jueves, 29 de diciembre de 2016

Carta a los compas que me robaron

Caracas; 28 de diciembre de 2016



Esa mañana me demoré como todos los días... 

Hace una semana había comprado mi regalo de navidad: una tableta de chocolate de Mantuano Chocolate, que por cierto, está cubierta con un empaque hermoso, era de sarrapia, tenía un olor exquisito, no alcancé a probarla, pues, quería hacer una foto especial para escribir sobre el chocolate venezolano.

Ese día finalmente hice la foto en la Avenida Victoria y al terminar lo eché en mi morral, previo a eso había metido mi camarita Kodak, la sombrilla para la lluvia, los audífonos para escuchar música mientras la gente comienza a hacer comentarios necios, la última toalla sanitaria que me quedaba, el cepillo de dientes por si me quedaba en casa de mi tía, una que otra pastilla para cualquier eventualidad y, ¡los lentes¡ ¡Mis ojos! 

En el ojo derecho tengo 2,10 de astigmatismo y en el izquierdo 2,04, ese miércoles había decidido habituarme nuevamente a los lentes de contacto, pues, hace un mes, me habían irritado el ojo derecho y decidí no usarlos más. 

Llegué a la estación Los Dos Caminos como de costumbre y agarré el bus hacia mi trabajo, esa mañana me distraje, iba una conocida y nos instalamos a conversar, no los divisé. Ustedes iban sentados al final y yo adelante. 

Al cabo de un rato de ir en la vía, vi cuando uno de ustedes se levantó con la pistola en la mano, inmediatamente supe que nos iban a robar, nunca antes había vivido algo parecido. Cuando la mujer que los acompañaba a ustedes dos, dijo: me dan todas las prendas y los celulares, de inmediato me quité el anillo de fantasía que llevaba puesto y mi teléfono que era lo más costoso que tenía y se los entregué.

Antes de bajarse, ella me vio y me pidió mi morral, le dije: mi cédula, "Qué cédula ni qué cédula, dame el bolso". Se lo dí,ustedes estaban armados, nadie puede ante un arma y tampoco me gusta la violencia.

Hasta ahora, no he pensado en el dinero, ni en el celular, la verdad no me importa, les dí lo más costoso que tenía, pero ustedes decidieron llevárselo todo, se llevaron mis ojos, mi navidad y mi música, la música que me acompaña cada día y me pone a tono cuando amanezco sin ánimos. 

Compas, esta carta, seguro tendrá errores ortográficos, estoy haciendo un esfuerzo para escribir, los ojos se me irritan, los lentes me  incomodan y no logro ver perfectamente. 

Me preocupa cuando volveré a ver bien, pues, los lentes están muy costosos y no tengo cómo comprarlos, me pregunto si podré estar con estos mínimo un mes, si las gotas Clarasol me ayudarán. Ustedes seguro los rematarán, o los echarán a la basura, y yo desearía encontrar esa basura. 

Me preocupan los próximos días porque no podré ver El Ávila con nitidez, me preocupa que no tengas piedad con los que robas y antes de bajarte del bus les digas groserías. No los conozco, no sé cómo ha sido su vida, pero les aseguro que todos en algún momento la hemos pasado mal y eso no nos dá licencia para ser hijos de puta, me preocupa tu odio y tu rabia, pero no me extenderé en lo que eres, ustedes son lo que son y así lo decidieron. 

A pesar del mal rato, me encuentro sana y con vida y eso es lo más importante, grande y especial que tenemos. Me dejaron con un problemón que resolver, pero sé que esto es una tontería comparada con lo que ustedes le han hecho vivir a otros, otros que han muerto, por un celular como el mío, o por un reloj y créanme compas no vale la pena, no vale la pena detener corazones que vibran cada día, no vale la pena destrozar familias y seguir engrosando esa sangrienta lista con la que cerramos año, tras año.

No puedo seguir escribiendo más, me cuesta mantener la mirada aquí, si leen esto pronto, pueden devolver mis lentes, ya saben que en algún lugar alguien observa a trompadas y se acuesta mirando un techo borroso. Espero que algún día tu dejes de hacer esto, para poder vernos con claridad, tu eres venezolano y yo también, tu robas cosas materiales para vivir y otros podemos vivir sin cosas materiales.

Yo sólo necesito mis ojos para mirar y tú te los llevaste.


A.G

Pasiflora

Tu que has visto tanta muerte, llora de alegría alguna vez, pasiflora.

Escucha mi canto, mi pecho se abruma, mi cara se aclara de velo y corona.
Mi cara no canta, no tiene remedio, sin ti, pasiflora.

Revive tu gracia, tu cuerpo lo aguanta, no vayas tan lejos ¿por qué pasiflora?

La luna se marcha, mi alma no aguanta, no aguanta esta hora.






A.G

domingo, 20 de noviembre de 2016

Carta al amor de mi vida que no conozco

Caracas; 20 de noviembre de 2016

Hola, no te conozco pero decidí hacerte una carta hoy 20 de noviembre de 2016, espero que la leas algún día.

Nunca le he podido decir a nadie: eres el amor de mi vida, tal vez, porque le doy muchas vueltas a todo, lo analizo todo, lo racionalizo todo. Pensar en el "amor de mi vida", es pensar en toda una vida, una vida que no sé cuánto durará, ni cómo vendrá, o si existe tal cosa, por lo pronto, me he concentrado en vivirlos, sin llamarlos o etiquetarlos por algún nombre.

Pero a ti, si existes, quiero decirte un par de cosas...

No me importa cómo lucirás, si serás hombre o mujer, si serás bajito, alto, rubia, morena, fuerte o despeinado. 

Me interesa que tengas empatía con la gente, me gustaría que fueras honesto, compasivo, que no seas indiferente ante la desgracia ajena, también quisiera que seas justo, que no seas machista, que me respetes, que seas amoroso y comprensivo.

Me enloquecería que te involucraras en mi vida, seguramente te dejaré sacudirla toda, me gustaría que leyeras lo que escribo, porque luego me encantará escuchar las críticas o que aprendieras a conocerme tanto, que de vez en cuando me compartas imagénes de ilustraciones colores pasteles que tanto me gustan o que sepas también que los cactus me fascinan, así termine pinchada muchas veces.

Me gustaría que aprendieras a detectar cuando quiero estar sola o cuando sólo necesito un abrazo. No estoy ansiosa por conocerte, aunque quisiera saber de qué color lucen tus ojos frente al sol, si sonríes, si tienes cara redonda o de pan cuadrado, si te gusta pintar o prefieres enseñar. Me interesa saber qué hay dentro de tu corazón y si este es capaz de abrirse y de mostrarse sin temor a ser lo que es. 

Quiero que seas libre, verdadero, aunténtico, quiero que te escuches y que me escuches, quiero que me prestes atención cuando te hablo, porque seguramente en ese segundo no habrá nada más importante para mí que tú, quiero que sepas que todo me lo tomo en serio, que las horas contigo serán en serio porque vivo los días intensamente y me cuesta desaprovecharlos, quiero que me digas cuando algo no me queda bien o cuando me vea hermosa, quiero que seas maduro, que no me juzgues, que no me ates, también quiero que estés.

Quiero sentir que puedo confiar en ti y apoyarme cuando mis hombros sean débiles, quiero que sepas que aprendí a estar sola, pero también acompañada, quiero que me des aliento y que me hagas creer que el mundo es bello cuando yo haya perdido la fe en todo.

Quiero que te parezcas al sol, pero sin quemarme.



 El Hilo de Ariadna

lunes, 7 de noviembre de 2016

El día que hice un amigo refugiado en Berlín


Hace un año conocí a Mazen en Berlín, yo me encontraba en una estación de tren tratando de llegar al puente de Oberbaum, había caminado por horas Kreuzberg, caminé hasta perderme, solo hice una parada en un restaurant vegano, donde comí una sopa de lentejas y unas bruschetas que horas después me provocaron el vomito.

Yo viajaba sola, lo único que llevaba era un morral, un mapa y muchas ganas de conocer. No tenía idea de cómo llegar a ese lugar, me impacientaba y decidí pedir ayuda, vi a Mazen de lejos, llevaba audífonos así que dudé en preguntarle, sin embargo, me paré frente a él y le señalé el puente en el mapa, como pude le pedí que me dijera cómo llegar allí, fue más difícil de lo que pensaba, ninguno de los dos hablaba un idioma parecido, él árabe y yo español. 

De alguna manera pudimos comunicarnos al punto de que Mazen insistió en acompañarme y a partir de allí hicimos un pequeño recorrido por la ciudad, sentí que éramos amigos de toda la vida, con nuestro poco inglés hablamos, me contó que venía de Siria que era refugiado y que su familia se encontraba en Alepo, para ese momento llevaban tres días sin luz, sin agua y sin comida.

Mazen tenía tres meses viviendo en Berlín, adaptándose a un nuevo país, aprendiendo un nuevo idioma, desde que lo vi intuí que se sentía solo. También sentí como si yo había sido una vieja amiga que llegaba a visitarlo.

Fuimos al puente de Oberbaum, vimos cómo las luces de colores se reflejaban en el agua, tomamos un bus y no pagamos, llegamos al Domo de la ciudad y recorrimos varios lugares, incluyendo la famosa Puerta de Brandeburgo.

Por su hospitalidad lo invité a cenar, lo llevé a un Subway, me explicó qué carnes no comía y que nunca antes había estado allí, yo sabía un poco más de alemán así que pedí los sándwiches, me contó que era casado y que esperaba que su esposa llegara en unos meses, me parecieron muy jóvenes para tal compromiso, 21 años cuando mucho, pero es parte de su cultura.

Comimos, después de eso llegó la hora de marcharme, mi bus salía a las 11pm, Mazen nuevamente insistió en acompañarme, esta vez hasta la estación central, que era bastante lejos de donde nos encontrábamos, se comportó terriblemente amable y caballero. 

Al momento de decir adiós, nos dimos un apretón de abrazos, sentí que me despedía de un gran amigo. Ha pasado un año y Mazen no se ha reencontrado con su familia, seguimos siendo amigos, ya hoy habla alemán y tiene trabajo, no le pierdo la pista, él siempre será mi referencia en el exilio.


AG

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Mi relación con mi padre acabó muy mal

Fue hace dos años, en julio de 2014, cuando yo me había dado una tregua con él.

Nunca habíamos pasado tiempo juntos, en octubre de 2013 me mudé a su casa porque no conseguí alquiler en ningún otro lado y donde yo vivía debía desalojar y entregar. Mi padre me insistió que viniera con él, que así me ahorraría gastos, pese a todo lo que sabía y conocía de él, pensé que era una buena oportunidad para compartir por primera vez de padre a hija.

Al principio todo marchó normal, trataba de ser lo más cuidadosa posible y de mantener un poco de distancia, pues sabía que era una persona volátil y agresiva.  

Hablar con papá de política era uno de esos temas que lo hacían encolerizar, así que evité tocarlo por completo. Pasaron cuatro meses "en calma", casi no hablábamos, casi no compartíamos, pero era lo mejor para llevar la fiesta en paz.

En abril, fue la primera discusión fuerte, yo hice una llamada telefónica de más de cinco minutos y eso a él lo enojó muchísimo, ese día lloré, lloré mucho y me fui a casa de una tía, regresé a los dos días.

Luego de esa pelea casi no nos hablábamos, ni siquiera de cosas estrictamente necesarias, realmente no nos hablamos. Sentía que mi papá era el colmo del egoísmo y de lo inentendible, no podía descifrar cómo se podía molestar por una llamada telefónica que inclusive me ofrecí a pagar. 

Yo lo tenía incluido en el seguro médico de mi trabajo, el día de la discusión lo amenacé con sacarlo y lo hice, él se enteró a los meses y ese fue el motivo para que todo se pusiera peor.

Mi papá comenzó a hacerme la vida un infierno y a vengarse, ya no quería que yo usara las cosas de la casa, posiblemente quería que me fuera. En todo ese tiempo no conseguía para dónde mudarme, cosa que me mantenía allí retenida.

Un día llegué de la universidad, necesitaba lavar y busqué el cable de extensión para conectar el lava ropa, no lo encontraba, después de mucho revisar lo conseguí escondido detrás de un mueble de la cocina, lo tomé e instalé la máquina, pues no iba a ahondar en el asunto.

Mi papá hablaba por teléfono y comenzó a decirme cosas horribles, colgó y seguía insultándome, me repetía que si no me daba cuenta de que él no quería que yo usara sus cosas, que si yo lo había sacado del seguro, pues que no agarrara nada, yo le respondí que no entendía por qué se comportaba así, que yo era su hija, que se suponía que él debía protegerme y ayudarme, no hacerme las cosas más difíciles. Él subía el tono de voz, comenzó a maldecirme, me botó de la casa, más y más insultos colmaron esa tarde que, ha sido seguramente el peor día de mi vida y el más estresante.

Cuando escuché que me deseaba la muerte llamé a mi madre, la puse en altavoz para que escuchara, parecía una jauría de perros, yo empecé a gritar "cállate, cállate, cállate", ya no soportaba oir cosas tan horribles. Ese día me sentí resquebrajada, profundamente herida y sola, no sabía qué hacer ni a dónde ir, realmente quería morirme. 

Hice una maleta y me fui, llamé a una tía para decirle que iría para allá, esta recibió mis cosas, no volví hasta el día sábado a recoger todo, el día domingo hice mi mudanza y desde entonces, lo saqué de mi vida.

Muchos en la familia no toman en serio mi decisión, bromean, pero mi papá es una persona mentalmente inestable, que inclusive ha acosado a las novias que ha tenido, llegó a golpear a una tía dos veces y aún así, hay personas a mi alrededor que lo defienden.

Desde hace dos años busco tranquilidad, relaciones sanas y también empecé a curarme, pues ese momento me quebró. Mi padre ha buscado acercamiento, pero no pienso poner otra vez en riesgo mi paz y mi estabilidad, sé que es necesario sacar de nuestras vidas, todo lo que hace daño inclusive si ese todo se llama -padre-.



AG




sábado, 24 de septiembre de 2016

Parir en la maternidad Santa Ana: una experiencia nada celestial

Entró a la Maternidad Santa Ana con la convicción de que todo saldría bien, por la seguridad que le brindaba su médico tratante y salió con una serie de problemas en la vejiga y con la sensación de horror de quien acaba de estar en el infierno.

Andreina Gavidia, estuvo viendo su parto los nueve meses con un ginecobstetra, que tiene consultas privadas en el Centro Clínico Fénix. A principio de año, los partos en ese centro costaban 150.000 bolivares, Gavidia y su pareja accedieron a hacerlo allí, ya que tenían el dinero ahorrado, sin embargo, no contaban con que la inflación los haría mella y meses antes, el precio dio un salto a 600.000 bolívares, por lo que les era imposible.

El galeno también trabaja en la Maternidad Santa Ana, así que les garantizó que la atendería allí y que no habría ningún problema, Gavidia confió en él y dejó el nacimiento de su hijo en las manos de este doctor que parecía sincero.

El 16 de septiembre en su última consulta, el médico le dijo que se fuera a la Santa Ana, porque ya era hora de dar a luz y que él le induciría el parto, relata que llegó a eso de  las 8 de la noche, le pidieron que pasara sola, sin nada, este se encargó de que le abrieran la historia para que la pasaran a la sala de partos.

Una vez que le colocaron pitocín para acelerar el alumbramiento, el doctor se quedó solo una hora, después de eso se desapareció. "Pensé que iba a volver y no lo hizo" expresa Andreina.

Vinieron las contracciones, los dolores, las heces y nadie la limpió, al igual que las otras mujeres de la sala, la precariedad las arropa a todas. Explica que luego de seis horas cuando sintió la cabeza de su bebé, la pasaron a un cubículo donde la esperaba un médico que jamás había visto, le pidió que por favor pujara fuerte, ella lo intentaba, sin embargo, le resultaba difícil, así que este la amenazó y le dijo que si no pujaba fuerte la trasladaría de nuevo a la sala de partos.

Se sometió a la solicitud del médico y esta vez lo hizo como él le indicaba, dice que este "para ayudarla" le ponía el brazo sobre el abdomen, para que el neonato saliera rápidamente, la advertencia volvió, luego de esto a las 4 de la mañana nació su hijo, se lo mostraron y se lo llevaron.

A las 8 en punto le pidieron que se sentaran en una silla, pues las camillas que existen en el lugar, son solo para las mujeres que se encuentran dando a luz, a esa hora apereció su médico de cabecera, la familia de Gavidia no sabía nada de ella, pues este le aseguró que les avisaría, pero se fue a dormir y no lo hizo.

A esa hora comenzó la pesadilla, les dijeron que las trasladarían a otro hospital por la falta de camas y comenzaron a dar a los bebés,  a Gavidia no le entregaban el suyo, así que le dio el nombre a una enfermera que le dijo que lo buscaría, esta regresó sin el niño. Le dió nuevamente los datos y, volvió sin ningún éxito, explicándole que de seguro el pequeño se encontraba en hospitalización.

La madre no entendía nada, pues su bebé había nacido sano, así que se fue a recorrer toda la maternidad, ya que nadie le daba respuesta. Trató de conseguir ayuda de su médico tratante, pero este ya se había marchado, luego de tres horas apareció su hijo, todo se debió a que habían escrito mal los nombres.

La mujer estalló en llanto al tener a su bebé en brazos, después de eso finalmente la trasladaron a un hospital en El Valle. Pensó que el horror terminaría allí, pero faltaba todavía más.

Intentó orinar y no pudo, fue alrededor de cinco veces al baño y nada, llevaba 12 horas sin orinar, habló con una doctora y le colocaron una sonda, así fue que lo logró. La dieron de alta el domingo y le quitaron la sonda, al llegar a su casa notó que seguía sin poder orinar, una vez más, estuvo 12 horas así.

El día lunes vio a su doctor nuevamente, porque debía ser el médico tratante quien se encargara del caso, este no vio nada "raro" así que llamó a una urólogo, quien decidió colocarle una sonda hasta el día viernes y mandarle tratamiento médico.

Ha pasado una semana y su estado sigue igual, por lo que le dijeron que debía hacerse dos estudios: una urodinamia y una cistoscopia, para ver la vejiga y la uretra y determinar qué ocurre.

Gavidia asegura que se siente tranquila porque su bebé se encuentra bien de salud, pero lamenta el trato inhumano que reciben las mujeres que dan a luz en ese centro público. Denuncia la mala praxis, la irresponsabilidad de los médicos, y desea que ninguna otra mujer, viva lo que ella padeció.

Sin embargo, la realidad del sector salud en Venezuela es esa, está colapsado, la falta de insumos, de medicinas, de electricidad  y de personal, ha llevado la situación a su punto más crítico, poniendo en riesgo la vida de los pacientes y también de sus trabajadores.



Ariadna García

jueves, 22 de septiembre de 2016

Me anticipo al horror

Imagino que soy maniatada por secuestradores, desnuda, junto a la persona que accidentalmente dormía conmigo esa noche.

Imagino que roban el bus en el que voy.

Imagino que el niño se ahoga.

Imagino que la bombona de gas explota, imagino en un flash que algo terrible pasará. Al principio creí que era TOC, la psicóloga  lo descartó por completo, dice que no dejo de ser funcional.

Sin embargo, sigo pensando en el horror, detengo estos pensamientos, me aferro a cualquier otra cosa real, al sujeto que canta Venezuela con voz suave y con ojos que condensan mucha tristeza.

Me concentro en la oferta de 4 aguacates x1000 del camión parado en la avenida, a veces funciona.

Imagino que entran a la casa, vuelvo a atajar mis pensamientos, no les hago caso, no pienso que estoy loca, me sereno, atiendo a mi lógica.

Busco respuestas, intento hacer una maqueta con ellos y descifrar de dónde vienen y en dónde ponerlos.

Hago una tesis breve, son todos los sucesos del país, es Caracas, es la previsión temprana, es mi personalidad obsesiva según la doctora.

No pienso que sea malo, solo son intrusos que atañen a este frágil cuerpo.





#ElhilodeAriadna


jueves, 15 de septiembre de 2016

La bella Caracas que mordía (crónica)

Salí al trabajo a eso de las 09:30am tenía ganas de comerme una tizana de la esquina, conté el centenar de billetes que ahora debes usar, para comprar aunque sea un caramelo, me dirigí a la parada de los cubitos de frutas, entregué los 300 bolívares que fue lo que pagué la semana pasada, la señora me dijo -de 400, de 500 o de 600- inmediatamente intuí que era un cholazo a mansalva de la inflación,  le di la diferencia, la vendedora con cara de angustia me preguntó si yo iba a agarrar hacia arriba, le respondí -no ¿por qué? está muy feo- asentó, -sí, han pasado muchos motorizados raros para allá- le señalé que yo iba hacia la avenida y me respondió -menos mal mija, dios te bendiga-, -gracias señora- (con cara de quinceañera enamorada).

Pensé: qué buena esa señora que me echó la bendición.

Caminé hacia el metro, se me derramó un poco de jugo, porque el vaso estaba robosado, tragué rápido, pues tenía que entrar al metro, en la salida una mujer de unos 50 años, me preguntó -¿en cuanto compró eso?- le hice seña con los cuatro dedos, tenía miedo de hablarle, por la psicosis colectiva de la burundanga y los robos extenuantes que suceden a cada segundo. Me dijo -ah es que un familiar montó un puesto y quería saber en cuánto las venden por aquí-, no quise parecer descortés y respondí con cara de absoluta curiosidad -¿ah sí y en cuanto las venden?-, -en 50, no le está ganando nada-, -no- respondí.

Allí quedó la conversación, sucumbí ante las escaleras mecánicas, metí mi único ticket en el torniquete averiado, esperé el tren en dirección Plaza Venezuela, seguí el trecho hasta mi trabajo, tenía pauta a las 11:00am en la sede de Fedecámaras, llegué tarde, rezaba para que la rueda de prensa no hubiese comenzado, -fue en vano- sin embargo, disfruté el camino de ida, el cielo estaba azul piscina y tenía nubes, muchas nubes, que parecían burbujas batidas o crema batida. El Ávila estaba floreado, vi plantas con pepitas anarjandas, árboles con rosas moradas y amarillas, otro bastante particular con unas ramas largas que dan un fruto vinotinto, pasamos por los campos de golf, por el barrio chino, todo se veía en calma, ordenado, como si por unos minutos no estuvieses en Caracas.

Llegué a hacer mi trabajo, el fotógrafo ya estaba allí,  alcancé a rocoger buena información, gracias a una colega que le hacía preguntas al ponente.

De regreso, todo estuvo más o menos igual, llegamos a la torre, almorcé... A eso de las 04:30pm bajé con mis compañeras por un café, reímos, observé nuevamente el cerro que ya esa hora estaba encapotado, me tomé un marrón grande que aliñé con polvo de canela y de cacao.

Bajamos a nuestros puestos, en la redacción se encontraba Diosa Canales, mientras le hacían la entevista, casi todos los hombres del área y unas cuantas mujeres, hacían prestos la cola para tomarse fotos con la vedette. Al fondo alguien rezongaba -después no se pregunten por qué tenemos un presidente como el que tenemos-.

La zarzuela  duró poco, se acabó al marcharse el cuerpo voluptuoso de la mujer, que estaba cubierto por una malla beige con encaje negro, que despertaba la curiosidad y el morbo de los presentes.

Terminé mi nota a eso de las 06:30pm, esperé un poco, mientras me encargaba de resolver unos tigritos pendientes. A las 07:20pm ya estaba lista para enrrumbarme hacia mi casa. 

De camino, un motorizado venía de frente hacia nosotros, traía luz, pero venía frontal, "a lo macho", se hizo a un lado, todas las mujeres que ibamos en el carro ruidoso, coincidimos en que era un inconsciente. 

Agarramos hacia la Avenida Fuerzas Armadas para dejar a una compañera, después bajamos por el Hospital Vargas. Perdí el contacto con esa Caracas nocturna, desconozco cómo luce y cómo se mueve, me aterra, le huyo tanto como pueda, veía todo con absoluta lejanía.

En estas últimas noches antes de que me lleven a la casa, he hecho turismo por algunas zonas como El Llanito, Terrazas del Ávila, Fuerzas Armadas, la Avenida Lecuna o la redoma de Petare. El martes cuando cruzábamos por la redoma, vi los mercadillos ya recogidos, a una  muchacha que parecía prostituta, por el bamboleo de sus caderas, el corto vestido y por la forma en que le habló a dos hombres, el sucio de las calles y sentí ese hedor a pescado y a fruta podrida tan característicos de Petare. 

Todo aquello me aceleró el corazón, Petare siempre me acelera el corazón, sentí miedo y pensé en las cosas terribles que se desentrañan en aquel barrio, en lo que no vemos, ansiaba tener una cámara y documentarlo todo.

Hoy bajando por el Vargas, había bastante gente en la calle, las camioneticas estaban paradas haciendo su agosto, observé a tres niños hurgando entre la basura como si se tratase de una piñata, más adelante dos jóvenes lucían atornillados en una de esas ventanas coloniales, con sus bandoleros terciados, parecían estar esperando a sus presas. 

La luz de las calles zigzaguea, en una cuadra hay y en la otra no, todo luce en silencio, pero al mismo tiempo los carros viejos se niegan a morir. La gente camina rapidito hacia sus refugios, las luces de los apartamentos parecen los únicos salvavidas.

Los carros y las motos se pelean el primer puesto, no hay cabida para el semáforo, todos huyen en aceras distintas para llegar a sus casas. La presencia de unos pocos guardias ya no abriga, la patilla que comí  temprano se me borró de un sopetón, por poco olvido las nubes burbujeantes de la mañana, pero Caracas es así, primero te da un suave beso y luego te estampa un mordisco.





Ariadna García


martes, 9 de agosto de 2016

La Venezuela jipata

Hoy estallé en llanto mientras caminaba hacia al andén de Palo Verde, salía por la Línea 3, las lágrimas comenzaron a rodar cuando subía las escaleras y escuchaba una canción de Ben Howard, estoy segura de que el tema fue el responsable de aquella escena.

Caminé con más prisa, pues no me gusta que me vean llorar, aunque no sería la primera vez, hace unos años cuando pasaba un despecho terrible, ese mismo andén que tomaría hoy hasta La California, se volvió mi posadero de lágrimas.

Hoy lloraba por algo en particular: Venezuela; pocas cosas consiguen darme asco o desencajarme, por lo general creo que he ido haciéndole estómago a las circunstancias. Cuando tenía 16 años mi abuelo enfermó y murió de cáncer, su última semana la pasó a mi lado, mi papá y mi tía trabajaban y no había nadie más que se pudiera quedar con él, me tocó a mí y lo acepté sin chistar.

Él estaba bien cuidado, estuvo hospitalizado por una semana y las enfermeras se encargaban de lo más difícil, en ese momento tuve que limpiar su flema muchas veces, ver cómo sus piernas se iban tiñendo de morado y evitar un día que, se sacara la pija, porque no quería orinar en el pañal, nada de eso logró afectarme, fue algo que nos tocó vivir a ambos.

También lo vi morir, dejó de toser, se quedó dormido, los médicos llegaron a la habitación y al darse cuenta, intentaron reanimarlo junto con las enfermeras. Fue en vano, él ya se había ido, hasta allí llegó esa historia y creo que no fue un shock tan grande. Cosas como esas habrían sido de las más duras, por ejemplo ver morir a la hermana de mi abuelo, un mes después, por la misma enfermedad, cáncer, mi tía lo había superado cinco años antes, pero el monstruo volvió con más fuerza.

De mi tía recuerdo que estaba en una cama en su casa y de sus brazos corría líquido, se veía realmente mal, moribunda. Las tragedias familiares han sido muchas así que no podría enumerarlas todas, pero lo cierto es que al presenciarlas, resistí, resistí, hubo tolerancia. Mi llanto de hoy responde a lo último que me ha tocado ver y no lo he podido tolerar. No soporto ver a la gente hurgando entre la basura para comer, no soporto ver cada vez más mendigos en el metro, niños mal alimentados colgados de los hombros de sus padres, mientras ellos venden chucherías o piden algo de dinero o comida.

Hace unos años inclusive hace un año, no veías a la gente recoger de la basura, la mendicidad ha crecido vertiginosamente en los últimos años y el hambre también. Pensaba: qué injusto tener que pasar por esto, yo logro comer bien, por el almuerzo subsidiado de mi trabajo, si no mi historia posiblemente sería esa.

También meditaba: qué rabia me da tener que irme de mi país, por culpa de este gobierno, esa es una idea que vacila en mi cabeza como a muchos, qué injusto tener que despedirte de lo que amas, porque saben algo, yo veo a esa gente en el metro y los quiero, porque yo amo cada cosa de esta tierra y lloraba porque no tengo estómago para tolerar este desastre.

La ciudad está devastada, deteriorada, sombría, desolada, esta no es la Caracas de hace cinco años, la Caracas donde comí, bebí, rumbee, caminé, me enamoré, donde pude vivir y ser libre, esta ya no es esa Caracas. Esta es cada vez más cercada, más peligrosa, más distante.

Tampoco tolero ver a las personas más flacas, más amarillas, sobre todo a los niños, no soporto verlos tan delgados y jipatos o llegar a la California y ver el Unicentro El Marqués, rodeado de gente que lleva horas haciendo las interminables colas, para comprar algún producto básico, embarazadas, niños, abuelos, todos allí dejando su vida por un bocado, condenados cada día a que su vida sea eso. 

En mi vida he soportado muchas cosas, pero con esto no puedo, no puedo.



A.G

lunes, 8 de agosto de 2016

Me volví un caracol

Yo soy rara, ciertamente lo soy, mis amigos lo dicen, mis allegados lo perciben y les creo. Yo veo todo al revés o veo todo muy normal, tanto que el pudor no existe y eso es un peligro.

Antes... de niña me preocupaba el calentamiento global y hoy viviendo en Venezuela se podrán imaginar de qué van mis preocupaciones. Lo cierto es que me he vuelto más parca, lo comprobé el día de mi graduación, no hubo tal éxtasis, no hubo tal felicidad, con el tiempo expreso menos mis emociones y eso ha de hacerme rara.

Aunque hable mucho, no soy tan expresiva y aunque mi cara se vea despierta, la verdad es que me encojo de hombros cuando me toman una foto.

Lo cierto es que, me he ido escondiendo como se mete un caracol en su caparazón. Ahora hablo menos y observo más, pero también en esos menos, hay menos te quieros y menos abrazos, hay toda una sequedad. 

Habrá que hacer esfuerzos para regar todo de nuevo, para poblar, para humedecer, aunque no creo que se me quite la parquedad. Si algún día nos presentan y no te doy un beso en la mejilla o si me diste un abrazo y mis gestos fueron algo aparatosos, no me juzguéis, recuerda que con el tiempo me he vuelto un caracol.



A.G

miércoles, 13 de julio de 2016

Carta a la FAO en nombre de los niños de Venezuela

Señores; Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)

En esta oportunidad me dirijo a ustedes en nombre de todos los niños de Venezuela.

Hace un año Venezuela recibió el segundo premio por parte de esta Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) por su trabajo en la reducción de la pobreza y el hambre. Hoy, Venezuela enfrenta una de las peores crisis humanitarias del mundo, niños mueren por falta de medicinas, niños ya no asisten a sus escuelas por no tener nada que comer, niños venezolanos se desmayan en las canchas de fútbol mientras entrenan, porque sólo hacen una o dos comidas al día, comidas que en su mayoría están compuestas de azúcares, porque para sus padres comprar proteínas es muy costoso, casi imposible.

La calidad de vida del venezolano ha mermado en los últimos años, la mala alimentación se extiende y nos arropa a todos, el deterioro de la gente es evidente. Este problema termina en enfermedades cómo: obesidad, diabetes, pérdida de peso, desnutrición, dislipidemia, hiperinsulinismo y muchas otras.

Hoy esta Organización no se ha pronunciado con respecto a esta situación, su silencio es bastante ensordecedor, creo que el pueblo de Venezuela merece un pronunciamiento de su parte, cómo es que este desastre se gestó en sólo un año, ya que este premio fue otorgado el 8 de julio de 2015, o acaso la FAO no indagó lo suficiente en la realidad que viven los venezolanos, es que acaso esta distinguida entidad, otorga premios sin la más mínima investigación, especulación y profundidad, es que acaso esta institución es tan irresponsable que premia justamente lo que combate: hambre y pobreza.

Hoy en nombre de los venezolanos exijo una manifestación por parte de la FAO y exijo que esta Organización vele por la seguridad y el bienestar de los miles de niños que hoy padecen esta crisis innecesaria, hoy, quiero que esta Organización dé la cara por todos los niños de Venezuela que hoy se acuestan sin comer, por los niños que dicen esto “Si no hay mucho, mi hermano y yo no comemos para que puedan desayunar las niñas”.

Muchos trabajos se han publicado en Venezuela, sobre este drama que viven los hogares venezolanos, creo que no han llegado a manos de la institución, así que les comparto algunos en aras de respaldar lo que he expresado arriba. Quedo a la espera de sus comentarios, porque nuestros niños merecen ser atendidos, merecen ser resarcidos de alguna forma, porque es una crueldad que en un país tan rico como Venezuela, nuestros niños se acuesten sin comer, o peor aún que mueran.


Ariadna García


"Los legisladores necesitan ciertamente una escuela de moral." Simón Bolívar

http://runrun.es/nacional/venezuela-2/263362/murio-oliver-sanchez-el-nino-que-protesto-para-conseguir-medicinas-para-su-tratamiento.html

http://efectococuyo.com/principales/no-vine-a-la-escuela-porque-no-tenia-nada-que-comer-nino-a-su-maestra-de-primaria

http://elestimulo.com/blog/ninos-que-suenan-vestir-la-vinotinto-se-desmayan-en-la-cancha-por-hambre/

domingo, 12 de junio de 2016

Violencia en el Sur

En Venezuela los problemas son tantos que, a veces a uno se le olvida mirar de cerca al resto de los países de la región, quienes a pesar de tener sus dificultades, no atraviesan una crisis humanitaria como la de "el país petrolero", sin embargo, la violencia es una constante en este lado del Sur.

Dos noticias de Brasil, en menos de una semana, me han causado estupor, primero la de un niño de diez años que muere de un balazo en la cabeza tras enfrentarse con la policía de Sao Paulo, por robar un auto, junto con su amigo de 11 años, quien salió ileso del hecho y no fue detenido, ya que la ley impide el arresto en menores de 12 años.

La segunda ocurre este viernes, una atleta de 27 años que actualmente lucha por su vida, luego de recibir un disparo en la cabeza durante un intento de robo en Río de Janeiro. Los crímenes y robos se han intensificado en los últimos meses en Brasil, país que tiene un inestable escenario político, después de que su mandataria, Dilma Rousseff, fuera suspendida, por actos de corrupción.

Cabe mencionar a Petrobras, otro escándalo de malversación de fondos, en el que ya han aprehendido a altos funcionarios del gobierno y otros continúan siendo investigados. Rousseff, fue suspendida el 12 de mayo cuando el Senado aprobó por 55 votos contra 22 que fuera sometida a un juicio político por presunta violación de las normas presupuestarias del país. 

Por ahora, la presidenta ha declarado que si vuelve al poder, llamaría a adelantar elecciones para restablecer el orden político en el país. El mandato de Rousseff culmina en el 2018, debido a su reelección en el 2014.

Sin duda, lo que más despierta interés en mí, son estos dos niños. Lo primero que uno escucha cuando sale una noticia de este tipo es "eso es culpa de los padres". Pero para mí, el problema tiene una complejidad mayor y tiene responsables que se van sin pena, ni gloria, cuando finalizan sus mandatos.

¿Por qué dos niños de diez años roban un auto con arma en mano? en el que trágicamente muere uno de ellos. Nuestros niños crecen con hambre, con miedo, con derechos a medias, crecen en familias disfuncionales, donde no existe un Estado responsable, donde no se vigila si nuestros niños, comen, reciben educación o si están siendo abusados. 

Crecen con todo esto que no es carencia en la vida de nuestros políticos, porque mientras ellos amasan una fortuna para sus familias, hay un río de sangre detrás creciendo, del que ni se enteran y al que no voltean a ver.

Me interesa lo que le pasa a todos los niños del mundo, porque nadie nace siendo "malo", nadie nace sabiendo como usar un arma. Porque nuestros niños están desprotegidos, porque creí que el cambio era urgente en Venezuela, pero me doy cuenta de que no, de que el cambio debe darse en nuestros países. No veamos a Venezuela como una realidad aislada, ninguno está exento de estos terribles finales, Venezuela entierra a más de 20.000 venezolanos, cada año, en manos de la violencia y ¿Quién paga por estos crímenes? -nadie-.

Y acaso no hay una escuela llena de armas en nuestros barrios, así como en los de Brasil, niños que crecen en un ambiente hostil, sin oportunidades, convencidos de que ese es su destino, porque es lo que ven y es lo que hay. Porque si un niño de 10 años roba, es porque hay una ausencia muy grande de Estado, porque ni siquiera se puede culpar a sus padres, porque estos seguramente tuvieron la misma realidad. 

¿Hasta cuando nuestros gobiernos pensarán sólo en llenarse las barrigas y los bolsillos? ¿Cuando voltearán a ver ese río, que está cerca, que los persigue y que también los arrastra a ellos? La violencia no perdona y tampoco pregunta, una bala es una fiera, que busca un trozo de carne donde amortiguarse y carne somos todos.

¿Cuando se interesarán por acabar con esto?

Un niño de diez años no debe morir en un tiroteo, un niño de diez años, debe crecer con la certeza de tener un futuro mejor, sólo cuando la violencia desaparezca de nuestras calles, ellos mismos verán que es así, sólo cuando a los gobernantes les interesa crear políticas públicas que funcionen, que se cumplan y que protejan a nuestros niños, no morirá uno más con un tiro en la cabeza.

Son estos niños las víctimas de la corrupción, del narcotráfico, del desgobierno, de la mirada indiferente de quienes pueden hacer algo y no lo hacen, porque le dan la vuelta al río para no verlo, porque se vuelven inclementes y desalmados cuando tienen poder.


AG


domingo, 5 de junio de 2016

¿Qué es El Hilo de Ariadna?

Nunca había definido esto, hasta ahora y creo que es oportuno echar este #cuentocorto creé este blog hace aproximadamente tres años y en aquel momento era parecido a un diario, lo tomaba y lo dejaba y escribía cuando estaba irremediablemente triste.

Como estudiaba Comunicación Social, fui agregando algunas de mis tareas, crónicas, reseñas y desahogos. Hace seis años, me hice amiga de unos arquitectos que hoy son mis grandes amigos y una de ellas, la srta Luna, siempre pensaba en comida.

Ella tenía un librito donde recomendaban sitios gastronómicos de la gran Caracas y casi siempre se iba a conocer alguno, yo me anoté muchas veces y esa práctica despertó algo en mí, luego vinieron algunos viajes que también me cambiaron y comencé a apreciar más, todo lo que me rodeaba.

El ojo se volvió más agudo y empecé a sentirme turista, siempre... Pasó lo que ni yo misma me imaginaba, me enamoré de Caracas, de su comida y de sus lugares; comencé a visitar sitios y sin darme cuenta a recomendarlos. 

Me aferré a estas cosas, para vivir una ciudad que agota, que asusta y que se desmorona, pero como todo enamoramiento yo ahora sólo puedo ver lo bello y eso es lo que #elhilodeariadna quiere mostrarle a ustedes, lo bello para que recuperen la fe y se enamoren.


#Elhilodeariadna muestra esto en su cuenta de Instagram: @Ariadnagarci a través de #cuentoscortos


Ariadna García

jueves, 2 de junio de 2016

Hablo desde la crisis

Antes escribía mucho por aquí (Facebook), luego me ausenté, me ausenté hasta de mí, y lo hice por una razón, me daba cuenta de que quejarme no cambiaba nada de lo que pasaba a mi alrededor y lo que pasaba a mi alrededor era mucho. 

Medité y medité, me rompo la cabeza cada día evaluando de qué forma puedo ayudar a otros, de qué manera puedo hacer algo y eso que ha estado dentro de mí desde que era una niña volvió a encenderse. 

Mi mamá siempre ha tenido miedo, siempre quiso apagar esa cosita que veía en mi, esas ganas locas de alzar mi voz, siempre me dice "Ariadna tu no vas a cambiar el mundo" y sí, tal vez no lo cambie, pero voy a insistir en hacerlo. 

Recuerdo cuando tenía como 11 años y a un amigo le gritaron mariposón en la escuela, para aquel entonces él también era un niño y seguramente ni siquiera sabía que era gay, yo tampoco lo sabía, pero sí sabía que no podía tolerar eso que estaba pasando y lo defendí, le grité a los otros niños que lo dejaran en paz, él era tímido y no les dijo nada, finalmente se marcharon. 

Y así he sido siempre, detesto las injusticias, mas de una vez por la tranquilidad de mi madre me he callado y he dejado pasar cosas, luego me las reprocho.

"Ariadna hija controla ese carácter tuyo, tu eres muy alebrestada"  y con esta frase, me fui apagando y fui dejando pasar cosas, el manotón en el Metro, la irresponsabilidad de la Universidad por entregarme mis notas a destiempo, el mal trato de la vendedora, y un gran etcétera. 

Mi mamá también me dice "Caracas es muy peligrosa, la gente anda muy violenta y cualquiera tiene un arma, no digas nada, si te empujan te haces la loca, no reclames".

Y sí tiene razón, pero esto nos hace sucumbir ante el abuso, el irrespeto y la humillación, a la que uno no debe acostumbrarse nunca. Corro peligro para mi madre, porque prefiero morir, antes que arrastrarme, nunca marché, nunca voté, el miedo fecundado nunca me persuadió. 

La frase "hay que cuidar el trabajito" tampoco ganó, la dictadura sigue airosa, cada vez más llena de crímenes, cada vez más encochinada de muertes y de detenciones injustas, pero de mí no ha obtenido nada, sobre todo no ha obtenido mi dignidad, porque eso es lo único que uno tiene más preciado después de la vida.

Tal vez más adelante tengan mi compasión, pero sólo, cuando los responsables de esas muertes reciban su castigo. Las familias tienen el corazón roto y además de eso tienen hambre. Los enfermos mueren de mengua y nos necesitan.

El hambre y la violencia carcomen nuestro país y ya simplemente no quiero callar más, no quiero un abuso más, necesito alebrestarme.


AG

miércoles, 1 de junio de 2016

Game of thrones: los venezolanos que se fueron vs. los que se quedaron

Ya he visto suficiente o demasiadas publicaciones sobre: los venezolanos que se fueron de Venezuela vs. los que se quedaron y es una batalla abismal. 

Hay que tener claro quién es nuestro enemigo y en este caso nuestro enemigo es el gobierno de Nicolás Maduro. Vivimos un país demasiado polarizado durante doce años, diría yo, hasta que comenzó la caída del chavismo, porque es una verdad que ya la mayoría, ni los quiere, ni los apoya, eso es una verdad. 

La guerra no es entre nosotros, es contra ellos, también creo que es erróneo decir que "Venezuela es un país de mierda", "vivo en un país de mierda". El país no es una mierda, su gobierno ¡sí!, tengamos claras estas diferencias. 

Mi consejo para todos: vivan y dejen vivir, respétense; cada uno defenderá sus razones y para él o ella lo serán todo. Vivimos una de las peores crisis y estamos solos, nuestros políticos no dieron la talla, por eso hay que dejar de chacharear tanto y abocarnos en el hacer, la acción es lo único que nos salvará. 

Aunque suene trillado ¡sé el cambio que quieres ver! eso será lo único que nos transforme en la sociedad que todos queremos. 

Feliz día para todos: para los que se fueron, los que se quedaron, los que no estamos, los que no sabemos.
 
PD: hay mucho por hacer, el país está en plena demolición, aún falta recoger más escombros.



AG 

La Taberna Mexicana

Luego de estar un mes en Alemania, decidí entrar a un restaurant, no lo había hecho antes por dos razones: primero, sale más económico comer en casa y segundo, porque los restaurantes de comida alemana no abundan que eran los que me interesaban, sin embargo, aquel día ese lugar roído me llamó la atención.
Me encontraba conociendo Werden, una ciudad de Essen que queda al noroeste, en una región llamada: Renania del Norte. Generalmente la parte céntrica es más costosa que el resto, así que los platos aquí rondaban los 20€, mientras que en alguna taguara callejera puedes comer por 2€ ó 6€.
Desde la calle los precios se veían más que accesibles y no es común encontrar brownies con helado en el menú, este costaba 3,50€, así que entré. Me extrañó que el lugar estaba desolado, afuera en una de las mesas se encontraba un joven, pero adentro ni un alma, pensé: qué felicidad tengo un restaurante para mi sola.
Me senté en una mesa, observé la calle desde allí, luego me levanté y comencé a revisar el lugar con mis ojos, la carta era bastante variopinta, desde pizza, hasta comida mexicana y por último una amplia diversidad de tragos. Todo estaba realmente sucio y parecía mas bien un lugar para delinquir, me recordó a un sitio de la avenida Fuerzas Armadas en Caracas, donde cambiaba los cestatickets del trabajo con un señor portugués.
Seguí mirando, sobre todo esas cerámicas mexicanas que tanto me gustan, pero no era el mal aspecto del lugar lo que me ponía nerviosa, sino una enorme araña que tenían de mascota, en mi vida había visto una tan cerca y eso que soy del monte.
El animal estaba metido en una especie de vidrio que era tapado con un par de hojas y carátulas de cd; mientras ella movía sus patitas, yo la observaba desde mi ignorancia con gran atención. El joven de afuera entró y supongo que me preguntó si me habían atendido (mi alemán no da para tanto), le dije que no, llamó y al fin apareció alguien, imagino que se trataba del dueño, era un alemán y yo deseando que fuera un mexicano para echar una conversadita, pero no, el diálogo quedó en:
-Ein brownie mit Eis Bitte!
Llegó mi brownie con dos bolas de helado, crema chantillí por arriba y espolvoreado con canela ¡estaba riquísimo! Lo comí todo, me levanté, pagué la cuenta y me fui con ese sabor grato de quien disfruta de una buena comida en algún lugar del mundo, porque descubrir nuevos sabores es otra forma de viajar. Hagamos un viaje...

A.G

miércoles, 6 de abril de 2016

El recetario de mi abuela


En memoria a las autoras de este recetario. Con todo mi amor.

Hoy, quiero compartir con ustedes el recetario de mi abuela, este está compuesto por hierbas, ungüentos, amores, predicciones y tradiciones, las más íntimas de la familia que he decidido revelar.

Su nombre era Ana Lucía, una mujer bastante buenamoza, de rasgos indios, morena, cabello negro liso, cara rígida, manos rígidas, gestos rígidos, era dura como una piedra, los años la ablandaron y esa blandura afortunadamente me tocó a mí.

Mi abuela tenía bigotes, llevaba el cabello corto, usaba siempre camisa y falda, nada llamativas, nunca había usado cosméticos, ni pinturas de uña, tampoco afeitaba sus piernas, decía que por eso la gente ahora era tan "debilucha", que en los vellos estaba la fuerza, nadie lo refutaba.

Pocas veces salía, yo ya la agarré muy vieja, era como un caballo cansado, recuerdo una vez que fuimos a la bodega y dos niñas la miraron con atención, creo que los bigotes les resultaron confusos, yo quise aclarar -hey niñas, es mi abuela, es una señora- pero yo era una niña también y yo a esa edad era muy tímida.

Mi familia está compuesta por muchas mujeres, los hombres allí casi no figuran, creo que esa tradición se la debemos a mi abuela y más adelante les diré por qué.

#Melodijomibuelita es parecido a un recetario, son los recuerdos que tengo de las estrictas recomendaciones y vigilancias que montaban mis abuelas, desde que nosotros estábamos en las barrigas de nuestras madres.

Josefina era la otra abuela, esa era aún más celadora y más fuñida.


#melodijomiabuelita
Con la regla no se carga muchacho, porque los pone pujones
Con la regla no se come: ni cambur, ni aguacate, pone la sangre hedionda
En la noche se le cortan las uñas es a los muertos
En semana santa no se ve la televisión, ni se escucha la radio
Las visitas no se reciben en los cuartos
Al hombre no se le sienta en las piernas, ¡ni que sea su papá!
El árnica es buena para las chocozuelas
En casa ajena no se abre la nevera
Si a uno no lo invitan, uno no va
Muchacho no se deja solo
Es malo andar con los pies descalzos 
En los vellos de las piernas está la fuerza, por eso no se cortan
Todo se purga con sal de higuera

Ya vendrán otras recomendaciones o tendré que consultar con las otras extrañas mujeres de mi familia que se dividen en dos bandos: las Garcías y las Pérez. Muchos de estos mandatos, los obviábamos , pero mis abuelas tenían una forma mística, para comunicarse y para hacernos sentir su autoridad.

Recuerdo que una de las rarezas de mi familia era el libro de sueños, en la casa existía uno y se consultaba con mucha frecuencia, por lo general alguien sabía qué significaban los sueños, pero cuando no, se iban al librito amarillento, bastante viejo, si soñabas que se te caía un diente, era seguro que alguien iba a morir y generaba conmoción en toda la familia.

Llamaban por teléfono y averiguaban si todos habían amanecido completicos, a mi abuela la mataron muchas veces, como era la más vieja, la primera llamada que hacían era para Yaracuy, donde vivíamos, esta tradición aún se mantiene. Había sueños más curiosos que me son difíciles de recordar, pero creo que soñar con agua tenía una de las predicciones más excéntricas.

Mi abuela no era muy católica, pero tampoco era bruja, en la casa nunca hubo velas prendidas, si algún vecino fallecía, nos daba órdenes claras -¡Aquí no se pone música!-

A pesar de que estas excentricidades vivían entre nosotros, mi abuela Ana Lucía era la más escéptica, era de pocas palabras, concreta, nunca devaneaba, ni siquiera en sus últimos días, en los que mantuvo la lucidez intacta, hacía en el día lo que tenía que hacer, sin miramientos ni complicaciones, no decía groserías, la única parecida era "tronco" que para nosotros sería como un "coño".

Ahora sí les contaré porqué a mi particularmente, mi abuela Ana Lucía me parecía fascinante e irreverente, ella era bastante despreocupada por las apariencias, me pongo a revisar y no encuentro algún prejuicio evidente, para ella no eran tema, ni las preñadas, ni las divorciadas, nada de eso.

Aunque no nos hablaba de la sexualidad, nos contaba a vuelo de pájaro sus experiencias con bastante franqueza, para ser una abuela fabricada en 1923, nunca quiso casarse, ni pertenecer al grupo de "las señoras del pueblo", tuvo cinco hijos de cinco hombres distintos y lo decía sin pudor, ni mojigaterías, uno de estos hombres quiso casarse con ella y lo rechazó. 

Mi abuela nos decía -yo sí tuve bastantes experiencias- y allí quedaba el tema, nadie le hacía preguntas, solo bromeábamos con ella con un -Aaabuelaaa- esto siempre lo disfrutábamos, el que hablara así, que se mostrara así, que nos espabilara con cuentos de verdad verdad.

Mis abuelas eran más pilas que nuestras madres, al detectar algún movimiento extraño, merodeaban cerca de nosotros para hacernos sentir que lo sabían todo y si lo descubrían, de alguna forma se volvían cómplices. 

Otra cosa que siempre me llamó la atención, fue el cuento de la lechosa, si alguien en el pueblo tenía vitíligo, (ahora sé que medicamente se llama vitíligo) mis abuelas discretamente decían que, la muchacha quedó así, porque se comió una lechosa que le habían regalado. Muchos de estos misterios seguirán sin respuestas, pero yo no refuto nada de lo que decían esas señoras y menos ahora que no cuento con el libro de los sueños.

El libro de sueños debe haber quedado en algún rincón de la casa, si algún día alguien lo encuentra espero que sepa que fue el protagonista de muchas historias.

Debo confesar que afeito mis piernas, posiblemente he perdido la fuerza y aunque me salte alguna de las recetas, otras se mantienen intactas y viven... viven.




Ariadna García



lunes, 4 de abril de 2016

La educación a distancia a través de internet gracias a las formaciones gratuitas de IIEMD

La misión de este Instituto es llevar la formación más innovadora en todas las disciplinas del Marketing Digital a todos los empresarios y profesionales hispanohablantes del mundo a través de nuestros programas formativos Online y Presenciales.

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Además, permite a los alumnos organizar sus tiempos y espacios, adecuando los horarios de las clases de acuerdo con su conveniencia y posibilidades.

Este Instituto por otro lado le brinda a sus estudiantes la posibilidad de obtener becas parciales en formaciones de pago para especializaciones como, un CursoCommunity Manager, un  Diplomado Marketing Digital y al MasterMarketing Digital, además y una de las grandes ventajas son sus facilidades de pago, podrás cancelar en cualquier moneda de tu país, en dólares, euros e incluso en Bs para Venezuela.


domingo, 3 de abril de 2016

Laura Guevara hizo a los caraqueños "Más Feliz"

Laura Guevara, consintió a los caraqueños este sábado 02 de abril en la Plaza Los Palos Grandes, la cita fue a las 06 de la tarde, para estrenar el videoclip de "Más feliz" su nuevo sencillo promocional.

El encuentro estuvo amenizado por, La Vero Gómez, quien no dejó de hacerle bromas a la cantante y a los participantes, al comienzo el equipo de Enjoy Producciones, los encargados de la realización del vídeo, explicaron al público, cómo hicieron para lograr el videoclip, de dónde surgió la idea y por qué escogieron Araya.

El material audiovisual fue grabado en Araya, estado Sucre y está inspirado en el artista, Armando Reverón, la idea surgió de un paseo en metro, de su productor Pedro Mercado, por los rotulados que visten los trenes del metro de Caracas, con las obras de Reverón.

Aunque no estaba contemplado en el programa, la artista cantó al final, tres de sus canciones, se notó bastante conmovida y "Más Feliz" tanto que, se le salieron unas lagrimitas, agradeció al público por estar allí y por ocupar el lugar, hizo mención a la situación de inseguridad que vive el país, expresando "hay que sacar  el hampa pa afuera" e invitó a los ciudadanos a apropiarse de la ciudad y a recuperar los espacios públicos.

Por otra parte, seguramente conocen a Laura Guevara, por su participación en el comercial de Movistar "Quieeroo que te quedes... a ver el atardecer". Pues es ella y el tema se llama "El constructor". 


Es la primera vez que se estrena un videoclip, en un espacio público y la intérprete se notó orgullosa y muy complacida. Dio un adelanto de lo que se vendrá en el próximo espectáculo, manifestando que, será un concierto integral, donde habrá desde bailarines, show de luces, hasta una gran banda sonora.

El vídeo ya está disponible en Youtube y este 15 de abril, la cantante dará un concierto en el Teatro de Chacao a las 07 de la noche, para el lanzamiento del disco #LauraGuevaraMásFeliz




Ariadna García
@Ariadnalimon






viernes, 4 de marzo de 2016

Mi primera vez en el mar

La primera vez que vi el mar era muy pequeña, me sentí como un granito de arena, un granito que brillaba con el sol, al principio  me abrumó, era inmenso y profundo, después supe que yo era parte de él, tanto que no habría valido la vida sin ver el mar.

Sentí su arena calentando mis pies, era suelta, se espolvoreaba, brillaba, era entre gris y marrón muy claro, el sol estaba radiante, no era tan grande como el mar, pero su fuerza era evidente, tan imponente que podía hacernos arder a todos.

A la orilla, la arena yacía húmeda, su gris era más oscuro, era más espesa, pudimos hacer bolas con ella, figuras de diferentes tamaños, por supuesto que, enterramos nuestras extremidades, es probable que nos hayamos hecho los muertos, la arena resultó amigable, nos dejó jugar, siempre nos deja jugar.

La arena se pegó de mi cuerpo, cual post it, parecía una malla grumosa, las bolas que hicimos terminaron en nuestros traseros, el sol picaba, era bonito.

El calor me acercó al agua, no tuve miedo, me sentía en mi hábitat, hasta pensé que debía ser un animal marino, con timidez, metí la punta de los dedos de mis pies, me agaché, sentí el agua con mis manos, era fría, la echaba de un lado a otro, como haciendo una especie de cadencia, cayeron gotas en mis mejillas, mis mejillas de niña, salpicaron gotas en mi pelo negro, mi pelo aún de niña, yo era una mezcla entre arena y mar.

Era mágico, habían risas, había una ráfaga de sol, era una luz que parecía no acabarse nunca, recuerdo mi bañador morado, también llevaba un sol.

Logré conseguir un poco de fuerza y metí todo mi cuerpo en el agua, vi azules de dos tonos, al comienzo era turquesa, mar adentro era más oscuro, tan oscuro como la noche. Adentro me sentí segura, volví a jugar, el agua me cubría hasta los hombros, había enchumbado mi pelo negro y mis pestañas, el agua revoloteaba como un pájaro hasta llegar a mi boca, el agua era un niño pequeño.

El día en el mar parecía infinito, el sonido de la brisa era serena, nos llamaron para comer sándwich con diablito y salsa rosada, salimos corriendo, bajo la sombrilla nos esperaba mi tía, se veía bella, era su primera vez en el mar luego de la operación, a mi tía le habían hecho una mastectomía, ese día se atrevió a ponerse un bañador, lo lucía tranquila, era igual que la brisa, serena...

Comimos alegres, tomamos colita, mi mamá hizo una torta de auyama con pasas, también la comimos. Nos pusimos 15 minutos bajo el sol, el sol nos sacó pepitas de sudor en la nariz, el cabello se nos metía en la boca con la brisa, el cielo estaba azul claro, las nubes eran blaquitas, blanquitas.

Las abuelas nos llamaban, decían que nos íbamos a "chicharronar", que regresáramos, nosotros inventábamos cualquier excusa, disfrutábamos ver pasar a todos, con sus trajes de baños curiosos, a la pareja más viejita que haya sobrevivido jamás, al deportista que recorría la playa de punta a punta, a los que se quedaban un rato, viendo como se les hundían las huellas, al señor de los afrodisíacos, con nombres que no eran para niños, al vendedor de las pulseritas de colores, al heladero con el carrito de Tío Rico, al perro que se metía con gusto en el agua y se salía para entrar con más fuerza, disfrutamos cada segundo de ese día.

Mi primera vez en el mar la recuerdo así, como el día más bonito de mi familia, como el día más genuino de la vida, como si lo nuevo fuese una joya inmortal.

Mis pies arden ahora en la arena, porque este día de playa se desvanece.

La familia es una joya eterna.



sábado, 27 de febrero de 2016

La mujer de la esquina Pueyrredón

Buenos Aires; 23 de febrero de 2013





Eran las siete de la mañana, salí al trabajo como de costumbre, esperaba el bondi, de pronto llegó una chica muy atractiva, llevaba una falda azul muy ajustada hasta la pantorrilla, una camisa abierta color crema y tenía un cabello marrón brillante que se soltaba por todas partes, me vio de reojo se rascó el labio inferior, siguió mirándome, yo ya estaba un poco nervioso, escudriñaba todo su cuerpo con mis ojos, sentí que me metía en sus piernas, fue evidente que me provocó una erección, ella sonreía y movía el meñique de su mano izquierda como en una especie de tic.

Intuí que debía caminar, me metí hacia la esquina de Pueyrredón, no me atrevía a voltear, quería que esa chica me siguiera, pero era algo loco y desenfrenado, seguí caminando atónito, me sentía como un pibe de 18 años, hasta que empecé a oír sus pasos. La calle parecía estar sola, me detuve, nos vimos frente a frente, comenzamos a besarnos apresuradamente, mi pene estaba totalmente rígido, su aparatosa falda gustosamente se corrió y dejó entrar mi mano, pude tocar y sentir lo húmeda que estaba, me besaba, tenía un olor como a hierba, era fresca y cálida.

No habían pasado ni cinco minutos, eran tocadas y lamidas por segundo, su mano se sentía pequeña y suave, me apretaba fuerte, yo ya no podía más, saqué un condón y me lo puse, la penetré, su cara era de gozo, parecía desmayarse sobre mí, apreté sus glúteos, pude sentir su carne, la besé, la besé en los ojos, como hubiese querido tocar y besar su senos, la levanté un centímetro del piso y fue como si   me elevaba, aquello me estaba llevando a otra dimensión. No dijimos ni una sola palabra, no supe su nombre, ni su dirección , nada.

Han pasado tres años y aún pienso en ella, aún siento como si la besara, no cambio la ruta, voy y espero el bondi cada día en el mismo lugar, no sucede nada.

Esa mujer apareció ese día para trastornarme, para atormentarme, la deseo, la quiero de vuelta.

Todas las mañanas la busco en la esquina de Pueyrredón, son 1095 días sin éxito.

Tiene que ser de verdad, llevo tres años recordándola, tres años buscándola y aún no he visto si quiera una falda parecida...




domingo, 21 de febrero de 2016

Las caras del hastío

Vivir a Caracas no es fácil y menos en las noches


Pierdo la cronología en este relato, pero prefiero comenzar desde lo menor a lo peor. Hoy mientras iba en el bus, se subió una chica, enseguida capté algo extraño, lo extraño nunca me hizo problemas, al contrario siempre fui de acercarme a los raros, yo era rara, sigo siéndolo. Esta chica, con la camisa estrujada, sucia y anudada de un lado, pagó su pasaje, se quedó parada en la puerta, aún cuando habían puestos, allí de reojo la observé y noté esa mirada cabizbaja, que se metía en nuestras bolsas, en nuestras ropas, en nuestras carteras, esa mirada de quien busca lo que no debe, pero es lo que hace. Resulta que ahora lo raro -es peligro- lo raro se volvió un alerta, una mirada, un gesto, un movimiento, mi ojo vive día a día en vilo, es una pelota de básquet que va a todas partes, sin traerse nada.

Solo fue una chica, pero no una chica cualquiera, sino una que entra en esas miradas.

Hace dos noches, fueron dos caras en el metro, una muchacha y un muchacho, jóvenes malabaristas, con un aspecto de calle, con unas pieles que supuraban y dejaban ver el estado en el que se encuentran, la gente murmuraba, comentaba sobre otros casos de drogadictos cercanos a ellos, algunos regenerados otros no -por mi casa había una muchacha así, en ese estado y era bonita, era bien bonita-. A los bonitos no les debe pasar nada malo, al parecer, o es atípico que a los bonitos les pasen cosas malas, así como a los protagonistas de las pelis, en la vida real los bonitos no mueren, son protegidos por esa belleza celestial.

Al igual que los bonitos, están los jóvenes, impacta ver a los jóvenes de una ciudad en un estado deplorable, pues los jóvenes, deberían estar estudiando, viajando, explorando sus cuerpos, yendo de rumba, maravillándose con lo nuevo que les ofrece el mundo. Las condiciones están dadas, para eso, para que los jóvenes caigan en una espiral llena de oscuridad, lamentablemente.

Dos noches anteriores estaba en la Línea 3 como de costumbre, aunque un poco más tarde, eran casi las 09 de la noche. Llegó una señora gritando -Aquí hay discapacitados, quién es discapacitado aquí- Paró en la recta amarilla una silla de ruedas, con un niño como de cinco años con parálisis cerebral y a su lado estaba otro niño aparentemente sano, como de siete años, la señora no se veía bien, al menos no estable, seguía repitiendo -Alguien es discapacitado aquí- Todos en el vagón íbamos con caras largas, de pesar, por el niño en la silla de ruedas. A los niños no les debería pasar cosas malas, a ellos si que no, la señora en cuestión, era la abuela de aquellas dos criaturas, se veía preocupada por el niño, le quitó la sábana porque estaba sudando y su gorra azul clara, el otro niño bien despierto, comía una chupeta, que luego de cada lamida la compartía con su abuela, con gestos afables, la señora entre su devaneo sacó una botella de alcohol y allí las caras cambiaron, tomó un trago y le dijo al niño -Que te lleve la Lopna a ti a mí no...-

Mis ojos se quedaron allí inmóviles ante aquella situación, me tocó bajarme, pero mi cabeza siguió allí, haciéndose preguntas, pidiéndole a un Dios todopoderoso, su mano y su protección para esos dos niños, mi mirada siguió en ese vagón, hay cosas que es mejor no ver.

Más que la crisis económica, más allá de la insalubridad, la inseguridad, los mil y un problemas que tiene este país. Me preocupan los niños en manos incorrectas, me preocupa un Estado desconectado de su gente, de sus problemas, me preocupa que nuestros niños no gocen ni de un ente chiquitico de protección.

Empiezo a preguntarme que puedo hacer para ocuparme, qué podemos hacer para que esas miradas se trasladen a hechos, para que esas miradas dejen de ser indiferentes y comiencen a hablar, qué podemos hacer por nuestros niños.

Por estas calles las historias abundan, en cada vagón puede haber un infierno, en nuestras manos puede que haya algo bueno para dar, es hora de cruzar.

Por ahora espero que Dios me escuche y alcance para todos.