Amapola es una joven callada, un ceño fruncido es
siempre su carta de presentación, muchos piensan que está malhumorada, pero
simplemente es un gesto que la acompaña desde que era una bebé, a pesar de su
cara rígida, es una joven muy despierta, atenta al sonido de la ciudad, a las
miradas que la bordean, a sus rutas, a todo lo que se le cruza.
Amapola trata de pasar inadvertida, por las calles del peligroso valle, donde hace vida desde hace cuatro años, ella siente que si se quita la capa oscura que usa para salir desde los 15 años, alterará a las personas o simplemente serán menos amables de lo que ya son con ella, por la extraña mancha que apareció en su cuerpo, una sombra purpura que comenzó a propagarse por su piel como una epidemia.
Amapola trata de pasar inadvertida, por las calles del peligroso valle, donde hace vida desde hace cuatro años, ella siente que si se quita la capa oscura que usa para salir desde los 15 años, alterará a las personas o simplemente serán menos amables de lo que ya son con ella, por la extraña mancha que apareció en su cuerpo, una sombra purpura que comenzó a propagarse por su piel como una epidemia.
Fue una situación inesperada, la
vulnerabilidad estaba en su época más fuerte, sin embargo la joven menuda, de
ojos marrones, cabello gris y belleza común, comenzó a convertirse en un ser
diferente, a trabajar a diario para saber
lidiar con esa característica que tal vez
podrían tener otros, se hizo más fuerte, más segura, más feliz. Aunque a Amapola
le cuesta todavía compartir su extraño
color con otros, no por pena o por miedo, sino porque sabe que, converge en una
sociedad muy prejuiciosa, que aún no está preparada para respetar o admirar lo
que simplemente es distinto.
Lleva algunos años estudiando cine
en la Universidad de Poronto y, en todo ese tiempo nunca ha sido invitada a una
fiesta, sus intereses están fuera de aquella institución y la verdad no
ha hecho mayor intento en hacer amigos.
Sin embargo, hace poco un joven la invitó a una fiesta de halloween con la
intención de molestarla, le dijo -oye tú, hey tú monstruo ¿quieres ir a una
fiesta este sábado? necesitamos una cosa extraña como tú, para que haga más
tenebrosa la fiesta, ¿qué dices?- y Amapola respondió:
-Me importa un carajo si para
vosotros soy tenebrosa o no, pero asistiré a tu fiesta para ver cómo se
divierten los idiotas.
Amapola pasó días pensando que
haría en esa fiesta, en ese mundo que no era el suyo y donde sabía que no iba a
encajar, se atrevió a invitar a un acompañante, Jonás, un chico que llevaba
tres años intentando acercarse a ella, él siempre le decía que era hermosa y
ella le respondía que hermosa era la voz de Annette Cocorosie.
La noche de la fiesta entraron al
gran salón con sus disfraces, Am destapó su cuerpo y muchos pensaron que
cargaba maquillaje corporal, hasta recibió felicitaciones por su atuendo tan original.
Bailaron muchísimo esa noche,
poco le importó ver cómo se divertían los idiotas, como ella misma los había
llamado.
Pasada la medianoche, su acompañante
Jonás, puso la punta de sus dedos en la cintura de ella y con la mirada la llevó
hasta una de las habitaciones, estaban completamente nerviosos, pero aún así, se
despojaron de la ropa, él la alzó por la cintura, observó fijamente su abdomen
y en un suspiro estaba clavado frente a ella, ella mordió sus labios y con ello
despertó una pasión infatigable.
Su acompañante esbozó:
-Tienes la piel tan suave como la corteza de un
durazno y tu cuerpo se siente fresco, como arándanos recién cortados…
Ariadna García