Todo esto me ocurrió a mí, sí, forma parte de una historia verdadera, algunos datos serán modificados para resguardar la identidad de los involucrados. Aunque me gustaría saber el nombre del piloto de aquel avión.
Hace un mes conocí a alguien por
un chat, yo metida en un chat para conocer gente, fin de mundo, eso nunca se me
ha dado. Llegué ahí porque una amiga me habló de la aplicación y la curiosidad terminó
llevándome a Margarita, ¡sí a Margarita!
Al principio leía las biografías
de los usuarios de aquella herramienta funcional, porque funciona… De ligoteo.
Y me parecían todas cursis, me gustan las estrellas, tengo una personalidad así
súper chévere o sea. Y yo decía ¡nah! Nada
que ver esto no es pa mí, -elimínala de tu celular ¡ya! Pero seguí bajando y leí
una biografía que hablaba de extraterrestres, de animales y había un tatuaje en
la foto de perfil, obvio esa biografía me hizo clic clic, porque me encanta lo
big big y lo raro raro.
Y pues hubo compatibilidad en las
conversaciones y después de unos 15 días me invitó a Margarita, sí es una
locura. Me lo pensé unos cuantos días, pero como Ariadnalimon es impulsiva un
día despertó diciendo me voy a Margarita porque tengo como ganas de comerme una
empanadita fresca. No faltaron las 15mil personas que dijeran te van a
descuartizar, te van a matar, como te atreves, dile a tu primo que te busque en
el aeropuerto, abrígate, usa repelente, no te subas al carro sola, y yo
obviamente me volé todas las precauciones.
Una semana antes la ansiedad me
devoraba las manos y los sueños, no podía dormir pensando ¿cómo será? Y si me
gusta y si no me gusta y si de verdad termina poniéndome burundanga, no.
Finalmente llegó el día, yo bajé
al aeropuerto muy temprano, pensé que mis nervios estaban controlados pero no.
Vuelo 323, puerta 2, hora 9:45am. Allí estaba yo diminuta y puntual y me decía a
mí misma, mi misma todo está saliendo perfecto ya vas a entrar al avión estoy
sorprendida con la puntualidad, entré me senté, puse mis audífonos con bajo
volumen por si acaso, cuando de pronto escuché: bienvenidos pasajeros con destino al Aeropuerto Jacinto Lara en Barquisimeto. Y yo ¿what the fuck? Barquisimeto, ¿cómo fui a parar yo en un avión que iba pa Barquisimeto? Le pregunté a un señor
que sería mi compañero de viaje, ¿señor esto va para Porlamar verdad? y respondió -¡No! Barquisimeto-.
Afortunadamente logré bajarme a
tiempo y pregunté dónde está la gente del vuelo 323, tenía un estado de nervios
bastante asfixiante. Por un momento pensé eres un peligro para ti, no puedes
salir sola. Habían cambiado la puerta y el vuelo tenía un retraso de dos horas,
en qué parte del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar estaba yo, pues no lo
sé porque nunca me enteré de esa información.
Dos horas después me monté en el avión
correcto y llegué a Porlamar, mientras caminaba hacia la puerta, decía puedes
morirte ya o colearte y devolverte en cualquier avión para Caracas, total ya
eres experta, pero no la curiosidad me llevó a Margarita y allí estaban esperándome
con un gran hola y yo haciendo mil muecas desde atrás esperando mi maleta y
deseando que la correa se trabara, que se fuera la luz, pero que no llegara el
momento del hola de verdad y del hola de cerca además.
Apaguemos las luces, no pueden
enterarse de qué pasó después…
Solo sigo preguntándome como fui
a parar yo en aquel avión.
Ariadna García
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