A media mañana, se anunció que el siguiente en intervenir sería Lorenzo Mendoza, la cabeza de la empresa anfitriona, el hombre que consiguió los derechos de transmisión del Mundial Rusia 2018 para televisión abierta como un "regalo" para los venezolanos -dijeron sus acólitos-, la figura que buena parte de Venezuela clama como Presidente.
En el escenario su presencia fue total, ataviado con jean, camisa blanca, saco azul marino y zapatos negros perfectamente pulidos. El podio resaltó su altura, menor a la que puede asumirse al verlo en fotografías, pero le sirvió para dar rienda suelta a una elocuencia impensada. Con una voz enérgica y palabras cercanas, incluso groserías de uso común, Lorenzo se soltó ante a un público que lo miraba con profunda admiración.
Mendoza se expresa sin eufemismos. Su verbo se acompaña de claridad en los planteamientos, aliciente que enciende a sus seguidores y los lleva a considerarlo como un líder y figura presidencial para el momento que atraviesa el país. Su discurso, además, es integral. Incluye datos, valores, llamados, esperanza. En la cita del miércoles 20 se refirió en reiteradas ocasiones a la familia y su importancia en la sociedad. Agradeció a su madre, quien estaba presente, por haberlo forjado y la describió como su heroína, la autora de una frase que afirmó fue un impulso para la prole: “El país está por encima de todo”.
Sus palabras emocionaron a los presentes. Tanto, que se atrevieron a hablarle. Unas seis mujeres -o más- pidieron la palabra para agradecerle por su trabajo y por el apoyo que Fundación Polar brinda a las comunidades; más de uno gritó: "Lorenzo te amo"; otros mostraron cariño y admiración, hubo quienes lanzaron preguntas ambiciosas como si tuviesen al frente a un mesías. Lorenzo Mendoza no dio tesis salvadora. Se limitó a responder con franqueza sobre los valores que lo han llevado a convertirse en un empresario exitoso: trabajo, trabajo y trabajo.
Y así llegó la exigencia que muchos tenían en la punta de la lengua. Un hombre encaró al caraqueño nacido en 1965 para exigirle que asumiera el reto que le pone Venezuela en el campo del liderazgo político. La respuesta de Mendoza fue sin cavilaciones: “Yo estoy en lo que sé hacer y en lo que puedo serle útil al país”.
La frase no complació a los asistentes que aspiran fervientemente que el hombre de la harina PAN elija el camino de la política. Pero él tiene un objetivo manifiesto: producir, seguir generando empleo y promover la empresa privada como motor para las transformaciones positivas de una nación como Venezuela que atraviesa una economía en bancarrota.
“Soy un hombre profundamente esperanzador”, dijo al ser consultado sobre el futuro del paísMendoza reconoció la labor de cada líder comunitario pues, a su juicio, tienen un gran impacto positivo en la sociedad: “La pela está ruda y dura pero veo que hay esperanza, valores y si todo eso lo unimos tendremos una actitud positiva”. Entre anécdotas y reflexiones más íntimas, Mendoza habló de lo duro que puede ser la pérdida de un ser querido, por lo que reiteró que lo único que puede salvar es la actitud.
“Venezuela nos necesita a todos. Ustedes (los líderes comunitarios) están orientados a la acción y no a la discusión. Están activados, están construyendo”, agregó. El empresario que tras cada intervención terminó accediendo a más preguntas, manifestó que “la miseria no es la vía para que el venezolano pueda vivir". "Venezuela es un país que merece más y que sí tendrá la posibilidad de ser un país en desarrollo”.
“El país no necesita a Lorenzo Mendoza de Presidente, necesita de muchos Lorenzos Mendoza para cambiar”, bramó en contraste un hombre que tomó el micrófono. El empresario agradeció los elogios y aseguró que si cada quien hace la parte que le toca, la nación caminará en otra dirección.
Pese a las insistencias, Lorenzo Mendoza volvió a decirle No a Miraflores.