El
médico relata que la primera cirugía de reasignación de sexo la hizo hace dos
años, recientemente atendió a la primera persona que viene de afuera. “Acabamos de operar a una nicaragüense, proveniente de California, Estados Unidos, el
costo de la cirugía fue de 100 dólares”.
“Vino
para acá porque le sale mucho más barato que en su país, donde cuesta 15.000 dólares
o más”. González, aclaró que al resto de personas que ha operado, la cirugía les ha
salido casi gratis; "se debe a que muchas veces son pacientes con
situaciones difíciles, y que además, las mismas condiciones en el país lo hacen
proceder de esta forma".
“Prácticamente
lo hago gratis, porque son pacientes con situaciones muy complejas, es muy
difícil hacerse una operación así en cualquier otro lugar y muy costosa”
sostuvo.
El galeno afirma que una vez terminada la operación, recomienda a sus
pacientes mantener relaciones sexuales después de 45 días.
Por
otra parte, reveló que algunas pacientes le han manifestado llevar una vida sexual completamente satisfactoria, no obstante, dos de ellas han expresado sentir alguna molestia, a pesar de estos
resultados, González considera que “los orgasmos están en la mente, no en la
vagina”.
En
materia legal
El derecho de hoy, no es el de hace
cincuenta años, ni el de hace diez. Es un derecho que debe responder a las
nuevas tendencias. No es sencilla la tarea que le toca enfrentar en estos
tiempos globalizados, o como algunos acertadamente prefieren llamar
postmodernos.
Dentro de las exigencias que
presenta Venezuela, está el tema de la reasignación de sexo, que desde hace
algunas décadas viene siendo tratado en la legislación y la jurisprudencia
tanto europea, como norteamericana. A este grupo perteneciente a la comunidad
de diversidad sexual, los operadores jurídicos han dado respuestas tibias o
poco satisfactorias, pero el tema merece ser abordado con seriedad, tomando en
cuenta que los sujetos interesados exigen el respeto y la consideración que
merecen, sin discriminación.
Gozamos
de un contexto cultural donde surge hace ya varios años el transexualismo,
entendiéndolo como una contradicción entre un sexo corporal definido (tanto a
nivel cromosómico como genital) y el sexo al que el individuo desea pertenecer
(sexo psicológico).
Una
persona trans, es aquel hombre que se siente mujer, o una mujer que se sabe
hombre. Esta ansia de pertenecer a un sexo distinto al que se posee, tiene el carácter de una necesidad interna de gran fuerza,
capaz de llevar al individuo a consentir y soportar tratamientos y operaciones
quirúrgicas transformadoras, para transformar sus genitales y caracteres sexuales
secundarios, acordes con el sexo deseado.
Pero
no sólo el cambio que se busca es fisionómico, también quiere ser llevado a
nivel legal; en este caso se refiere al nombre civil que aparece en los documentos
de identificación, el mismo que el individuo obtiene desde que nace, pero en el
caso de las personas trans, sería a partir de su transformación física y
asentar ese cambio a través de una legitimación. La meta es poder hacer valer
su derecho a la identidad -a su nueva identidad- y que no haya discriminación
alguna para hacer esto posible.
En
Venezuela lo que existe en este momento es un procedimiento judicial de
rectificación de partida de nacimiento, en la cual por fallas formales, permite
el cambio de nombre de la persona, porque hubo un error material al momento de
emitir la partida de nacimiento por el órgano administrativo, “esa es la salida
jurídica que se le ha dado a el cambio de nombre civil de los hombres y mujeres
trans, pero ellos no aceptan esa medida porque no elimina las referencias de su
anterior sexo, por esta razón, solicitan que el Estado emita una nueva partida
de nacimiento, sin ningún tipo de referencia a su anterior sexo, pero
actualmente esto no es posible” explicó la activista trans y abogada, Tamara Adrián, hoy diputada suplente de la Asamblea Nacional venezolana.
Pero
si el Estado venezolano tiene esa facultad ¿por qué no se realiza?, Adrián,
también profesora universitaria, comentó que no se da esta situación por
razones de cultura jurídica, por las dificultades que tiene el Estado
venezolano de asumir los derechos de las personas trans. “De la misma manera como no está autorizado el
matrimonio entre personas del mismo sexo, tampoco se ha autorizado este tipo de
mecanismos; no por carencias del orden jurídico, sino por resistencias
institucionales, a otorgar a los trans un trato de ciudadanos completos” agregó.
Para
Adrián, la posibilidad de que se flexibilice la ley a favor de las personas
trans, no está ni cerca. “No considero que se logre, ni con el gobierno actual,
ni con otro distinto, porque por ejemplo en la agenda de la oposición si llega
a ganar las parlamentarias, este tema no está entre sus propuestas, es un tema
ausente, y si el oficialismo en 15 años nunca lo ha hecho, cómo lo va a hacer
con la próxima Asamblea Nacional” afirmó.
Como
se dijo anteriormente es un problema de cultura jurídica, es decir, el país
tiene dificultades para aceptar a las personas de diversidad sexual; al haber
esta dificultad, se tiende a buscar mecanismos para rechazar cualquier tipo de
medidas.
Para
Adrián, el colectivo de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales
e Intersexuales (LGBTI), está totalmente excluido de protección en Venezuela,
donde la legislación en esta materia está “a años luz” del resto de
Latinoamérica “por culpa de una revolución conservadora” aseveró.
La profesora universitaria, denuncia como los transexuales
venezolanos están discriminados del sistema educativo o excluidos del sistema
de salud, “no hay un reconocimiento de la
identidad de las personas trans, sólo hay un potencial cambio de nombre, más no
de sexo”, denunció.
Ello, justamente, fue lo que le pasó
a la abogada, quien aparece en la lista de 404 candidatos al Tribunal Supremo
de Justicia (TSJ) venezolano como Tomás
Adrián, nombre que figura en su cédula de identidad pese a haberse
sometido a una reasignación de sexo en 2002.
Este hecho movió a la abogada a
presentar un recurso constitucional ante el mismo TSJ al que ahora se presenta
y que sigue pendiente desde hace once años. “Hay una revolución conservadora,
con una tendencia regresiva en términos de jurisprudencia y de leyes, que ha
hecho que no se haya logrado ningún avance”, aseguró.
Un
camino trans
La
coordinadora de la fundación Reflejos de Venezuela, Ana Margarita Rojas,
explicó en una entrevista exclusiva que: no tienen confianza en los médicos venezolanos, en cuanto a las
operaciones de reasignación de sexo, que se llevan a cabo en el país, pues, expresó que la pericia de los galenos en esos casos es casi nula. “Los que
dicen hacerlo, lo hacen en la clandestinidad, conocemos de al menos dos
doctores, uno en Monagas y otro en Táchira, y sabemos que los resultados en los
pacientes que se han sometido a la cirugía han sido fatales” dijo.
La
coordinadora enunció que en el proyecto de la fundación “Transpasemos las
Barreras” buscan atender a las personas trans, desde otra visión más amplia,
donde hacer la cirugía sería el último recurso. Refiere que es indispensable
pasar primero, por un largo proceso hormonal, que conste mínimo de dos a cuatro
años, aclaró que es casi igual a vivir de nuevo la adolescencia y que es recomendable pasar por allí.
“Nuestros
pacientes se hacen cirugías primarias, en el caso de un hombre trans se somete
a una mastectomía y en el caso de una mujer trans a una mamoplastia. Hacerse
una operación en el país tiene muchos riesgos, muchas veces las personas quedan
afectadas luego de las cirugías y pierden la sensibilidad en sus órganos
genitales”, refirió Rojas. Asimismo mantuvo que es necesario hacer el trabajo
psicológico y hormonal. “Después de eso se garantiza que haya sensibilidad”
añadió.
Por
otra parte resaltó que la Fundación le da mucha más ponderación a la
“construcción de hombre y mujer trans, social y laboralmente”. A su juicio, es muy importante reconocerse y aceptarse en su propio entorno “un trans nunca
puede ser de closet”, haciendo referencia a que ninguna persona trans puede
esconderse y que para tener resultados positivos más adelante, es necesario la
integración del individuo con todo su entorno, una transformación de manera
paulatina.
“Un
trans nunca puede ser de closet”
Rojas, agrega que trabajan para la consciencia de su ámbito social y laboral “nos
enfocamos en ello, es construirte socialmente con procesos de respeto y de
aceptación”. Relató que por la fundación han pasado 120 personas trans, y
cuenta que los que llegan quieren que el cambio sea rápido, pero que se les
orienta a acudir con un psicólogo y un endocrino para que el cambio sea
el adecuado, sugieren hacer la reasignación de sexo una vez que las personas sean
hombres y mujeres hormonalmente maduras.
Explica que actualmente por
resolución de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Organización
Mundial de la Salud, el término “transexual o transgénero “está es desuso ya
que viola los derechos humanos y raya en el amarillismo. “Yo no tengo por qué
difundir si se operó o no” agregó Rojas. Por lo tanto ambos organismos avalan
la definición “persona trans o intersexo”.
Bárbara,
una mujer trans, que trabaja como artista en un bar gay de Caracas, llamado
Telo Café, habla de su transformación hacia
la reasignación de sexo. “La primera vez que me operé fue hace seis años, y
hace un mes me cambié las prótesis en la Clínica Sabana Grande los Tres
Arcángeles, todo me salió en 350.000 bolívares, la liposucción, la mamoplastia,
la rinoplastia y aumento de gluteos”.
Explicó
que aún no está preparada para llevar a cabo una cirugía mayor, lo que ha hecho
hasta ahora es lo que los expertos llaman cirugías primarias. “Todavía no
quiero hacerme la reasignación de sexo, no estoy segura, ahorita tengo 35 años
me gustaría hacérmela a los 40”. Además dio a conocer su temor de operarse en
el país, “aquí las hacen pero son muy malas, la gente no queda bien”. Normalmente
estas cirugías, se hacen en Barcelona, España o en Tailandia, mencionó que la
única persona trans que conoce en el país, que se haya hecho una reasignación
de sexo, lo hizo en Tailandia.
“Quiero hacerme la operación porque nací para
ser mujer, no para tener eso guindando allí” expresa Bárbara, quien asegura, que
desde siempre se sintió mujer.
En Venezuela,
las personas trans viven constantemente en vilo, puesto que las leyes no se han flexibilizado y tampoco reciben respuesta a sus exigencias. Muchos
no tienen oportunidad de encontrar un trabajo formal y las implicaciones
legales les impiden vivir libremente como cualquier
otro ciudadano, que goza plenamente de sus derechos. Las opciones para operarse tampoco abundan, la sociedad parece indiferente y mientras tanto siguen en la oscuridad.
Ariadna
García
Alexa
Martínez