Hoy me dieron muchas ganas de comerme una teta, pero en Caracas, casi nadie vende tetas. Tampoco invento hacerlas yo, porque hacee años, cuando ayudaba a mi abuela a abrir las bolsas, lo intenté y me quedaban aguadas, así que desistí.
Abrir las bolsas, consistía en emplear un poco de aire y soplar, luego doblar hacia afuera los bordecitos y ponerlas sobre la mesa.
Las manualidades no se me dan, por ejemplo: no pude aprender a tejer cuando la señora Flor, un poco antes de que comenzara la clase de danza, nos enseñaba el punto, tampoco aprendí a hacer, la crineja cola de pescado, ni la otra que es como una corona, pero por dentro, aunque sí sé pegar un botón.
En los pueblos cualquier señora vende tetas, en cambio aquí en Caracas, es un mercado cautivo. La última que me comí una fue en Ocumare, era de coco, no era tan buena, pero refrescaba. Ahora la gente, lo que vende mucho, son unos heladitos que hacen en vasitos chiquitos, a veces les ponen una paletita, esto los hace más cómodos.
Sin embargo, nada como una teta, fría, helada, resuelta, de galleta, de parchita, de mango o de coco ¡Vaya usted a imaginar cuántos sabores de tetas existen!
¿Algún día "la teta" será tan famosa como la arepa? -Pues, no lo sé.
Lo que sí sé, es que esas tetas de mi abuela, me dieron a mí las bocanadas más refrescantes, los sabores más puros, los más divinos, las frutas más exóticas.
Las tetas fueron la brisa entre tanto calor albariquense.
AG
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario