Mostrando entradas con la etiqueta carta. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta carta. Mostrar todas las entradas

jueves, 29 de diciembre de 2016

Carta a los compas que me robaron

Caracas; 28 de diciembre de 2016



Esa mañana me demoré como todos los días... 

Hace una semana había comprado mi regalo de navidad: una tableta de chocolate de Mantuano Chocolate, que por cierto, está cubierta con un empaque hermoso, era de sarrapia, tenía un olor exquisito, no alcancé a probarla, pues, quería hacer una foto especial para escribir sobre el chocolate venezolano.

Ese día finalmente hice la foto en la Avenida Victoria y al terminar lo eché en mi morral, previo a eso había metido mi camarita Kodak, la sombrilla para la lluvia, los audífonos para escuchar música mientras la gente comienza a hacer comentarios necios, la última toalla sanitaria que me quedaba, el cepillo de dientes por si me quedaba en casa de mi tía, una que otra pastilla para cualquier eventualidad y, ¡los lentes¡ ¡Mis ojos! 

En el ojo derecho tengo 2,10 de astigmatismo y en el izquierdo 2,04, ese miércoles había decidido habituarme nuevamente a los lentes de contacto, pues, hace un mes, me habían irritado el ojo derecho y decidí no usarlos más. 

Llegué a la estación Los Dos Caminos como de costumbre y agarré el bus hacia mi trabajo, esa mañana me distraje, iba una conocida y nos instalamos a conversar, no los divisé. Ustedes iban sentados al final y yo adelante. 

Al cabo de un rato de ir en la vía, vi cuando uno de ustedes se levantó con la pistola en la mano, inmediatamente supe que nos iban a robar, nunca antes había vivido algo parecido. Cuando la mujer que los acompañaba a ustedes dos, dijo: me dan todas las prendas y los celulares, de inmediato me quité el anillo de fantasía que llevaba puesto y mi teléfono que era lo más costoso que tenía y se los entregué.

Antes de bajarse, ella me vio y me pidió mi morral, le dije: mi cédula, "Qué cédula ni qué cédula, dame el bolso". Se lo dí,ustedes estaban armados, nadie puede ante un arma y tampoco me gusta la violencia.

Hasta ahora, no he pensado en el dinero, ni en el celular, la verdad no me importa, les dí lo más costoso que tenía, pero ustedes decidieron llevárselo todo, se llevaron mis ojos, mi navidad y mi música, la música que me acompaña cada día y me pone a tono cuando amanezco sin ánimos. 

Compas, esta carta, seguro tendrá errores ortográficos, estoy haciendo un esfuerzo para escribir, los ojos se me irritan, los lentes me  incomodan y no logro ver perfectamente. 

Me preocupa cuando volveré a ver bien, pues, los lentes están muy costosos y no tengo cómo comprarlos, me pregunto si podré estar con estos mínimo un mes, si las gotas Clarasol me ayudarán. Ustedes seguro los rematarán, o los echarán a la basura, y yo desearía encontrar esa basura. 

Me preocupan los próximos días porque no podré ver El Ávila con nitidez, me preocupa que no tengas piedad con los que robas y antes de bajarte del bus les digas groserías. No los conozco, no sé cómo ha sido su vida, pero les aseguro que todos en algún momento la hemos pasado mal y eso no nos dá licencia para ser hijos de puta, me preocupa tu odio y tu rabia, pero no me extenderé en lo que eres, ustedes son lo que son y así lo decidieron. 

A pesar del mal rato, me encuentro sana y con vida y eso es lo más importante, grande y especial que tenemos. Me dejaron con un problemón que resolver, pero sé que esto es una tontería comparada con lo que ustedes le han hecho vivir a otros, otros que han muerto, por un celular como el mío, o por un reloj y créanme compas no vale la pena, no vale la pena detener corazones que vibran cada día, no vale la pena destrozar familias y seguir engrosando esa sangrienta lista con la que cerramos año, tras año.

No puedo seguir escribiendo más, me cuesta mantener la mirada aquí, si leen esto pronto, pueden devolver mis lentes, ya saben que en algún lugar alguien observa a trompadas y se acuesta mirando un techo borroso. Espero que algún día tu dejes de hacer esto, para poder vernos con claridad, tu eres venezolano y yo también, tu robas cosas materiales para vivir y otros podemos vivir sin cosas materiales.

Yo sólo necesito mis ojos para mirar y tú te los llevaste.


A.G

domingo, 20 de noviembre de 2016

Carta al amor de mi vida que no conozco

Caracas; 20 de noviembre de 2016

Hola, no te conozco pero decidí hacerte una carta hoy 20 de noviembre de 2016, espero que la leas algún día.

Nunca le he podido decir a nadie: eres el amor de mi vida, tal vez, porque le doy muchas vueltas a todo, lo analizo todo, lo racionalizo todo. Pensar en el "amor de mi vida", es pensar en toda una vida, una vida que no sé cuánto durará, ni cómo vendrá, o si existe tal cosa, por lo pronto, me he concentrado en vivirlos, sin llamarlos o etiquetarlos por algún nombre.

Pero a ti, si existes, quiero decirte un par de cosas...

No me importa cómo lucirás, si serás hombre o mujer, si serás bajito, alto, rubia, morena, fuerte o despeinado. 

Me interesa que tengas empatía con la gente, me gustaría que fueras honesto, compasivo, que no seas indiferente ante la desgracia ajena, también quisiera que seas justo, que no seas machista, que me respetes, que seas amoroso y comprensivo.

Me enloquecería que te involucraras en mi vida, seguramente te dejaré sacudirla toda, me gustaría que leyeras lo que escribo, porque luego me encantará escuchar las críticas o que aprendieras a conocerme tanto, que de vez en cuando me compartas imagénes de ilustraciones colores pasteles que tanto me gustan o que sepas también que los cactus me fascinan, así termine pinchada muchas veces.

Me gustaría que aprendieras a detectar cuando quiero estar sola o cuando sólo necesito un abrazo. No estoy ansiosa por conocerte, aunque quisiera saber de qué color lucen tus ojos frente al sol, si sonríes, si tienes cara redonda o de pan cuadrado, si te gusta pintar o prefieres enseñar. Me interesa saber qué hay dentro de tu corazón y si este es capaz de abrirse y de mostrarse sin temor a ser lo que es. 

Quiero que seas libre, verdadero, aunténtico, quiero que te escuches y que me escuches, quiero que me prestes atención cuando te hablo, porque seguramente en ese segundo no habrá nada más importante para mí que tú, quiero que sepas que todo me lo tomo en serio, que las horas contigo serán en serio porque vivo los días intensamente y me cuesta desaprovecharlos, quiero que me digas cuando algo no me queda bien o cuando me vea hermosa, quiero que seas maduro, que no me juzgues, que no me ates, también quiero que estés.

Quiero sentir que puedo confiar en ti y apoyarme cuando mis hombros sean débiles, quiero que sepas que aprendí a estar sola, pero también acompañada, quiero que me des aliento y que me hagas creer que el mundo es bello cuando yo haya perdido la fe en todo.

Quiero que te parezcas al sol, pero sin quemarme.



 El Hilo de Ariadna