Quedé atrapada en una nefasta conversación de autobús, creo que hoy pasaron miles de cosas en esos dos autos que tomé para ir al trabajo. Eran dos señores como de 60 años y hablaban de lo barato de las cosas en Bogotá y en otros países, pero hablaban de esos precios como una especie de suerte divina que cayó sobre esas naciones, durante toda la conversación no hubo un argumento económico, ni político de porqué esos precios no se parecían a los de Venezuela.
La señora también contaba que un fulano en Perú había encontrado muchas "facilidades" para abrir una cuenta, alquilar un apartamento y hasta conseguirse una novia a los dos años. Hablaban de Venezuela como si este fuera un país desgraciado y hundido en la ruina desde su descubrimiento, tampoco le achacaron nada al gobierno, cosa que nunca falta en una conversación.
Lo más cumbre fue cuando dijo -lo que pasa es que el venezolano es flojo- y me vi a mi en cuestión de segundos, en un dos por tres me hice una radiografía y recordé mis dos trabajos actuales, ambos suman 13 horas, sí trabajo 13 horas al día, también pensé en mis años de estudio cuando salía de una guardia nocturna para llegar a La Urbina y pasar otras tantas horas más a punta de Gatorade y agua.
Me provocaba voltearme y decirle -floja será usted- pero la decencia nunca me permite esos arrebatos y por el contrario me enfoqué en ver las hojitas que se asomaban por la ventana y en el Foro -El Periodismo en el Totalitarismo del Siglo XXI- al que asistiría cuando me bajara del autobús.
Recordé que cada día escribo mejor y que me siento orgullosa de eso, recordé que soy una venezolana trabajadora, buena ciudadana y que mi trabajo mejora cada día porque para eso me preparo, así que señora ahora sí le voy a decir lo que le voy a decir: usted habla así de los venezolanos porque no me conoce a mí.
El Hilo de Ariadna
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