Mostrando entradas con la etiqueta Alemania. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Alemania. Mostrar todas las entradas

martes, 27 de junio de 2017

Todavía quiero a mi ex

Hace casi un año que terminamos, se supone que la distancia de por medio lo hace más fácil, sin embargo, me doy cuenta de que todavía lo extraño.

Fue este domingo cuando fui al Festival de Cine Alemán y vi "Entre nosotros", era sobre una pareja de alemanes de unos 30 años que luchaban contra sus marcadas diferencias para seguir juntos. El acento del protagonista y sus rasgos, me lo recordaron; de pronto me encontré llorando en la sala, llorando con todas mis fuerzas porque lo extrañaba y porque todo en esa película era él.

Al llegar a casa estuve a punto de escribirle un mensaje y contarle todo lo que me había pasado, pero luego pensé que eso solo sería doloroso para ambos y que tal vez a él ni siquiera le interese.

Allá son seis horas más de diferencia y al pensar en escribirle, lo imaginé tendido en la cama con el teléfono en silencio y la alarma puesta a las 07:00 am para que lo despierte cuando vaya al trabajo, lo veo silenciando el celular una y otra vez porque quiere dormir 15 minutos más.

Sale retrasado en su auto blanco y pasará a más de 100 kilómetros por hora, le llegará una nueva multa de 30 euros y le mentará la madre al gobierno alemán.

Recuerdo el intenso y claro azul de sus ojos y por un tiempo breve siento que acaricio de nuevo sus suaves pies. En mi cabeza abrazo su enorme cuerpo y le doy un último beso en la boca.

Ha pasado casi un año, pero todavía quiero a mi ex.


El Hilo de Ariadna

lunes, 7 de noviembre de 2016

El día que hice un amigo refugiado en Berlín


Hace un año conocí a Mazen en Berlín, yo me encontraba en una estación de tren tratando de llegar al puente de Oberbaum, había caminado por horas Kreuzberg, caminé hasta perderme, solo hice una parada en un restaurant vegano, donde comí una sopa de lentejas y unas bruschetas que horas después me provocaron el vomito.

Yo viajaba sola, lo único que llevaba era un morral, un mapa y muchas ganas de conocer. No tenía idea de cómo llegar a ese lugar, me impacientaba y decidí pedir ayuda, vi a Mazen de lejos, llevaba audífonos así que dudé en preguntarle, sin embargo, me paré frente a él y le señalé el puente en el mapa, como pude le pedí que me dijera cómo llegar allí, fue más difícil de lo que pensaba, ninguno de los dos hablaba un idioma parecido, él árabe y yo español. 

De alguna manera pudimos comunicarnos al punto de que Mazen insistió en acompañarme y a partir de allí hicimos un pequeño recorrido por la ciudad, sentí que éramos amigos de toda la vida, con nuestro poco inglés hablamos, me contó que venía de Siria que era refugiado y que su familia se encontraba en Alepo, para ese momento llevaban tres días sin luz, sin agua y sin comida.

Mazen tenía tres meses viviendo en Berlín, adaptándose a un nuevo país, aprendiendo un nuevo idioma, desde que lo vi intuí que se sentía solo. También sentí como si yo había sido una vieja amiga que llegaba a visitarlo.

Fuimos al puente de Oberbaum, vimos cómo las luces de colores se reflejaban en el agua, tomamos un bus y no pagamos, llegamos al Domo de la ciudad y recorrimos varios lugares, incluyendo la famosa Puerta de Brandeburgo.

Por su hospitalidad lo invité a cenar, lo llevé a un Subway, me explicó qué carnes no comía y que nunca antes había estado allí, yo sabía un poco más de alemán así que pedí los sándwiches, me contó que era casado y que esperaba que su esposa llegara en unos meses, me parecieron muy jóvenes para tal compromiso, 21 años cuando mucho, pero es parte de su cultura.

Comimos, después de eso llegó la hora de marcharme, mi bus salía a las 11pm, Mazen nuevamente insistió en acompañarme, esta vez hasta la estación central, que era bastante lejos de donde nos encontrábamos, se comportó terriblemente amable y caballero. 

Al momento de decir adiós, nos dimos un apretón de abrazos, sentí que me despedía de un gran amigo. Ha pasado un año y Mazen no se ha reencontrado con su familia, seguimos siendo amigos, ya hoy habla alemán y tiene trabajo, no le pierdo la pista, él siempre será mi referencia en el exilio.


AG

miércoles, 1 de junio de 2016

La Taberna Mexicana

Luego de estar un mes en Alemania, decidí entrar a un restaurant, no lo había hecho antes por dos razones: primero, sale más económico comer en casa y segundo, porque los restaurantes de comida alemana no abundan que eran los que me interesaban, sin embargo, aquel día ese lugar roído me llamó la atención.
Me encontraba conociendo Werden, una ciudad de Essen que queda al noroeste, en una región llamada: Renania del Norte. Generalmente la parte céntrica es más costosa que el resto, así que los platos aquí rondaban los 20€, mientras que en alguna taguara callejera puedes comer por 2€ ó 6€.
Desde la calle los precios se veían más que accesibles y no es común encontrar brownies con helado en el menú, este costaba 3,50€, así que entré. Me extrañó que el lugar estaba desolado, afuera en una de las mesas se encontraba un joven, pero adentro ni un alma, pensé: qué felicidad tengo un restaurante para mi sola.
Me senté en una mesa, observé la calle desde allí, luego me levanté y comencé a revisar el lugar con mis ojos, la carta era bastante variopinta, desde pizza, hasta comida mexicana y por último una amplia diversidad de tragos. Todo estaba realmente sucio y parecía mas bien un lugar para delinquir, me recordó a un sitio de la avenida Fuerzas Armadas en Caracas, donde cambiaba los cestatickets del trabajo con un señor portugués.
Seguí mirando, sobre todo esas cerámicas mexicanas que tanto me gustan, pero no era el mal aspecto del lugar lo que me ponía nerviosa, sino una enorme araña que tenían de mascota, en mi vida había visto una tan cerca y eso que soy del monte.
El animal estaba metido en una especie de vidrio que era tapado con un par de hojas y carátulas de cd; mientras ella movía sus patitas, yo la observaba desde mi ignorancia con gran atención. El joven de afuera entró y supongo que me preguntó si me habían atendido (mi alemán no da para tanto), le dije que no, llamó y al fin apareció alguien, imagino que se trataba del dueño, era un alemán y yo deseando que fuera un mexicano para echar una conversadita, pero no, el diálogo quedó en:
-Ein brownie mit Eis Bitte!
Llegó mi brownie con dos bolas de helado, crema chantillí por arriba y espolvoreado con canela ¡estaba riquísimo! Lo comí todo, me levanté, pagué la cuenta y me fui con ese sabor grato de quien disfruta de una buena comida en algún lugar del mundo, porque descubrir nuevos sabores es otra forma de viajar. Hagamos un viaje...

A.G