miércoles, 1 de junio de 2016

La Taberna Mexicana

Luego de estar un mes en Alemania, decidí entrar a un restaurant, no lo había hecho antes por dos razones: primero, sale más económico comer en casa y segundo, porque los restaurantes de comida alemana no abundan que eran los que me interesaban, sin embargo, aquel día ese lugar roído me llamó la atención.
Me encontraba conociendo Werden, una ciudad de Essen que queda al noroeste, en una región llamada: Renania del Norte. Generalmente la parte céntrica es más costosa que el resto, así que los platos aquí rondaban los 20€, mientras que en alguna taguara callejera puedes comer por 2€ ó 6€.
Desde la calle los precios se veían más que accesibles y no es común encontrar brownies con helado en el menú, este costaba 3,50€, así que entré. Me extrañó que el lugar estaba desolado, afuera en una de las mesas se encontraba un joven, pero adentro ni un alma, pensé: qué felicidad tengo un restaurante para mi sola.
Me senté en una mesa, observé la calle desde allí, luego me levanté y comencé a revisar el lugar con mis ojos, la carta era bastante variopinta, desde pizza, hasta comida mexicana y por último una amplia diversidad de tragos. Todo estaba realmente sucio y parecía mas bien un lugar para delinquir, me recordó a un sitio de la avenida Fuerzas Armadas en Caracas, donde cambiaba los cestatickets del trabajo con un señor portugués.
Seguí mirando, sobre todo esas cerámicas mexicanas que tanto me gustan, pero no era el mal aspecto del lugar lo que me ponía nerviosa, sino una enorme araña que tenían de mascota, en mi vida había visto una tan cerca y eso que soy del monte.
El animal estaba metido en una especie de vidrio que era tapado con un par de hojas y carátulas de cd; mientras ella movía sus patitas, yo la observaba desde mi ignorancia con gran atención. El joven de afuera entró y supongo que me preguntó si me habían atendido (mi alemán no da para tanto), le dije que no, llamó y al fin apareció alguien, imagino que se trataba del dueño, era un alemán y yo deseando que fuera un mexicano para echar una conversadita, pero no, el diálogo quedó en:
-Ein brownie mit Eis Bitte!
Llegó mi brownie con dos bolas de helado, crema chantillí por arriba y espolvoreado con canela ¡estaba riquísimo! Lo comí todo, me levanté, pagué la cuenta y me fui con ese sabor grato de quien disfruta de una buena comida en algún lugar del mundo, porque descubrir nuevos sabores es otra forma de viajar. Hagamos un viaje...

A.G

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