miércoles, 9 de diciembre de 2015

Inbox para los venezolanos por el tema: Henry Ramos Allup

“Este es un gobierno patuleco” Henry Ramos Allup.

Patuleco, ca.

adj. Am. Dicho de una persona: que tiene un defecto físico en los pies o en las piernas.

Si esto le parece violento, o un gran insulto, no siga leyendo.

Desde que se conocieron los resultados de las elecciones parlamentarias del 06 de diciembre, he leído repetidamente, comentarios de los venezolanos hacia Henry Ramos Allup, llamándolo fósil, carcamal, vejestorio, decrépito, adeco contaminado, hasta lo han comparado con el distinguido, Diosdado Cabello, haciendo ver que este señor es igual que el otro, pero con diferente “cachucha”.

Querido hermano venezolano, basta escuchar ambos discursos, para saber de inmediato que son diferentes. Mientras aquel se envalentonaba por su cargo de presidente, para agredir, quitar el derecho de palabra, ofender y descalificar a cuanto disidente se le cruzara, este señor (Allup), le abre las puertas a los medios.

Al comparar ambos discursos, veo una brecha de Caracas a Patanemo. He visto hoy a “El fósil” como ustedes lo llaman de cariño,  por Vladimir a la 1 en Globovisión y puedo decir ¡qué entrevista tan sabrosa! Este señor, goza de una elocuencia variopinta, tiene una lengua mordaz y una perspicacia que se lleva por los cachos a más de uno.

En la entrevista dijo varias cosas que son interesantes analizar:

“Un dirigente político tiene que sacrificar en popularidad lo que gana en acierto".

“El fósil” no es un demagogo, yo sé que a nosotros los venezolanos, nos encanta que nos endulcen las orejas, que nos desgarramos la ropa y nos bajamos la cremallera, cuando nos echan un piropito. Pero les digo algo, no estamos para esas pendejadas, nos acabaron el país, lo destrozaron, no quiero regalos, no quiero mentiras, no quiero canaimitas, no quiero bolsa de pernil, quiero justicia, quiero hechos, quiero respeto y quiero un Henry Ramos Allup, veterano, seguro, frontal, que no se reserva lo que hará en el futuro, pensando que si lo dice podrá perder unos ocho votos.

Con respecto a lo de carcamal y achacoso…

A este señor lo llaman como ya sabemos, gente joven, sí gente joven y gente vieja y adulta también. Y yo me pregunto ¿qué es ser joven? es usar una tablet, hacer sexting, tener Instagram, no tener canas, ¿es esto ser joven?  

Al señor Ramos Allup, le preguntó un usuario de Twitter, en plena ronda de intervenciones “¿si era verdad que iba a legislar un “transformista” y si se aprobaría el matrimonio igualitario?”, a lo que este respondió “No voy a responder a alusiones discriminatorias a la sexodiversidad (…) Son ciudadanos con los mismos derechos”.

Para comenzar, Tamara Adrián, no es “transformista”, es una mujer trans. Al escuchar esta respuesta de, Ramos Allup, donde condena que en pleno siglo XXI, haya gente que siga pensando así, considero que los carcamales son ustedes y que el discurso de este señor tiene más jovialidad y más vigencia que ningún otro.

Así que esta “joven” le da la mano y la bienvenida.

Ojalá presida la asamblea, porque estoy segura de que no le permitirá al gobierno más “pamplinadas”.

Falta preguntarnos ¿Será que esos adjetivitos calificativos, no son insultos, esos de los que estamos huyendo?

 
Xoxo


Ariadna García


jueves, 3 de diciembre de 2015

No me hables con violencia

Este diario que no es secreto, pero que recoge muchas veces mi intimidad, es la ponchera donde lavo mi cara triste, cuando no desaparece.

-No me toques con violencia.

Escribo cuando estoy triste, es una verdad. Escribo cuando las desgarraduras de mi alma llegan a la ropa, cuando se vuelven táctiles. Hoy me siento triste, hoy estoy triste, hoy nada me consuela.

Supongo que este dolor me hace responsable, porque conozco las causas de mis dolencias, pero me mantengo inmóvil, no hago nada para acortarlas, solo tengo esta pantalla y mis palabras, para intentar curar lo que siento.

-Y no te hablo con violencia.

-Me reprochas.

Intento susurrar un grito que se mueve dentro, intento hacer algo, pero no hago nada. Volvió la tristeza, maldita sea. Siento un dolor en el pecho y un vacío profundo que se refleja en mi mirada, en qué momento quise esto.

-Nunca lo quise, no te miro con violencia.

Me siento enredada, es una sensación que me causa un estupor tremendo, me siento pesada entre mis sábanas y los recuerdos, vienen las heridas del pasado como demonios. Vienen a mí, a estrujarme, vienen a tocarme. Viene a mi una verdad, que pongo en un hilo y la balanceo, con la intención de que se voltee y no sea verdad.

-No te hablo con violencia.

Te escucho... Presto atención a ese sustico que crece en tu pecho, te conoces muy bien, no has cambiado, encuentras cosas del 2007 cuando eras una adolescente, un test psicológico, un mapa de vida, un libro, una ficha, lees cosas que te recuerdan, que te describen, no eran hojas sueltas, eran pruebas de que has mantenido tu esencia, lees cosas de una chica sorprendente.

-Por eso, maldita sea, no te toques con violencia.

Reconocer el fracaso se me hace difícil, pero la sensatez me acompaña, saldré de esto, tal vez no ilesa, pero saldré y lo importante es salir, respirar, respirar la libertad de estar vivos.

Quisiera ponerte un pañito de agua caliente y quitar ese susto que se alojó en tu corazón chiquito, me contaron que los pañitos de agua caliente curan la fiebre, entonces yo podría curarte a ti. Muchas veces se está perdido, y más cuando estamos grandes, cuando nos creemos seguros de tomar las mejores decisiones, pero que va, niña mía, somos todos unos pendejos. El susto pasará, pero yo seguiré aquí, tal vez con otro diseño, otro teclado, pero seguiré aquí.

-Por favor no te toques con violencia.





Ariadna García

La revelación

Soñar con una tatarabuela que no conociste y más que soñar, aquello era una pesadilla. Ella estaba allí, de espaldas, se veía grande, fuerte, con aspecto mas bien de fantasma, tenía el cabello gris, largo y bastante despeinado. 

Se parecía a mi bisabuela, Ana Lucía, pero esta era un poco más alta y me gritaba con voz imponente ¡ESTOY VIVA! ¡MÁS VIVA QUE NUNCA! Yo con las piernas y la boca paralizadas, le gritaba a duras penas que ¡NO! que estaba muerta, como pude, me fui moviendo por el pasillo y enredándome en una cortina, para ir a implorar el socorro de otra muerta, que en mi sueño, al parecer aún estaba con vida. 

Luego me despertó la luz que entraba por la ventana y ya con el susto sosegado y las ideas más claras, pensé en todas las mujeres de mi familia: en LatiTula, América, Mili, Lérida, Zoraida, Josefina y Ana Lucía. 

En aquellas que no conocí, pero que de seguro, tuvieron el mismo carácter, esa forma apaciguada y honesta de llevar la vida. Y vi todo lo que esas mujeres han dejado en mí y en lo importante que han sido en la vida de todos nosotros, en su sabiduría, en sus dichos antiguos, en sus hierbas, en sus supersticiones, en su concepción de "Hombres y mujeres de bien".

Después de todo, no fue una pesadilla, sino una magnífica revelación.


Ariadna García