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miércoles, 1 de noviembre de 2017

Rctv: un canal que duele así pasen mil años

Hoy me crucé con Ámbar Díaz en el trabajo, ya es casual ver gente de Radio Caracas Televisión (Rctv) pues muchos trabajan aquí. 

Ámbar no vino a una entrevista, ni tampoco como actriz, hoy es psicóloga y por la prisa parecía que andaba en cosas de trabajo, su cara la recordé de inmediato, crecí viendo ese canal, el 2, el único que se veía nítido en Albarico. 

Rctv era mi recreo, mi merienda, las noches de café con Radio Rochela. Rctv era como otra familia, ver a Ámbar no solo me conmovió, sino que “me aguó el guarapo”. 

Hoy lleva el cabello liso, sigue siendo gordita y su cara no ha cambiado en nada, ella era la actriz cándida de los eternos risos, que interpretó aquel personaje famoso llamado María Solita, la amiga o novia de Macho Flaco en “Hay amores que matan”. 

Ver esos rostros y escuchar esas voces que desaparecieron un 27 mayo de 2007, por orden de Hugo Chávez, me revive uno de los peores días para la libertad de expresión en Venezuela y para los hogares de los venezolanos.

Hoy comprobé que llevo a Rctv en el pecho, a sus producciones, sus mensajes de navidad, Rctv fue una cantina de chucherías que llenaba de alegría las salas de la casa. Solo uno sabe cuánto duele un país cuando se cruza con su gente. 






El Hilo de Ariadna


viernes, 18 de agosto de 2017

Señora usted habla así de los venezolanos porque no me conoce a mí

Quedé atrapada en una nefasta conversación de autobús, creo que hoy pasaron miles de cosas en esos dos autos que tomé para ir al trabajo. Eran dos señores como de 60 años y hablaban de lo barato de las cosas en Bogotá y en otros países, pero hablaban de esos precios como una especie de suerte divina que cayó sobre esas naciones, durante toda la conversación no hubo un argumento económico, ni político de porqué esos precios no se parecían a los de Venezuela. 

La señora también contaba que un fulano en Perú había encontrado muchas "facilidades" para abrir una cuenta, alquilar un apartamento y hasta conseguirse una novia a los dos años. Hablaban de Venezuela como si este fuera un país desgraciado y hundido en la ruina desde su descubrimiento, tampoco le achacaron nada al gobierno, cosa que nunca falta en una conversación. 

Lo más cumbre fue cuando dijo -lo que pasa es que el venezolano es flojo- y me vi a mi en cuestión de segundos, en un dos por tres me hice una radiografía y recordé mis dos trabajos actuales, ambos suman 13 horas, sí trabajo 13 horas al día, también pensé en mis años de estudio cuando salía de una guardia nocturna para llegar a La Urbina y pasar otras tantas horas más a punta de Gatorade y agua. 

Me provocaba voltearme y decirle -floja será usted- pero la decencia nunca me permite esos arrebatos y por el contrario me enfoqué en ver las hojitas que se asomaban por la ventana y en el Foro -El Periodismo en el Totalitarismo del Siglo XXI- al que asistiría cuando me bajara del autobús. 

Recordé que cada día escribo mejor y que me siento orgullosa de eso, recordé que soy una venezolana trabajadora, buena ciudadana y que mi trabajo mejora cada día porque para eso me preparo, así que señora ahora sí le voy a decir lo que le voy a decir: usted habla así de los venezolanos porque no me conoce a mí.

El Hilo de Ariadna

miércoles, 26 de abril de 2017

Una bomba que detiene un corazón

Una bomba lacrimógena detuvo este miércoles el corazón de Juan Pablo Pernalete, un joven de 20 años, imagino a Juan entre la multitud, entre las banderas tricolores y las camisas blancas, lo veo allí en la calle, parado, sudando, aguerrido, luchando por Venezuela, luchando con todas sus fuerzas por rescatarla y llevarla a un lugar mejor.

Imagino los brazos de juan, brazos fuertes, los de un atleta, esquivando bombas, devolviéndolas a las manos de la Guardia Nacional Bolivariana, corriendo de un lado a otro, huyendo del humo, de ese humo que pica en los ojos y en la garganta hasta hacerte vomitar.

Imagino a Juan ayudando a una señora que se asfixia, lo veo tomando algo de aire para regresar con más fuerza, lo veo allí en esa calle totalmente vulnerable, solo con sus ideales y con la convicción de que está cambiando la historia de su país.

Imagino a Juan corriendo con fuerza junto a sus amigos, imagino la bomba venir con furia y él solo tiene su pecho para detenerla, para pararla en seco y decirle: basta, aquí estoy yo, todo esto soy yo, no tengo miedo, no hay más, solo mi pellejo. La bomba no cede, impacta fuerte contre él, la bomba golpea su corazón hasta detenerlo.

Imagino a Juan en una camilla, luchando, luchando por vivir, porque sabe que su misión no está completa, Juan quiere salvar a Venezuela y no tiene ganas de perder, imagino su corazón henchido de alegría y de tristeza, imagino su pequeño corazón tomando de la mano a Venezuela, imagino a Juan diciéndole: no te rindas que yo no te defraudé, no te rindas que yo seguiré aquí entre tus recuerdos, no te rindas que yo te daré la fuerza, no te rindas que yo no lo hice.

Una bomba detuvo la vida de Juan, la congeló en un segundo, detuvo sus sueños y la esperanza de los que anhelan ser salvados, una bomba detuvo su sonrisa que debió de ser hermosa, detuvo la carrera de un estudiante, su beca, detuvo una juventud que no conoció la libertad. Una bomba detuvo un corazón que latía con fuerza, porque Juan no estaba dispuesto a perder: “Unas veces se gana, otras se pierde, pero esta vez, no estoy dispuesto a perder. TE AMO VENEZUELA”.

En memoria a Juan Pablo Pernalete, asesinado el 26 de abril en una protesta contra el gobierno de Nicolás Maduro.



Ariadna García

sábado, 22 de abril de 2017

A los que salen en defensa de Venezuela y de Hans Wuerich el joven desnudo en una protesta

Hace rato entendí de qué manera ser activa, eficiente y constructiva en mi país y no es precisamente desde la crítica, me sabe si la gente se va, se queda, si marcha, si cacerolea, si grita, nada de eso me interesa, tampoco los miles de audios que envían a diario por WhatsApp, ni las fotografías y vídeos que se vuelven virales, pero hoy recibí una cadena sobre el joven que se desnudó en una concentración, Hans Wuerich, con quien por cierto creo vi clases en la Universidad Santa María. 
El texto estaba escrito por la profesora Juymar García, docente de esa casa de estudios. Uno debe cursar Servicio Comunitario con García porque es la única profesora que lo da o al menos en el momento que yo estudié. 
Recuerdo el primer día de clases, humilló delante de todos nosotros a una muchacha que supuestamente se expresó de forma incorrecta hacia ella en el grupo de Facebook que había para esa cátedra, el reclamo me pareció desmedido, siguió y siguió, hasta ridiculizarla frente a todos, quise salir corriendo de allí, pero tuve que quedarme para pasar esa materia obligatoria, además ya me habían advertido sobre su trato. 
Hoy escribe en defensa de un estudiante, esos que ella misma ha vilipendiado en la Universidad Santa María, tantas veces, no creo en sus palabras hacia ese muchacho que, sin duda, es más que valiente al quitarse sus ropas frente al mundo. 
Hans fue símbolo de paz, de valentía y de libertad en medio de tantas vejaciones para los venezolanos, sin embargo, no dudo de que existan personas aprovechándose de la situación para ganar fama y lucrarse de esta terrible crisis. 
A los que salen a las marchas a cazar buenas tomas para hacerse famosos, a los que escriben sobre Venezuela para viralizarse, a los que actúan bajo esa premisa les digo esto: detrás de esas marchas hay mucho dolor, muchas familias destruidas, niños con hambre, enfermos, gente muriendo, hay un río de sangre también, que ha crecido en estos lamentables 18 años, hay gente llorando, impotente, hay luto, hay un dolor que debe respetarse y en momentos así es mejor guardar silencio, respetar, respetar a las víctimas, respetar el dolor y respetar a Venezuela.
Ariadna García