lunes, 24 de noviembre de 2014

Mi relación con Caracas es como mi relación con Dios

No sé si nos estamos alejando o acercando...

Caracas 22 de noviembre de 2014; 06:10 pm.


Caracas ¡chica! Qué relación tan enfermiza esta que hemos tenido tú y yo en los últimos años, yo te amo, comencé a disfrutarte, a caminarte, a balancearme en ti, aprendí a cuidarme de ti, de tu violencia que no es tuya sino de otros. Admito que cuando he visto esas guacamayas volar sobre mí se me pasa todo, se me olvida la violencia, el hedor de Chacaíto, hasta el ruido tormentoso de los motorizados, ese ruido que me convirtió en una persona temerosa, con sobresaltos ante el asomo de cualquier peligro.  

Si me preguntas cuanto duraremos tú y yo, te diría que toda la vida. Pero por ahora creo que es necesario separarnos, no podemos seguir así Caracas, ya no tengo la tranquilidad para soportarte, ni tampoco veo cerca las respuestas para ayudarte. Veo que estás muy herida, contaminada, viciada y muy perturbada.

Creo que te matamos primero a ti.

Anoche volviste a asustarme y sentí que no estoy preparada para vivir así, con esa angustia en el pecho y ese temblor en las manos.

Atendí una llamada y eso bastó para desatar la furia; dos chicos me siguieron y enseguida noté que iban a robarme, tal vez es una tontería, sé que otros han vivido cosas peores en tus calles, pero esos cinco minutos en llegar a la caseta del metro, fueron como una carrera por mi vida. Llegué pedí ayuda y ahí me quedé hasta que se fueron.

Afortunadamente pude esperar, calmarme y regresarme, no me atreví a salir de la estación.
Pero Caracas, aquí con mi corazón te digo -no me gusta que me toquen conocidos, mucho menos extraños, estoy consciente de mis alcances y de los tuyos y por eso te digo -no podemos seguir así-.

No quiero encerrarme en un cuarto a ver como pasan las horas, pero tampoco quiero sentir el corazón salido de mi boca, cada vez que pongo un pie en la calle.

Caracas no te digo hasta aquí, porque obsesivamente me cuesta alejarme y desprenderme. 

Pero con miedo te digo: no nos hagamos más daño.

No puedo y sé que tu tampoco resistes más.

Con amor y con pasión te beso y te digo: basta.




A.G