viernes, 18 de agosto de 2017

Las marcas de una guerra

Hoy se sentó a mi lado (en el autobús) un joven con muletas, tenía un yeso en su pierna derecha, mi cabeza estaba muy activa en ese momento, todo comenzó desde que salí del centro Cultural Chacao y caminaba hacia Chacaíto, me era raro ver todo “en calma”, sin olor a gases lacrimógenos y sin restos de Maalox en el piso, decía: hace unos meses atrás sentía que eso era irreversible y que las protestas en las calles no tendrían retorno.

Al ver al muchacho me preguntaba ¿Cómo llegó su pierna a ese estado? ¿Será acaso una de esas personas que quedó lesionada por la represión del Estado? ¿Será uno de esos jóvenes que tantas veces vi recogiendo y devolviendo bombas? ¿Por qué su pierna lleva un yeso? Quería preguntarle y aclarar mis inquietudes pero eso habría sido un poco intimidador. 

Luego por la ventana vi a otro hombre, delgado, como de 30 años con una venda en la mano, creo que en la izquierda, las interrogantes regresaron ¿Será él otra víctima de la represión? ¿Quién indemnizará su mano? ¿Su vida? ¿Qué le pasó? ¿Comenzaré a ver a más gente con las marcas de una guerra? Aunque debo admitir que a estos los veo a diario, en las calles, en el metro, a las víctimas de este genocidio me las cruzo todo el tiempo.

Finalmente me bajé del autobús sin preguntar, pero con una leve certeza de que ellos sí estuvieron allí, de que las marcas en su cuerpo son el recordatorio de una brutal represión que duro más de tres meses, que aunque la calle se mueva con su ritmo habitual y se mantenga en silencio, las secuelas de esos días no los olvidaré jamás. 


El Hilo de Ariadna

Señora usted habla así de los venezolanos porque no me conoce a mí

Quedé atrapada en una nefasta conversación de autobús, creo que hoy pasaron miles de cosas en esos dos autos que tomé para ir al trabajo. Eran dos señores como de 60 años y hablaban de lo barato de las cosas en Bogotá y en otros países, pero hablaban de esos precios como una especie de suerte divina que cayó sobre esas naciones, durante toda la conversación no hubo un argumento económico, ni político de porqué esos precios no se parecían a los de Venezuela. 

La señora también contaba que un fulano en Perú había encontrado muchas "facilidades" para abrir una cuenta, alquilar un apartamento y hasta conseguirse una novia a los dos años. Hablaban de Venezuela como si este fuera un país desgraciado y hundido en la ruina desde su descubrimiento, tampoco le achacaron nada al gobierno, cosa que nunca falta en una conversación. 

Lo más cumbre fue cuando dijo -lo que pasa es que el venezolano es flojo- y me vi a mi en cuestión de segundos, en un dos por tres me hice una radiografía y recordé mis dos trabajos actuales, ambos suman 13 horas, sí trabajo 13 horas al día, también pensé en mis años de estudio cuando salía de una guardia nocturna para llegar a La Urbina y pasar otras tantas horas más a punta de Gatorade y agua. 

Me provocaba voltearme y decirle -floja será usted- pero la decencia nunca me permite esos arrebatos y por el contrario me enfoqué en ver las hojitas que se asomaban por la ventana y en el Foro -El Periodismo en el Totalitarismo del Siglo XXI- al que asistiría cuando me bajara del autobús. 

Recordé que cada día escribo mejor y que me siento orgullosa de eso, recordé que soy una venezolana trabajadora, buena ciudadana y que mi trabajo mejora cada día porque para eso me preparo, así que señora ahora sí le voy a decir lo que le voy a decir: usted habla así de los venezolanos porque no me conoce a mí.

El Hilo de Ariadna

jueves, 10 de agosto de 2017

La venganza de Delcy

Nicolás Maduro asomó la asamblea nacional constituyente (anc) en el mes de mayo (lo escribo así, en minúsculas, porque no reconoceré algo espurio), en ese momento citaba a Chávez, recuerdo que estaba de guardia ese domingo. En la redacción corrimos y me dijeron: "Maduro anunció una asamblea constituyente", en el video que había compartido VTV se tergiversaba la información, al escuchar el audio completo, comprobamos que en efecto, este citaba al fallecido expresidente.

Corregí la nota y quedó como un dejo de algo, una cosa que debía hacerse en algún momento, según las palabras del presidente, hoy dictador. Ese anuncio que parecía lejano, era la sentencia de la República, era la demolición de algunos poderes legítimamente constituidos, era el secreto a voces que venía a quitarle el velo al gobierno chavista, era la prueba irrefutable de que en Venezuela se había consolidado una dictadura.

Aunque la anc haya llegado para usurpar las funciones de los poderes y legalizar cuanta barbarie se les ocurra, considero que esto es una venganza: es la venganza de Delcy, es el desquite por ese 6 de diciembre que no pudieron soportar, es por los cuadros del difunto que les sacaron del Palacio Federal. No pudieron soportar que la gente eligiera la libertad y la democracia, que los venezolanos entregaran una mayoría absoluta a diputados de oposición. Ellos no lo vieron como unos comicios limpios, donde ganó el civismo y la Carta Magna, ellos lo vieron como una afrenta, una burla, como un desaire y ahora han llegado para cobrárselas, han llegado a ajustar cuentas con todo el arsenal.

Otra humillación que dejó muy afectada a Delcy fue la de los cancilleres en Argentina, imagino que esto la envió a un hospital durante varios días y luego seguramente se fue a París a pasar el mal rato, a hacerse el manicure y comer Pain Perdu. A este hecho se suma el de la OEA en donde la mujer no se cansó de hacer berrinches.

Esta anc es el último castigo que deseaban imponer a los venezolanos, la última miga de pan, la última aspirina vencida que tenían escondida en la despensa de medicinas que no llegan al seguro social. Esta anc consuma el horror de 18 años de destrucción. Finalmente el mundo le puso cara a un mito, un mito que creó Hugo Chávez y que endulzó a los países de la región, a la ONU, a la FAO, al mundo entero, un mito que se erigió sobre petróleo y muerte.

Hoy tenemos anc, el último telón, la última estocada, el último zarpazo a la democracia que quedaba en Venezuela, hoy sobrevivimos a un gobierno de facto que se muestra ante nosotros con la voz de esa insoportable mujer. Lo peor del chavismo no es su maldad, es su cinismo y su risita incómoda, es decir la palabra paz cuando es mejor que digan plomo, lo peor del chavismo no es que nos caigan a trompadas cada día, es su mala dicción y su falta de inteligencia, es tener que escuchar nada y luego escribirlo.

Lo peor de la anc no es su anc, es la mujer que escogieron para conducirla, creíamos que la anc venía a acabar con la propiedad privada, la autonomía universitaria, encarcelar a los disidentes, que traería más hambre y miseria, sí, la anc es todo eso, pero todo eso ya existía, lo que no se ha dicho es que la verdadera anc es la venganza de Delcy que viene con todo.



El Hilo de Ariadna

miércoles, 2 de agosto de 2017

Eneida la trapecista

Hace algunos años conocí a una señora cubana de 70 y tantos años, recuerdo que la primera vez que nos quedamos solas, me pidió que le pasara "un pomo", me tomó varios minutos saber qué era, entre señas y adivinanzas por fin descubrí que se trataba de un pote.

Ella tenía un Accidente Cerebro Vascular (ACV) que le había inmovilizado la mitad del cuerpo, no podía valerse por sí misma. En aquel momento apenas comenzaba a conocerla y ella me contaba que había sido trapecista junto a su esposo, en algún circo cubano.

Yo dudaba de su cordura, primero porque no tenía referencia alguna de abuelas malabaristas, eso no figuraba dentro de las ocupaciones de las abuelas, al menos de las que yo conocía, en mi mundo se dedicaban a los trabajos del campo, a criar a los hijos, a vender tortas, arepas o majaretes para ganarse la vida y sacar adelante a sus familias. Venezuela es un país con una vasta historia de matriarcados.

Eneida me contaba historias fantásticas, con miles de contorsiones peligrosas que realizaba de la mano de su marido. Por las noches corroboraba esas anécdotas con su hija y ella me aclaró que todas eran ciertas, que el ACV solo había afectado la parte motora de su cuerpo mas no su juicio.

Ella era rubia y de ojos azules, bajita y siempre olía a flores. Le encantaba perfumarse, verse en el espejo y me pedía que la maquillara y le delineara las cejas, yo me esmeraba poniéndole rubor, porque de cualquier manera había que olvidarse de ese castigo que era vivir las 24 horas del día postrada en una cama.

Sus historias atrevidas se quedaron grabadas en mi memoria y sus malabares siempre serán la prueba de que las mujeres son heroínas, capaces de lograr las hazañas más feroces.

Para Eneida una mujer especial.



El Hilo de Ariadna