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viernes, 18 de agosto de 2017

Las marcas de una guerra

Hoy se sentó a mi lado (en el autobús) un joven con muletas, tenía un yeso en su pierna derecha, mi cabeza estaba muy activa en ese momento, todo comenzó desde que salí del centro Cultural Chacao y caminaba hacia Chacaíto, me era raro ver todo “en calma”, sin olor a gases lacrimógenos y sin restos de Maalox en el piso, decía: hace unos meses atrás sentía que eso era irreversible y que las protestas en las calles no tendrían retorno.

Al ver al muchacho me preguntaba ¿Cómo llegó su pierna a ese estado? ¿Será acaso una de esas personas que quedó lesionada por la represión del Estado? ¿Será uno de esos jóvenes que tantas veces vi recogiendo y devolviendo bombas? ¿Por qué su pierna lleva un yeso? Quería preguntarle y aclarar mis inquietudes pero eso habría sido un poco intimidador. 

Luego por la ventana vi a otro hombre, delgado, como de 30 años con una venda en la mano, creo que en la izquierda, las interrogantes regresaron ¿Será él otra víctima de la represión? ¿Quién indemnizará su mano? ¿Su vida? ¿Qué le pasó? ¿Comenzaré a ver a más gente con las marcas de una guerra? Aunque debo admitir que a estos los veo a diario, en las calles, en el metro, a las víctimas de este genocidio me las cruzo todo el tiempo.

Finalmente me bajé del autobús sin preguntar, pero con una leve certeza de que ellos sí estuvieron allí, de que las marcas en su cuerpo son el recordatorio de una brutal represión que duro más de tres meses, que aunque la calle se mueva con su ritmo habitual y se mantenga en silencio, las secuelas de esos días no los olvidaré jamás. 


El Hilo de Ariadna

lunes, 24 de julio de 2017

30 poemas y un fin


  1. Los días se volvieron más ruidosos y la herida ondeaba entre el hambre y la ruina.
  2. Contábamos los días con las manos apretadas y rezábamos para que no fuera 30.
  3. La garganta se secó y ya no encontraba las palabras.
  4. La única preocupación no era comer, era vivir.
  5. La Cruz Roja izó su bandera pero ya los muertos eran decenas y centenas.
  6. No había temor a él pero sí al gatillo que estaba más alegre.
  7. Los motorizados se multiplicaron al igual que las armas, todo antes del 30.
  8. Había una sensación de que siempre era fin.
  9. Los días no se vivían, nos vivían.
  10. Cada muerte me abatía como un recordatorio de que también era mi muerte.
  11. El agua faltaba, la comida faltaba, pero la risa nunca se nos fue.
  12. Todo se definía antes o después del 30.
  13. El 30 era una condena de muerte y la gente lo sabía.
  14. Nada se alejaba más como la vida y la libertad.
  15. El canto era democracia, como una palabra nueva.
  16. Las mujeres fueron tan fuertes que se volvieron los verdaderos soldados.
  17. Ni con trajes de tigres asustaban, lo habían perdido todo.
  18. La sangre de esos días era tan joven que a todos eclipsaba.
  19. Por la ventana solo se escuchaba muerte.
  20. El 16 fue una fiesta tricolor.
  21. Las amenazas eran tan reales como el sol que nos alumbraba cada día.
  22. Yo escribía esto con el pesar de los pasares.
  23. Cada día era un venezolano menos.
  24. Los niños regresaban de la escuela con el olor de una guerra.
  25. No había rendija por donde esconderse, la ansiedad te devoraba.
  26. Aprendieron a defenderse de las bombas como los noruegos del invierno.
  27. Altamira se cundió con dos palabras: tenemos hambre.
  28. La muerte no era lo peor, era la tortura y sus caras.
  29. Se creían invencibles pero el pueblo habló en más de siete millones de formas.
  30. La tiranía era real pero la gente también.
El Hilo de Ariadna