca intentaron sobornarnos, al final uno me hizo preguntas muy específicas sobre lo que había ocurrido, porque según él era muy justo y no quería que los oficiales quedaran destituidos de sus cargos.

Ya eran como las 9 de la noche, una oficial me preguntó si Diego era mi pareja, le dije que no, que era mi amigo. Imagino que la pregunta no representaba nada en aquel procedimiento de rutina, pero la comidilla no puede faltar en esas instituciones desgastadas por el tiempo.

Diego le insistió a uno de los oficiales en que nos custodiaran hasta Caracas porque teníamos miedo, ya eran las 10 de la noche y encima el tercer hombre se había esfumado. Accedieron a enviarnos con dos policías. Eso es algo que aún les agradezco.

Al llegar a la casa solo quería ver a mi gente ir a ver a mi tía y darle un fuerte abrazo, que supieran que estábamos bien, que seguíamos aquí completicos, que nadie nos había arrebatado la vida, que pudimos tener un final feliz como el que pocos pueden, que nuestro día de playa no estaba tan arruinado.

Al final le dije a Diego: hay dos cosas que no olvidaremos de este día, esto y el increíble perrito azul.





El Hilo de Ariadna


viernes, 24 de febrero de 2017

No puedo repetir las bromas de Maduro

Empiezo contando que yo nunca he sido la más graciosa, ni la más sarcástica o la más optimista, de hecho me considero bastante aburrida. Lo cierto es que desde niña me tocó hacer de grande, pues estaba en el medio de dos adultos que no eran capaces de resolver sus problemas sin incluirme y eso me llevó a encargarme de mí, de mis cosas, de mis tareas y en algunos casos hasta de mis fiebres. 

Para mí la vida siempre fue algo muy serio y desde pequeña supe cómo iban las cosas a mi alrededor. Así que hoy me resulta imposible hacer bromas con "la dieta de Maduro", la yuca amarga, los penes, las millonas y millones. Me es impensable hacer eco de los "chistes" que hace el presidente de Venezuela, porque detrás de esa yuca amarga van diez muertos y detrás de la "dieta de Maduro" van cientos de niños desnutridos, cientos de personas sin medicinas, presos políticos, criminalidad, narcotráfico, hambruna, desidia, pobreza... La lista es larga y me faltaría espacio para enumerarlas todas. 

Basta con entrar a un vagón del Metro de Caracas para ver el estado en el que se encuentra la gente, miradas perdidas, rostros cadavéricos, angustia, ropas que delatan que ya no son de la talla de esos cuerpos, se respira pobreza y violencia. Y es muy difícil hacer bromas con cosas tan serias o al menos para mí es así. 

Tal vez soy una amargada o demasiado vieja, pero esa es una de las cosas que más me separa de mis compatriotas, esa facilidad que tienen para convertirlo todo en una burla, esa manía de hacer de nuestra cruda realidad un meme, una mofa, un chiste malo.

Ahora el tema es el supuesto deportista Adrián Solano y digo supuesto porque desde que apareció su nombre en la palestra pública todo ha estado empañado de polémica y de hechos un tanto extraños. Primero una deportación desde Francia y luego una competencia con un desempeño terrible que se ha vuelto viral y que le ha valido el nombre de "el peor esquiador del mundo". 

Nicolás no se reirá de esto, de esto no hará chistes como lo hizo con la yuca amarga refiriéndose a una persona que "tuvo inconvenientes", "inconveniente" morir, un comentario tan burdo y tan desalmado, sobre un lamentable caso en el que una familia murió tras consumir este tubérculo.

Me cuesta prestarle atención a Solano y a sus memes o a los ñames de Maduro, me cuesta hacer chistes de este desastre que tiene al país sumido en la ruina. Me cuesta hacer bromas con "la dieta de Maduro" cuando veo que mi prima ha rebajado más 10 kilos y la miro como si no pasara nada, pero ambas sabemos qué pasa, pasa que ya en su casa no se hacen tres comidas al día sino dos o una como en tantos hogares venezolanos.

Pasa que pasan cosas gravísimas como que un parámedico no puede salvar vidas porque los motorizados simulan lesiones para robarle la moto y luego dispararle como a un perro. Pasa que una joven fue asesinada a golpes por sus compañeras de clase porque esta violencia desmedida se asentó como un cáncer en nuestra sociedad.

Pasa que no me río porque hay muchas familias que hoy lloran a sus hijos muertos o lloran porque se les fueron a otro país. Me cuesta mucho reirme de este caos porque cada caso es más grave que el anterior, porque nada se atiende y el desespero es muy grande. Pasa que ya los niños no van a las escuelas porque deben hacer colas por comida con sus padres.

También pasa que el Seguro Social ya no entrega las medicinas a tiempo y el reloj corre y las enfermedades no esperan. Pasa que las bolsas Clap no alimentan a una familia entera. Pasa que hay bebés muriendo en los hospitales por falta de medicinas y de equipos para ser atendidos.

Pasa que jugar con la vida de la gente me resulta dantesto y pasa que no puedo permitir que mi boca reproduzca las palabras de un dictador. 

El Hilo de Ariadna

jueves, 2 de junio de 2016

Hablo desde la crisis

Antes escribía mucho por aquí (Facebook), luego me ausenté, me ausenté hasta de mí, y lo hice por una razón, me daba cuenta de que quejarme no cambiaba nada de lo que pasaba a mi alrededor y lo que pasaba a mi alrededor era mucho. 

Medité y medité, me rompo la cabeza cada día evaluando de qué forma puedo ayudar a otros, de qué manera puedo hacer algo y eso que ha estado dentro de mí desde que era una niña volvió a encenderse. 

Mi mamá siempre ha tenido miedo, siempre quiso apagar esa cosita que veía en mi, esas ganas locas de alzar mi voz, siempre me dice "Ariadna tu no vas a cambiar el mundo" y sí, tal vez no lo cambie, pero voy a insistir en hacerlo. 

Recuerdo cuando tenía como 11 años y a un amigo le gritaron mariposón en la escuela, para aquel entonces él también era un niño y seguramente ni siquiera sabía que era gay, yo tampoco lo sabía, pero sí sabía que no podía tolerar eso que estaba pasando y lo defendí, le grité a los otros niños que lo dejaran en paz, él era tímido y no les dijo nada, finalmente se marcharon. 

Y así he sido siempre, detesto las injusticias, mas de una vez por la tranquilidad de mi madre me he callado y he dejado pasar cosas, luego me las reprocho.

"Ariadna hija controla ese carácter tuyo, tu eres muy alebrestada"  y con esta frase, me fui apagando y fui dejando pasar cosas, el manotón en el Metro, la irresponsabilidad de la Universidad por entregarme mis notas a destiempo, el mal trato de la vendedora, y un gran etcétera. 

Mi mamá también me dice "Caracas es muy peligrosa, la gente anda muy violenta y cualquiera tiene un arma, no digas nada, si te empujan te haces la loca, no reclames".

Y sí tiene razón, pero esto nos hace sucumbir ante el abuso, el irrespeto y la humillación, a la que uno no debe acostumbrarse nunca. Corro peligro para mi madre, porque prefiero morir, antes que arrastrarme, nunca marché, nunca voté, el miedo fecundado nunca me persuadió. 

La frase "hay que cuidar el trabajito" tampoco ganó, la dictadura sigue airosa, cada vez más llena de crímenes, cada vez más encochinada de muertes y de detenciones injustas, pero de mí no ha obtenido nada, sobre todo no ha obtenido mi dignidad, porque eso es lo único que uno tiene más preciado después de la vida.

Tal vez más adelante tengan mi compasión, pero sólo, cuando los responsables de esas muertes reciban su castigo. Las familias tienen el corazón roto y además de eso tienen hambre. Los enfermos mueren de mengua y nos necesitan.

El hambre y la violencia carcomen nuestro país y ya simplemente no quiero callar más, no quiero un abuso más, necesito alebrestarme.


AG

miércoles, 28 de mayo de 2014

Una Venezuela sin periódicos...

Desde inicios de año la prensa escrita en Venezuela ha vivido una situación bastante inestable, son varios los periódicos que han reducido sus páginas y en el peor de los casos han dejado de circular. 

Uno de los primeros en dejar de circular fue Notidiario, comunicaron "Luego de batallar hoy nos vemos obligados, léase bien, obligados a despedirnos de la edición impresa, la rotativa no rodará por un tiempo, se quedó sin su principal alimento, el papel periódico". Posterior a este se sumaron muchos otros por la crisis de papel. 

La crisis se ha acentuado, debido a que el gobierno venezolano,no ha querido hacer la entrega oportuna de las divisas, por lo tanto son más los medios impresos que se quedan sin papel y se ven obligados a dejar de circular como es el caso de la revista Eme de El Nacional o el diario Primera Hora, también producto de El Nacional.

Estar informado es un derecho universal que tiene todo ser humano, sería catastrófico que en Venezuela se extinguiera la prensa escrita, la prensa libre. Serían claros síntomas de una gran represión y del final de la libertad de expresión en Venezuela. 

En los últimos meses las redes sociales han sido de gran ayuda para la divulgación de información, nos han facilitado el acceso a la información, pero su veracidad y confiabilidad no se compara a la de un producto impreso, que lleva un proceso de revisión, pasa por las manos del redactor, luego de un editor, y al final este llega a las manos de sus lectores, un periódico es una figura importante dentro de una sociedad; sumémosle a esta situación, la cantidad de personas que quedarían sin empleo, realmente sería una situación devastadora para la comunidad periodística en Venezuela.

Muchos medios impresos han explorado otros terrenos, el de los contenidos digitales, ya que la mayoría de los periódicos tienen su versión en digital. El director del diario El Nacional, Miguel Henrique Otero, decía que ciertamente el periódico ha disminuido en circulación, pero que ha crecido en lectoría, cada vez son más las personas que usan internet y prefieren leer a los medios de referencia en el país, como es el caso de El Nacional o El Universal.

Representa un factor positivo la tecnología en los medios, sin embargo, sí todos migraran al internet y desaparece su versión en físico, creo que su permanencia en el mercado sería insostenible, debido a que habría un público insatisfecho no todas las personas saben usar una computadora, o simplemente prefieren tener el papel en sus manos así como muchos prefieren comprar un libro y palparlo, que descargarlo y leerlo por internet.

Considero que una de las razones por las que se debe quedar la prensa escrita, respetar y procurar su permanencia en el tiempo, es porque un periódico es icono de libertad de expresión, representa el libre derecho a escoger, a tener opciones, si hoy deseo leerlo por internet o deseo bajar al kiosco y sentarme en la panadería a leerlo, acompañado de un café. Un periódico representa la cotidianidad de muchos venezolanos, imaginar una Venezuela sin prensa escrita, es vivir una transgresión más a nuestra cultura, una despedida a lo que conocemos desde hace décadas. 


Ariadna García